Espectáculo
Andrés Parra y el reto de interpretar a Hugo Chávez
Emular la verborragia del presidente venezolano fue uno de los grandes retos de Parra (FOTO: NYT)

Martes, 31 Enero, 2017 - 12:36

Durante un año y medio, Andrés Parra Medina pasó más de 400 horas sentado frente al televisor. Rodeado de libros, grabaciones y anotaciones observaba cómo Hugo Chávez gritaba, sonreía, lloraba, cantaba, bailaba, declamaba, hablaba y gobernaba. Lo que para muchos venezolanos fue algo cotidiano durante 14 años, se convirtió en una experiencia nueva para este actor colombiano.

“Yo era un ignorante del tema político en general”, dijo Parra en una entrevista a pocos días del estreno de El Comandante, la serie de 60 capítulos basada en la vida del presidente venezolano Hugo Chávez que fue producida por Sony Pictures Television y será estrenada por TNT desde el 31 de enero. “Creo que, como la gran mayoría de los colombianos, la única información que tenía de Chávez era lo que decían los noticieros: ‘En Venezuela hay un loco haciendo de todo y que trata mal a Bush'”.

Gobernar Venezuela desde febrero de 1999 hasta su muerte, el 5 de marzo de 2013, convirtió a Hugo Chávez en el presidente elegido democráticamente que más años duró en el poder (14 hasta la fecha de su muerte, luego de ganar un nuevo mandato hasta 2019). Ganó todas las elecciones presidenciales en las que participó y su influencia fue determinante para que el chavismo triunfara en 16 de 17 procesos electorales.

Parra, de 39 años, posee una brillante carrera durante la cual ha participado en más de 20 películas y 18 producciones televisivas encarnando personajes complejos como Pablo Escobar Gaviria, el narcotraficante colombiano que interpretó en la serie El patrón del mal. Cuando lo llamaron para ofrecerle el papel de Hugo Chávez, cuenta el actor, no dudó un segundo en aceptar.

“Es una gran oportunidad para confirmarme qué tipo de actor soy. Luego de Pablo Escobar necesitaba cambiar a un personaje distinto y nunca me imaginé las habilidades comunicativas de Chávez. No se me pasó por la cabeza que fuera un tipo que cantara corridos llaneros, tocara guitarra, recitara poesía, y tuviera tanta facilidad para los discursos; creo que eso lo ayudó a conectar de esa forma tan poderosa con el pueblo”, dijo el actor a The New York Times en Español desde su casa en Bogotá.

Según los cálculos de organizaciones como Monitoreo Ciudadano, ese afán discursivo llevó a Chávez a emitir más de 1300 horas de cadena nacional entre 2000 y 2012, sin contar su presencia semanal en el programa dominical Aló, Presidente, con lo que casi rebasó las 2200 horas de transmisión en radio y televisión.

Emular la verborragia del presidente venezolano fue uno de los grandes retos de Parra quien, al momento de esta entrevista, se preparaba para grabar el célebre discurso de Chávez en las Naciones Unidas en 2006, cuando se refirió a George W. Bush como el diablo y dijo: “¡Huele a azufre todavía esta mesa donde me ha tocado hablar!”.

“Cualquier latinoamericano se va a sentir identificado con esta serie porque mostramos los mismos fenómenos que pasan en todos los países: quiénes están detrás del poder y toman las decisiones políticas, qué tanto los ciudadanos estamos en esa agenda, la actuación de las corporaciones, los medios, la iglesia y cuál es el papel de la corrupción en la política”, dijo el actor, con un acento que evocaba las eternas arengas del fallecido líder venezolano.

¿Por qué has desarrollado esta predilección por los personajes controversiales y difíciles?

En realidad, me fueron llegando. Entré a la televisión a mediados de los años 2000 y en Colombia todavía imperaban los galanes y las chicas voluptuosas, pero hemos sido testigos de los cambios en los últimos años. Pareciera que los actores se volvieron a apropiar de la televisión y eso me ha permitido aceptar papeles de gran envergadura, de mucha importancia, para bien o para mal. Lo importante es el reto.

¿Crees que el surgimiento de nuevas plataformas y medios de transmisión han contribuido a ese cambio?

Creo que las nuevas plataformas han permitido que se hagan producciones mucho más complejas y arriesgadas con contextos más difíciles e historias muy complicadas. Todo eso ha hecho que la presencia de los actores sea necesaria. En ese sentido me siento muy afortunado porque creo que llegué a la televisión en el momento en que me tocaba.

¿Cómo fue el proceso de preparación de El Comandante, la investigación de ese personaje sobre el que se han escrito decenas de libros y de quien existen miles de horas de grabación?

Desde el principio, Sony nos proporcionó la posibilidad de conversar con periodistas e historiadores. Lo primero que hicimos junto con los directores fue empaparnos de Venezuela, de la historia de independencia, el descubrimiento del petróleo, cómo funciona el culto a bolívar que es algo único, la inestabilidad de su democracia, cómo los militares tienen una tendencia hacia la izquierda; todo lo contrario de lo que pasa en Colombia, donde siempre son de derecha. A pesar de ser países hermanos, tan cercanos y compartir territorios como el llano, a nivel político funcionamos de una manera muy distinta.

¿Cuál fue el rasgo que más te costó adoptar en este papel?

El gran reto fue la voz, eso me costó muchísimo trabajo. Por primera vez en muchos años, tuve que buscar ayuda. Llamé a Magda Niño, una compañera que estudió conmigo en Cali y se ha especializado en voz. Le dije: ‘Magda, tengo un problema. Voy a hacer de Chávez y no encuentro su voz, no sé qué es lo que me pasa’. Ella vino a trabajar conmigo intensamente, como por mes y medio, hasta que la cadencia del acento llanero me empezó a salir. Lo demás fue más sencillo porque tuve la posibilidad de estudiarlo durante año y medio. Vi más de 400 horas de Aló, presidente, y me leí biografías a favor y en contra de él, así como sus libros.

Aunque todavía no se ha transmitido el primer capítulo de la serie, ya han aparecido las críticas por parte del gobierno venezolano. El presidente Nicolás Maduro la calificó como una “basura”, Diosdado Cabello dijo que busca calumniar su imagen y la exesposa de Chávez, Marisabel Rodríguez, advirtió que podría demandar a sus creadores. ¿Cómo recibes esas declaraciones?

En ese sentido todos estamos bastante tranquilos y preparados porque sabemos que la serie no viene a reconciliar ni a separar a nadie, porque la división política de Venezuela se produjo hace 17 años. No tenemos nada que ver con eso. Estamos conscientes de que vamos a recibir críticas buenas y malas. A nivel personal, siento que vamos a tener dos públicos muy distintos: los venezolanos que son muy particulares y exigentes por obvias razones y el resto de América Latina. El tema de Hugo Chávez es totalmente actual, no existe un solo venezolano al que el fenómeno de Chávez no le pegue en el estómago, para bien o para mal. Eso para nadie es un secreto.

En otras entrevistas has dicho que no sueles contactar a los familiares o personas muy allegadas a tus papeles, ¿cómo llegas a recrear el mundo íntimo de esos personajes?

No puedo correr el riesgo de contaminarme con las visiones de amor o rabia de la gente. A mi no me interesa juzgarlos, ni tomar partido sino buscar al ser humano que hay allá adentro. En el caso de Chávez fue un trabajo muy interesante porque, al final, la gran pregunta de esta serie es cómo un niño humilde que jugaba con chapitas en Barinas, sin mayores oportunidades en la vida, se convierte en el político más famoso de América Latina después de Fidel Castro. Su vida está sobrexpuesta porque la contaba todo el tiempo y hay mucha gente que ha hablado de eso. Basándome en toda esa información comienzo a tomar decisiones y adopto posturas, la mirada y la voz.

Su caso es muy particular porque duró tantos años en el poder que los venezolanos pudieron experimentar muchos cambios en su personalidad y en el discurso político que sostenía.

En mi investigación encontré a 10 Chávez diferentes: el beisbolista no es el mismo que hace el golpe de Estado, el conspirador no es el mismo que se vuelve una estrella de rock en Yare, el que sale a hacer campaña política es otro, así como el que gana la presidencia se convierte en otro hombre. Ni hablar del que vuelve victorioso del golpe de Estado o el que recibe la noticia del cáncer. Cada etapa muestra la madurez y los errores del personaje.

Su historia es como una teoría de la conspiración porque pasaron demasiadas cosas raras, únicas, que lo llevaron al poder. Había salido mal en química y tenía el codo lesionado pero igual lo aceptaron en la Academia Militar, después le quitaron los cargos y pudo hacer campaña hasta ganar la presidencia, luego le hacen un golpe que termina por fortalecerlo en el poder y después se enferma. No hay una historia igual, eso jamás pasaría en Colombia.

¿Aceptarías encarnar a algún político colombiano?

No interpretaría a ningún político de mi país. Prefiero interpretar a la Bachelet, eso sería un buen reto (risas). Con este trabajo me he vuelto mucho más político que antes y para mi sería muy difícil porque terminaría tomando partido. Además, y con todo respeto, los políticos colombianos son tan predecibles, tan convencionales… no hay una historia monumental, gigante.

Colombia ha sido noticia en el mundo por el proceso de paz, ¿eres optimista al respecto?

Soy optimista pero también realista. Las Farc es uno de los problemas que tiene este país y, en determinado momento, fue la respuesta a algunos de los problemas de Colombia. Pero este proceso solo es la salida a uno de esos problemas y quiero creer que vamos a salir bien de todo esto. No he caído en el miedo que nos quisieron meter cuando decían que con el plebiscito esto se iba a volver como Venezuela, preferí creer en mi país.

¿Cuáles crees que son las tareas pendientes del gobierno colombiano?

Colombia tiene un problema de corrupción muy grave y sigue existiendo una gran desigualdad social. Además tenemos un sistema de justicia débil. Cuando juntas desigualdad social con corrupción e injusticia es el caldo de cultivo perfecto para que en cualquier momento aparezca otro grupo armado. Espero que esto sirva para que todo lo que se nos fue en estos 50 años de guerra se invierta en educación, salud y tratar de equilibrar un poco más la balanza. Pero si esto va a ser una oportunidad para que las mismas cinco familias de siempre se sigan enriqueciendo descaradamente, entonces el futuro no será nada prometedor.

 

FUENTE: The New York Times en Español

MÁS NOTICIAS