Opinion

EL FACTOR SEQUÍA
Desde el Chaco
Ubaldo Padilla Pérez
Martes, 23 Septiembre, 2014 - 17:26

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Armando Gómez, Agrónomo de profesión, natural de Catavi (Potosí), hijo de minero relocalizado, ahora radicado en Yacuiba, luego de leer los artículos que escribo en este periódico, creyó pertinente visitarme para contarme su tesis sobre la sequía en el Chaco y así lo hizo.

De mi amigo Chacho Viriuex (+) aprendí que la sequía en el Chaco no era un problema, sino una realidad con la que había que aprender a convivir y así, año tras año, los chaqueños conviven con ella pero a costa de sacrificios personales y pérdidas económicas cuantiosas.

Para Armando Gómez, que ahora está sentado frente a mí; la falta de agua no es el principal problema para la producción en el Chaco, por lo que la construcción de represas o la perforación de pozos es un paliativo que no abastece. “El municipio de Yacuiba tiene 60 mil hectáreas cultivables; una represa riega hasta 700 hectáreas y con un pozo de 2 pulgadas se riega hasta 4 hectáreas si es por goteo” afirma Gómez; de manera que el riego por cualquiera de las vías es caro e insuficiente si es que se quiere producir a gran escala maíz o soya, que son los principales productos que se producen en el Chaco.

“El problema no es falta de agua, el problema es técnico” insiste Gómez, quien bolígrafo en mano dibuja en un papel el perfil del suelo chaqueño y agrega; “nuestros terreros han sido cultivados por más de 25 años; en ese tiempo el peso de la maquinaria utilizada ha producido una zona de compactación que se encuentra a 30 centímetros de la superficie, lo que no le permite al suelo acumular agua y nutrientes más allá de esos 30 centímetros” sentencia el ingeniero con la autoridad de le concede la experiencia; luego me muestra unas fotografías de raíces de plantas cultivadas en esos suelos que lucen todas torcidas hacia arriba, para demostrar que esa capa dura no le permite a la planta clavar sus raíces por debajo de los 30 centímetros en busca de agua y nutrientes, como no le permite al agua infiltrarse más allá de esa capa que parece piedra.

Entonces ¿Qué plantea usted como solución para destrozar esa capa dura e impermeable? Le preguntó y el me responde: “Hay que usar un subsolador que es un arado tipo reja, cuyo tamaño supera los 30 centímetros de profundidad; hay que hacerlo cada 5 años de manera que rompiendo esa capa dura, el agua de lluvia penetra a las profundidades del suelo, se almacena y desde allí lo que se cultiva puede tomar el agua y los nutrientes suficientes para evitar quedar raquítica y muy poco productiva”

Gómez me cuenta que para demostrar su teoría a los agricultores ha realizado experiencias en campo y me lo demuestra con fotografías y video; en la mitad de una misma parcela ha hecho la modificación técnica que propone y en la otra mitad el agricultor ha producido como habitualmente produce, el mismo producto y con la misma semilla; “hemos duplicado la producción; si usted se fija aquí en el lado que  hice la experiencia la germinación de la semilla fue superior, las plantas son más grandes, más verdes y las mazorcas de maíz más grandes y en mayor número por planta” asegura.

Lo cierto es que una de  las características del Chaco es la escases del agua; sino, no sería Chaco; lo que sucede es que las lluvias se concentran en un corto periodo (4 de 12 meses) y si no aprovechamos la poca agua que cae en ese corto periodo siempre nos estaremos quejando por la falta de ellay haciendo de este factor natural, un motivo de negocio para quienes desde el poder, hacen todo para que no entremos en conciencia de esa realidad con la que hay que aprender a convivir, pero no de brazos cruzados, sino estudiando y poniendo en práctica, soluciones sencillas y baratas como la que nos propone Armando Gómez.

Pero eso no es todo; el Ingeniero Gómez en su propuesta, plantea que además de solucionar el problema de la compactación de los suelos por la vía de la subsolación; se debe implementar anualmente un calendario agrícola con la ayuda de una estación meteorológica; eliminar el uso irracional de los agroquímicos y  mejorar los métodos de transferencia de este y otros conocimientos de los estudiosos a los agricultores. Hasta aquí todo bien (dice Gómez) “mucho de eso ya lo hicimos con mucho éxito; lo más difícil es convencer al poder para que estás prácticas se conviertan en política pública; esa es la razón de mi visita” concluye y tras un apretón de manos se marcha a Takovo-Mora donde un grupo de agricultores Guaranis, le esperan, para que en terreno les demuestre su tesis.