90 años de la autonomía universitaria en Bolivia

-    Nuestra lucha es convertir a la Universidad en una institución estratégica

Por Iván Miranda Balcázar - DOCENTE EMÉRITO DE LA UMSA

El 25 de julio de 1930 la juventud universitaria arrancó de las entrañas de la oligarquía la autonomía universitaria y desde entonces nos constituimos en baluarte de las grandes transformaciones nacionales y también en ese camino sufrimos los tormentos de las represiones por los autoritarios y tiranos enemigos de la ciencia, el conocimiento y la libertad.

Este aniversario nos encuentra en un momento difícil por la compleja situación de dolor, angustia, llanto y también de esperanza porque venceremos muy pronto la adversidad de la pandemia. Tenemos la historia de nuestro lado, hemos vencido en este trayecto tantos obstáculos y hemos sobrevivido a los conflictos en tiempos democráticos y en las oprobiosas dictaduras.

La autonomía universitaria se alzó grande con principios y valores que se mantienen perennes como el cogobierno paritario (docente-estudiantil), la cátedra libre, la lucha por la liberación nacional y el compromiso de la interacción y la extensión universitaria para llevar el conocimiento al pueblo, la tecnología transformadora y el desarrollo en base a la ciencia.

Los hechos precedentes de la autonomía universitaria se remontan al “Manifiesto de Córdoba” de 1918 cuando los jóvenes estudiantes argentinos proclamaron a los “hombres libres de Sud  América” el final de las universidades “anacrónicas, escolásticas y colonialistas” y la inauguración de una educación superior al servicio del pueblo.

La onda expansiva rápidamente llegó desde la Patagonia hasta México, intelectuales, académicos y revolucionarios auténticos levantaron las banderas autonómicas. En Bolivia, los jóvenes de la Universidad San Francisco Xavier asumieron la causa y luego la Universidad Mayor de San Andrés completó con la fuerza de su convicción este anhelo de rebelión estudiantil.

A nueve decenios de la autonomía universitaria en Bolivia nuestro primer compromiso es rendir homenaje a tantas generaciones de valientes que lucharon hasta ofrendar sus vidas al grito de “viva nuestra autonomía, viva nuestra libertad, mueran mueran los tiranos…”. Himno que retumba en las mentes y el alma en la memoria académica.

Hoy las tareas son otras. La Universidad tiene la misión de constituirse en referente para la construcción de un país institucionalizado, una democracia integral, participativa e inclusiva, contribuir a una cultura política de tolerancia en medio de tanta mediocridad y ceguera de políticos extraviados en el laberinto de su angurria.

La educación es la piedra angular para el desarrollo y la libertad. Este campo nunca ha sido parte de la agenda de los gobernantes en Bolivia, porque una sociedad con educación y conocimiento jamás aceptaría en el Estado a caudillos que siembran espejismo de supuesta identidad con sectores sociales históricamente marginados y excluidos del poder.

La esencia de nuestra lucha descansa en convertir a la Universidad en una institución estratégica. Este objetivo no será concesión de nadie, sino producto de la capacidad de movilización de la comunidad universitaria que tiene la misión de crear conciencia en la sociedad hasta convertir este propósito en voluntad política de la juventud.

La Universidad del siglo XXI se fundamenta en el talento, el emprendimiento, la innovación mediante una pedagogía participativa, integral e inclusiva, un campo de conocimiento para promover el desarrollo nacional y la producción de ciencia y tecnología mediante el aprovechamiento del potencial de tanta riqueza que se destruye y se dilapida en nuestro país.