Opinion

MIGUEL PARRILLA
Carlos Derpic
Carlos Derpic
Martes, 18 Noviembre, 2014 - 11:48

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El pasado 25 de octubre falleció el sacerdote y abogado Miguel Parrilla. Miembro de la Orden de Cooperación Sacerdotal Hispano Americana (OCSHA), llegó a Bolivia en la década de los 60 y, cuando en 1968 era Rector del Seminario Mayor San José, en Cochabamba, él y otros sacerdotes intentaron reformas en la estructura y funcionamiento del mismo, lo que les valió su expulsión de la entidad. Algo similar sucedió en el Seminario San Cristóbal de Sucre, del cual fueron expulsados otros miembros de la OCHSA, cuatro de los cuales terminaron trabajando en la Diócesis de Potosí.

Eran los años inmediatamente posteriores al Concilio Vaticano II, que conmovió los cimientos de la Iglesia, dando lugar a muchos cambios en su estructura y dando paso a iniciativas transformadoras de la misma y a una nueva mentalidad respecto al papel de los cristianos en el mundo; eran también los años de la experiencia guerrillera del sacerdote colombiano Camilo Torres. Otros acontecimientos extra eclesiales hicieron sentir su influencia y la juventud católica de varios países de América Latina conformó la “izquierda cristiana” y tuvo lugar un diálogo prolífico entre marxismo y cristianismo. Una de las consecuencias de todo este acontecer sería, unos años después, el surgimiento de la Teología de la Liberación.

El 1 de julio de 1978, cuando concluía la dictadura banzerista en Bolivia, Miguel Parrilla y la abogada argentina Susana Chiarotti, dieron nacimiento al Centro de Estudios Jurídicos e Investigación Social (CEJIS), como oficina de asesoramiento y atención jurídica a trabajadores asalariados rurales, fabriles urbanos y campesinos de la ciudad de Santa Cruz. Todos ellos, sufrían no sólo la explotación de su mano de obra, sino también exclusión social, regional e inclusive racial.

Miguel ponía en práctica el asesoramiento jurídico popular que, nacido en España e Italia, comenzó a aplicarse también en Bolivia y en otros países de Latinoamérica. La defensa de los collas en Santa Cruz, no era tarea sencilla en la década de los ’70, ni en la de los ’80, ’90 y ’00.

La asistencia jurídica no sólo tuvo la atención de asuntos de diversa índole, sino también la difusión de los derechos humanos y de los derechos consagrados en la legislación boliviana. Y también la realización de acciones, como la promovida en 1989 que terminó con el cierre de la “Granja de Rehabilitación de Espejos”, una suerte de campo de concentración, al que eran enviados sobre todo jóvenes “díscolos” a los que se hacía víctimas de tratos crueles, inhumanos y degradantes.

El CEJIS participó en la elaboración del famoso proyecto de “Ley Agraria Fundamental” que enarboló la Confederación Sindical Única de Trabajadores Campesinos de Bolivia y, desde 1985, el CEJIS comenzó a trabajar con las organizaciones indígenas del oriente boliviano, que recibieron asesoramiento legal para conseguir la titulación de sus tierras. A partir de entonces, la identidad institucional del CEJIS tuvo como tareas prioritarias el trabajo con los indígenas de Tierras Bajas y la lucha por su acceso al territorio.

En 2008, el CEJIS sufrió la quema de sus oficinas, incluida la importante biblioteca que montó a lo largo de años y, más adelante, sufrió (y sufre aún) la embestida de un gobierno que, entre otras acciones, quiere construir a toda costa una carretera por el TIPNIS, aunque la misma sea contraria a los derechos de los pueblos indígenas a los que supuestamente representa, y a la Madre Tierra a la que dice proteger.

Miguel dejó la Dirección Ejecutiva de CEJIS en la década de los ’80, pero se mantuvo en el Directorio institucional prácticamente hasta el momento de su muerte, contribuyendo con sus ideas y sus críticas a la marcha de la institución. Fue pionero en el asesoramiento jurídico popular en Bolivia y ayudó al surgimiento de otras asesorías jurídicas populares en el país. Fue, asimismo, creador de la “Colonia del Piraí”, en las que se educaron decenas de jóvenes. Fue un auténtico cristiano, comprometido con los intereses de los más pobres, a cuyo servicio puso su profesión, su tiempo y su vida. Digno ejemplo para imitar.