MENSAJE DOMINICAL
Título: 

Iglesia Católica urge al Estado cuidar a la familia como base firme de la sociedad

Monseñor Sergio Gualberti. Foto/archivo Iglesia Viva

La Iglesia Católica pidió al Estado y a la sociedad a adoptar políticas destinadas a cuidar a la familia, por ser la unidad fundamental de la sociedad y porque todo ser humano tiene derecho a llegar y a vivir en el seno de una familia estable y fundada en el matrimonio.

“Es urgente que el Estado y las instituciones civiles, sociales, educativas, religiosas y medios de comunicación social, asumamos la responsabilidad de defender a la familia, de hacer conocer sus esperanzas y derechos a fin de que pueda cumplir con su función insustituible de ser la iglesia  doméstica, de velar por la vida y de promover el bienestar de las personas y la convivencia pacífica en la sociedad”, manifestó el arzobispo de Santa Cruz monseñor Sergio Gualberti, durante la homilía dominical.

Dijo que el Estado tiene la obligación de priorizar la política familiar con medidas concretas y responder a las necesidades como la vivienda, el trabajo, la educación y la asistencia sanitaria accesible a todos. “Si la familia está peligro, también peligra la sociedad”, advirtió  Gualberti.

Considera necesario evaluar si algunos males como la falta de valores éticos, el abandono de tantos niños y jóvenes en situación de calle, la violencia al interior y exterior del hogar, las violaciones y trata de personas, especialmente de menores, la corrupción generalizada y la extensa red del narcotráfico, no es consecuencia de la disgregación de las familias.

Indicó que el tiempo apremia para cuidar  a la familia como base firme de la sociedad, pero en base a un hogar cimentado sobre el “sí” responsable y definitivo de un hombre y de una mujer, unidos en matrimonio.

La Iglesia celebró este domingo la “Fiesta de la  Sagrada Familia” con un mensaje a los católicos donde les recuerda que la familia está llamada a ser una pequeña iglesia doméstica, donde los padres se convierten en los primeros maestros de vida y primeros testigos de la fe para los hijos.

Expresó la preocupación de la Iglesia por la salvaguarda de la institución familiar y  recordó que la Declaración Universal de los Derechos Humanos define a la familia como el núcleo natural y fundamental de la sociedad y tiene derecho a ser protegida por la sociedad y el Estado, porque es la expresión de la ley natural y universal presente en la mente y en corazón de los seres humanos.

Sostuvo que la familia tiene la misión prioritaria e ineludible de ser la primera educadora y formadora de los hijos en las virtudes humanas y sociales. En la familia se aprende a practicar la justicia y el amor entre hermanos y hermanas, a reconocer la función de la autoridad a cargo de los padres, a experimentar el servicio afectuoso a los miembros más débiles, los pequeños, los ancianos o los enfermos, a ayudarse mutuamente en las necesidades de la vida y a ser disponibles para acoger al otro y si fuera necesario para perdonarlo.  

De la misma manera, la familia forma a las personas para que sean ciudadanos libres y responsables, educa a vivir bajo una ley común y por ello la participación de la familia en la comunidad se vuelve más necesaria hoy, por la crisis y los males  de la incomunicación, la infidelidad, las divisiones y los divorcios que afectan a la integridad de la familia.

“Sabemos muy bien que hoy muy pocas parejas jóvenes se casan por el matrimonio cristiano y por eso hace falta conocer su valor. Este sacramento colma la alianza de Dios y santifica la alianza de amor mutuo exclusivo de la pareja, varón y mujer, que brota de una opción libre, consciente, única y fiel”, manifestó.