Opinion

Cusi, Eduardo Rodríguez y la elección de jueces
Cara o Cruz
Raúl Peñaranda U.
Jueves, 4 Mayo, 2017 - 08:46

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Uno de los temas que la carta, recientemente firmada por líderes políticos opositores, planteó se refiere a que una comisión pluralista e idónea haga una preselección de los candidatos a los diferentes tribunales judiciales del país. El Vicepresidente, que cometió el error de desafiarlos a debatir luego de eso para después recular, rechazó ese planteamiento, con su grandilocuencia acostumbrada, y dijo que los opositores demuestran "hipocresía” porque cuando eran parte de la justicia "se cuoteaban” los cargos y se generaba una "dictadura” por la designación de éstos.
Pero la propuesta de los líderes opositores es valiosa. Es así como se logró en Bolivia tener a los “notables” a cargo de anteriores cortes electorales, lo que eliminó el fraude, y un método similar sirvió para que personalidades como Eduardo Rodríguez fuera elegido como presidente de la Corte Suprema y Ana María Romero como Defensora del Pueblo. El método permitía que se generen consensos entre grupos antagónicos para tener a las mejores personas en cargos claves. Una vez que esos candidatos tenían una cuasi certeza de que serían electos, aceptaban competir. Los mejores candidatos no van a ir, ellos solos, con su prestigio y su reconocimiento, a hacer una cola de tres horas para presentar sus papeles a soñolientos secretarios de no sé qué comisión del Legislativo. Para luego ser “calificados” por parlamentarios mediocres y rechazadas sus postulaciones por el plenario por no tener respaldo masista.
Ahora García Linera dice que en el pasado los cargos eran “cuoteados”, pero reconoce en su fuero interno que los “notables” de la Corte Electoral, así como Rodríguez o Romero, hicieron un gran aporte al país. Pero ese aporte ya no conviene a sus actuales intereses. Ahora los aportes tienen que ser hechos al MAS, a él mismo y al deseo indisimulado del presidente Evo Morales de ser reelegido indefinidamente. Ese deseo surge de dos cosas: el miedo a lo que vendrá cuando su Gobierno termine y el placer de seguir disfrutando de las mieles del poder.
La propuesta opositora era adecuada porque, así, una comisión razonable de personalidades de diversas tendencias y provenientes de las universidades, fuerzas políticas y otras entidades podría haber elevado una lista con los mejores candidatos. Esos candidatos tendrían que haber cumplido con algunos requisitos, entre los más obvios ser demostradamente competentes y, por otra parte, tener una independencia reconocida. Son los mejores. Cuando el lector lee estas líneas tiene en su mente varios de esos nombres.
Como el régimen lo que menos quiere es tener gente competente e independiente como altos magistrados, entonces rechaza la idea. El Vicepresidente sabe que esos mejores candidatos, como ya hemos dicho, no postularán.
Con todo, el Gobierno tiene un control, en dos etapas, del proceso de elección de jueces. Primero, el filtro del oficialismo a los precandidatos en la Asamblea. Segundo, la manipulación del voto en áreas rurales (el voto nulo y blanco volverá a ganar, ¿pero a quién le importa?) hará que ciertos candidatos ganen. En este proceso, sin embargo, es posible que surjan algunos “Cusis”, es decir abogados que habiendo pasado los controles del oficialismo muestren luego autonomía. En ese caso, el Gobierno hará uso de su segunda posibilidad: aplicar la mayoría congresal para destituirlos, como lo ha hecho con Cusi y dos de sus colegas, defenestrados los tres por el Legislativo. Para ello se necesita tener más magistrados de recambio, incluidos los suplentes, y ello explica también por qué el MAS autorizó aumentar de siete a nueve los integrantes del Tribunal Constitucional.
Como decimos, tener a la justicia controlada sirve para un objetivo central, que es autorizar la futura candidatura de Morales. Para eso es necesario tener al Tribunal Constitucional agarrado del cuello. Pero también es importante que el resto de los jueces sigan siendo dominados por el oficialismo, y de allí la importancia de someter al Consejo de la Judicatura. Esos jueces son los que podrían, al estilo de Brasil, encarcelar a los verdaderos responsables de los hechos de corrupción, no a los choferes y a las secretarias. Finalmente, los fiscales están también en el bolsillo al ser el Fiscal General un alfil (podría haber dicho peón) del Gobierno.
Con todo esto, ya no se pueden tener dudas de que Morales será candidato otra vez. / Raúl Peñaranda U. es periodista / Twitter: RaulPenaranda1