Opinion

NO CUADRA QUE WILLIAM KUSHNER SEA UN FEMINICIDA
Cara o Cruz
Raúl Peñaranda U.
Miércoles, 24 Agosto, 2016 - 18:04

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William Kushner ha cumplido un año en la cárcel. La lenta, deficiente y inhumana justicia boliviana lo tendrá seguramente mucho tiempo más entre rejas, donde llegó injustamente. Existe un relativo consenso de que el abogado y empresario no cometió feminicidio, pero pocos se animan de decirlo públicamente por el temor al linchamiento mediático.
Pero, desde mi posición de observador neutral (no conozco al acusado, jamás fui parte de su entorno y ni siquiera tengo amigos comunes con él), estoy convencido de que no mató a su expareja de manera premeditada. Es decir, no es un feminicida.
En primer lugar, según señalan todos los testigos, incluidos los de la parte acusatoria, la madrugada de la tragedia Kushner salió del bar en el que estaba antes que Andrea, no después. No tiene sentido alguno que un feminicida abandone un sitio antes que su supuesta víctima. Generalmente la víctima es la que intenta huir y el feminicida la persigue, no al revés.
Dentro del bar, además, los testigos confirman que era ella quien lo acosaba, abrazándolo por la espalda por largos minutos, impidiendo que se moviera. Al final de la noche, el responsable de la seguridad del bar forzó a Andrea a soltarlo y éste entonces fue a su vehículo con dos amigas. Todos habían bebido en exceso.
Allí ocurrió la tragedia. Andrea, ya soltada por el guardia de seguridad, corrió hacia Kushner y probablemente intentó aferrarse a la puerta del auto en movimiento, buscando quizás que su exnovio no abandonara el lugar. Al caer de nuca se produjo una herida en la base del cráneo que puede haber terminado con su vida. No se sabe exactamente, pero aparentemente Andrea cayó debajo de la llanta trasera del auto, que la arrolló. Eso, claramente, no es feminicidio, quizás sí homicidio culposo. Kushner luego dijo que frenó metros más adelante, se bajó del vehículo e intentó ayudar. Asegura que su celular estaba en su auto, por lo que volvió hacia él a pedir ayuda, entre otros a su hermano Luis, que es médico. Un amigo de Andrea pensó que intentaba huir y lo golpeó.
Es realista pensar que Andrea se abalanzó hacia el vehículo porque unos días antes, dos testigos de completa credibilidad, no relacionados al acusado, señalaron haber visto a Kushner a las afueras de un restaurant de la zona Sur de La Paz. Su pareja le impedía, interponiendo su cuerpo para evitar que la puerta del vehículo se cerrara, que éste pusiera el motor en marcha. Luego intentó tomar un radiotaxi, pero Andrea, abriendo los brazos en media calzada, evitó también el paso de ese auto.
Kushner finalmente pidió ayuda en ese restaurant, a donde ingresó con la ayuda de los dos testigos y, luego, salió de cuclillas por una puerta trasera. Andrea le envió luego mensajes de WhatsApp, que estuvieron disponibles en una página de Facebook, en los que le pedía disculpas por la escena y solicitaba que la relación se reiniciara (habían terminado poco tiempo antes). En los mensajes, que no han sido desmentidos, éste le dice que no estaba dispuesto a volver con ella.
Si es que Andrea forcejeó en el auto frente al restaurant, a plena luz del día, y luego impidió el tránsito del radiotaxi al que Kushner se subió, es plausible pensar que, en la noche de la tragedia, intentara hacer algo similar.
A pocas horas de los hechos, temprano en la mañana, antes aún de que Andrea hubiera fallecido, su madre denunció a Kushner por feminicidio y la organización a la que pertenece, Mujeres Creando, inició la campaña contra éste, presionando mediante sus programas de radio, a policías, jueces y fiscales. La Fiscalía, ante la presión generada por la opinión pública, y sin siquiera analizar los primeros indicios del hecho, acusó a Kushner de feminicidio.
La arremetida contra Kushner por parte de esa entidad feminista ha sido despiadada y, por tanto, desmedida e injusta. La base de la ideología de Mujeres Creando es correcta, es decir que el machismo de la sociedad afecta a la mujer y la pone en una posición subalterna, susceptible a la violencia y al abuso. Pero es en la mirada generalista donde falla: no todos los hombres son abusivos, no todos cometen delitos contra sus parejas y un varón no es una mala persona per se. María Galindo, la líder de esa organización, ha usado el micrófono, y su columna, para presionar a todos quienes están involucrados en el caso, incluidos los abogados de la parte acusada, para intentar demostrar su falaz argumento.
Mujeres Creando ha pintado a Kushner como un hombre violento, que abusaba de su pareja tanto psicológica como laboralmente. Las investigaciones de la justicia deberían comprobar si ello es cierto o no.
Pero los intercambios de WhatsApp a los que me he referido presentan una figura completamente distinta. En una ocasión, por ejemplo, Kushner hizo tareas con la hija de Andrea, en su oficina, porque la madre tuvo que salir a cumplir algún trámite personal. Raro hombre manipulador que, siendo el jefe de la empresa, acepta hacer tareas con la hija de su pareja.
También contradice en algo esa imagen el hecho de que, unos meses antes de la tragedia, comprara pasajes para él y Andrea para pasar el siguiente año nuevo en República Dominicana.
Tampoco cuadra con la imagen de hombre abusivo que su exesposa sea hoy su mayor defensora. La parte acusatoria llamó públicamente a “todas las exnovias” de Kushner a “acusarlo públicamente”. Radio Deseo, que dirige María Galindo, prometió anonimato para ellas. Ninguna lo hizo. Su exesposa asegura que tuvo relaciones afables con todas ellas.
El supuesto abuso laboral también es dudoso y sobre él debe decirse lo siguiente: la madre de Andrea pidió ser atendida con una rebaja en un centro dental de propiedad de Kushner, cosa que le fue concedida. Y una tía, pocos meses antes de la muerte de Andrea, envió su curriculum para trabajar con él. Así que tan mal tipo no debe haber sido.
Helen Álvarez, una apreciada y valerosa periodista, es la madre de la víctima. Su dolor solo lo puede entender, y procesar, ella. Dicen que no existe dolor más grande que perder a un hijo y ello debe ser cierto. Pero para reconciliarse con su hija, no necesita que un inocente esté 30 años en la cárcel. En este, como en todos los casos, la ciudadanía debe aspirar a que la justicia, sin presiones, emita un veredicto. / Raúl Peñaranda U. es periodista. Twitter: RaulPenaranda1