Social
En el primer trimestre se registraron más de 5 mil denuncias
Decir basta y empoderarse, la dinámica de las víctimas de violencia en El Alto


Lunes, 4 Junio, 2018 - 18:09

(Claudia Soruco - Erbol)

Tiembla aún cuando recuerda y habla de lo sucedido. Agacha la cabeza y brotan nuevamente las lágrimas, esquiva la mirada en desconfianza ante los extraños. Sin embargo, ella sabe que hoy existe una gran diferencia pese a su temor,  ya se encuentra segura junto a sus niños en una casa de acogida.  Es Maribel,  una de esas tantas mujeres que han decidido poner un alto a la violencia de las cuales eran víctimas dentro de su propio hogar.

“Ya no aguanté más, porque (mi cónyuge) me tenía encerrada, vigilada y no podía salir a la calle. La última vez fueron demasiados sus golpes y ya no pude más pese a que su misma madre siempre me decía que aguante nomás porque el matrimonio es así”, relata en medio de otras mujeres con su misma realidad y con el sostén de las funcionarias del Refugio de la Mujer de la zona de Senkata en la ciudad de El Alto.

Sentadas con una clara desconfianza, producto del maltrato del que fueron víctimas durante años y en su mayoría por sus cónyuges, cuatro mujeres decidieron decir basta y hoy son parte de este proceso social, psicológico y de empoderamiento personal para encaminar una nueva vida sin violencia.

“No es fácil poner un alto, porque es como si nos acostumbráramos a recibir palizas. Yo tuve que aguantar por casi diez años y me decidí el día que uno de esos golpes le llegó a mi hija. Me di cuenta que si seguía así iba a matarnos. Y en cuanto se durmió por lo borracho que estaba, me fui con mi hija”, es el testimonio de Grisel (nombre ficticio).

Al momento ellas llevan adelante un proceso judicial en contra de sus agresores, luego de haber presentado  su denuncia ante la Fuerza Especial de Lucha Contra la Violencia de las ciudades de La Paz y El Alto y en medio del temor, la incertidumbre y el llanto. 

Tomar la decisión, la puerta para salvar la vida

Recientemente la Fiscalía General del Estado informó que en el primer trimestre de 2018 se reportaron cerca de 5 mil casos de violencia intrafamiliar o doméstica. El Alto, Cochabamba y Santa Cruz son las ciudades del país con mayores índices de violencia física hacia las mujeres.

Pero aún existen cifras no registradas de mujeres que sufren violencia y no la denuncian por diferentes razones. “Las víctimas aguantan durante años la violencia y por motivos que van desde lo familiar hasta la violencia económica que ejerce el agresor, o por creer que él va a cambiar y nunca lo hace. Se aguanta por necesidad, por la falta de apoyo, por la ausencia de mecanismos de protección, la incapacidad de poder decir basta y la falta de políticas que permitan ayudar a esas mujeres a darse cuenta y reconocer cuando son víctimas de violencia y maltrato”,  establece la a psicóloga forense, Lizeth Rocha.

Parte de esa impotencia de decir basta y salir del círculo de violencia dentro de su hogar, es la incertidumbre de un lugar seguro dónde poder ir y del acompañamiento desde la denuncia contra su agresor hasta que se obtenga una sentencia. Ése es el fundamento del Refugio de la Mujer de la zona de Senkata en la ciudad de El Alto.

“Lo que este refugio hace es darle protección a la víctima de violencia y a sus hijos. A la par hacemos el acompañamiento y seguimiento de la denuncia que llevan adelante contra su agresor ante el Ministerio Público. Recibimos en este refugio en su mayoría mujeres víctimas de violencia física y psicológica con su hijos y gestantes”, establece Blanca Mendoza, Secretaria de Desarrollo Social de la  Alcaldía de El Alto. 

Esta institución alberga a víctimas de violencia de diferentes sectores de la urbe alteña. En lo que va de este año son 23 las mujeres que junto a sus hijos hallaron refugio y un proyecto de vida más seguro y con perspectivas de su empoderamiento. 

La cifra ha ido en incremento desde el primer año de funcionamiento del Refugio. El 2015 fueron 13 casos atendidos, 87 en el 2016 y 95 en el 2017. “Hemos tenido un crecimiento de atención y asumimos que se debe a este conocimiento de esas mujeres víctimas en lo que refiere a hacer la denuncia y de buscar un espacio que le de la seguridad que necesita”, agrega Mendoza.

“Ahora me siento más tranquila, pero al llegar al refugio no sabía qué hacer y no tengo familiares a quiénes acudir. Sólo estaba su mamá que siempre me insistía que no lo denuncie pese a la violencia física y psicológica que recibía. Me maltrataba y humillaba todo el tiempo por el hecho de que no tenía estudios y bebía todo el tiempo. No podía aguantar más”, relata Maribel.

Protección y empoderamiento, la prioridad

Elizabeth Paño, Responsable  de este refugio transitorio para víctimas de violencia, detalla que este espacio alberga a mujeres remitidas por el Servicio Legal Integral Municipal (SLIM) y por las entidades policiales como la Fuerza Especial de Lucha Contra la Violencia (FELCV). “Cuando llegan, si nos refieren que han sido víctimas de violencia física, lo primero que hacemos es acompañarlas al médico forense, y a la par se hace la valoración psicológica y social. Con estos informes asesoría legal del refugio se encarga de hacer la denuncia y el seguimiento del caso ante el Ministerio Público”.  

Durante esta estadía temporal que no debiera excederse de los tres meses se hace un trabajo multidisciplinario con un acompañamiento permanente. Se lleva adelante una terapia psicológica y social, y un apoyo pedagógico para la víctima y sus hijos. Además se ubica una familia ampliada y  segura donde permanezcan definitivamente. 

Una de las razones por las que muchas víctimas de violencia toleran durante años a su agresor es por su dependencia económica y la inseguridad de un sostenimiento propio,  por ello el refugio proporciona a estas mujeres cursos de capacitación que les permita su empoderamiento económico en diferentes ramas técnicas y además de la implementación de liderazgo sobre derechos.  

Cuando comienzan a encaminar su nueva vida, se les coadyuva con un pequeño capital que les permita iniciar un proyecto económico, como la costura, elaboración de alimentos o venta de productos. 

Retornos peligrosos

Al salir de ese círculo de violencia el temor y la incertidumbre se apoderan de las víctimas y el acompañamiento psicológico es imprescindible en esta etapa, siendo que hubo decenas de casos de mujeres que retornaron con su agresor. “Es un circulo y toda mujer pasa por esa etapa: Ocurre el hecho de violencia, él hombre pide perdón, ella disculpa y la agresión vuelve a ocurrir. Eso sucede hasta que realmente la mujer tome conciencia y diga basta, pero eso puede tomar años y como institución las asesoramos y hablamos de las consecuencias de ese regreso. Hemos tenido refugiadas que han aguantado el abuso por 20 o 25 años”, establece la Responsable del Refugio. 

Al ser entrevistadas, las mujeres que actualmente se encuentran en el Refugio de la Mujer aseguraron que no regresarían con sus cónyuges y que en este momento su prioridad es preservar su seguridad y la de sus hijos.

La casa de acogida se encuentra en la zona de Senkata de la urbe alteña y tiene capacidad para albergar a 40 mujeres en situación de violencia. Cuenta con dormitorios dispuestos para ellas y sus hijos, un área pedagógica, asesoría legal, consultorio médico, consultorio psicológico, parque para los menores y trabajo social.

“Las casas de acogida son una buena opción para ayudar a estas víctimas, pero también es muy importante que se las coadyuve en un juzgado de familia y en el asesoramiento de los bienes gananciales”, agrega  Rocha.

Cualquier mujer que está sufriendo violencia física, económica, psicológica o sexual puede ir a sentar su denuncia a los servicios legales e integrales  del municipio o a través de la línea 156.

Decir basta es el primer paso!