El COVID 19 y el sistema agroalimentario en Bolivia (1ra Parte)

Por Julio Prudencio Böhrt - Economista

Según diversos historiadores, todas las enfermedades, plagas, pandemias y contagios que se han desarrollado en el mundo en el transcurso de los años han producido profundas transformaciones en el desarrollo de los pueblos1 y han condicionado y modificado el curso de la historia. Bolivia no está exenta de esas transformaciones que se van a generar, en todos los sectores, siendo el sector agroalimentario uno de ellos. 

Al inicio de la pandemia, en Bolivia, uno de los mayores temores de la población, además del problema sanitario, fue el suministro de alimentos de consumo directo para la población. Esta problemática nos lleva a reflexionar sobre la situación del sistema agroalimentario nacional.

El sistema agroalimentario nacional

La población nacional en su conjunto así como los mercados (urbanos y rurales) fueron siempre abastecidos con productos agrícolas, en su mayoría provenientes de la Agricultura Familiar (AF) Campesina Indígena ubicada en el Altiplano, Valles y Trópico; caracterizada por Unidades Productivas Agropecuarias (UPA) pequeñas (de 0,1 a 49,9 Has) y que alcanzan al 83% del total de las UPA nacional (787.540 UPA) pero que poseen tan sólo el 12% del total de tierras en Bolivia (tan sólo 4.179.391 Has de 34.654.983 Has) (ver gráfico siguiente).

Características del sistema agroalimentario en Bolivia 

•    Este sector tan importante se caracteriza no sólo por tener los rendimientos productivos más  bajos de América Latina (ALT) en todos los productos básicos2, sino también una productividad laboral promedio por trabajador agrario demasiado baja (la más baja de ALT) y que declina desde el 2005, debido a que las innovaciones tecnológicas (semillas, maquinaria, sistemas de regadío) no son suficientes 3

•    En el sistema agroalimentario resalta también el bajo nivel de tecnología y de investigación agronómica, por lo general con una producción a secano (sólo con lluvias) y en reducidas superficies de tierra (minifundio) lo que incide también en los bajos rendimientos productivos. Bastantes localidades rurales despobladas y con población de personas mayores, pues los jóvenes (HyM) migraron en busca de empleo e ingresos engrosando la población en las principales ciudades; una pobreza extrema y Necesidades Básicas Insatisfechas (NBI) concentrada en municipios rurales, varios de los cuales mantienen esa situación desde el 2005. También se caracteriza por una disminución en la diversificación agrícola y por la sustitución de cultivos tradicionales para la alimentación por el cultivo de la soya transgénica4, en muchas extensiones en el oriente.

•    Otro componente significativo en el sistema agroalimentario es el sector agro empresarial afincado en el Oriente con predominancia de la agroempresa dedicada a la producción de soya transgénica para la exportación, la cual cada vez amplía más su extensión cultivada con rendimientos productivos estancados y los más bajos de los países de ALT; generando una elevada contaminación por herbicidas de tierras y acuíferos; y también, en algunos sectores, una pérdida de fertilidad de los suelos por el agotamiento de la tierra y la destrucción de la biodiversidad. Acompañan a este cultivo, las empresas ganaderas dedicadas a la crianza de ganado vacuno (y más recientemente porcino) para el mercado asiático. Ambas se reproducen a costa de una creciente deforestación fruto de la ampliación de la frontera agrícola; con Pueblos Indígenas invadidos en sus territorios por loteadores y traficantes de tierras bajo la tutela y patrocinio del Estado.

•    Otro actor a considerar es la industria privada manufacturera de alimentos y bebidas que cada vez utiliza más cantidad de materias primas de origen externo; con una participación cada vez menor en la conformación del PIB manufacturero, generando menos empleo y una baja productividad.

•    También existe una incipiente industria estatal de alimentos (Empresa Boliviana de Almendras,  Lacteosbol, Promiel; entre otras) mal ubicadas geográficamente (la mayoría en el Chapare), con dificultades para acceder a materia prima; mala administración/gestión; baja capacidad de uso de maquinaria y pago extemporáneo de la materia prima demandada. 
Resalta en estas empresas, EMAPA que intervino como agente regulador de precios en el mercado acopiando alimentos y vendiendo a precios más adecuados, sin embargo, no pudo incrementar la producción interna (estableció subsidios a la comercialización del trigo, pero no a la producción). También resalta la Empresa Azucarera San Buena Ventura que además de su excesivo costo, fue mal ubicada; carente de materias primas; baja capacidad utilizada; generando cambios en el uso del suelo al igual que invasión a las tierras de los Pueblos Indígenas (Tacana) y gran deforestación, entre otros.

•    Enmarcan el sistema agroalimentario una serie de programas gubernamentales (PAR, IPDSA....) vinculados al tema, que por lo general no logran cumplir todas sus metas; al igual que una serie de instituciones como el SENASAG (que no dispone de recursos5), el INRA (que dotó tierras de forma irregular a personas individuales, a comunidades fantasmas, a agro empresarios en tierras de reserva forestal, facilitando el acaparamiento y avasallamiento de tierras) y el INIAF, que no brinda asistencia técnica a la AF y porque sus programas de investigación se concentran en pocos alimentos básicos. (El uso de semilla certificada en los alimentos básicos es mínimo. Por ejemplo, en el año 2015, el uso de semilla certificada de papa fue de sólo el 3.71%; en habas el 2.06%; en frejol el 6.6%; en arvejas el 2.75% del total nacional)6.  

Toda esta configuración del sistema agroalimentario nacional generó una creciente importación de alimentos (de 391 millones $us el 2010 a 678,4 millones $us el 2018, sin contar el contrabando que representa 1/3 más, según el INE) lo que significa una vulnerabilidad nacional. Ya no solo se importa trigo y harina de trigo, sino sobre todo alimentos ¨preparados¨ provenientes del Asia. Asimismo, hoy en día, esas cifras han debido incrementarse más aún pues todos nuestros mercados están abarrotados de productos importados que produce nuestra AF (papa, cebolla, tomates, frutas, camotes, paltas y otros que traen del Perú, Chile, Argentina, Brasil)7. Contrariamente a esta gran disponibilidad de productos importados, aún existen en el país poblaciones vulnerables con elevada desnutrición y crecientes poblaciones con sobrepeso y obesidad (producto de una inadecuada alimentación).

¿Qué corresponde hacer al respecto de la situación descrita y cómo se debe enfrentar esta nueva fase? ¿Se continuará con el mismo modelo implementado e impulsado por el gobierno anterior...O se debería plantear un nuevo modelo que empiece a sentar las bases para un cambio estructural y construir un país con mayores perspectivas de sobrevivencia?


1  Una plaga asoló y diezmó al ejercito ateniense durante la guerra del Peloponeso; el imperio romano antes de su caída fue asolado por otra plaga; la conquista del imperio azteca por H. Cortes fue debido a la viruela que trajeron a América; la epidemia de gripe en 1918 durante la 1ra guerra mundial produjo muchos decesos y un cambio de estrategia militar, entre varios otros sucesos, han condicionado y modificado el curso de la historia (al respecto ver “Plagas y Pueblos” de William H. McNeill; “Armas, gérmenes y acero” de Jared Diamond).

 2  En arroz se produce (3.1 Tm/Ha) 2.6 veces menos que en Perú; en cebolla 4 veces menos que en Chile. En papa se produce 6.4 Tm/ha mientras que en Argentina 32. 3 Tm/Ha (5 veces +). En tomate 13.4 Tm/ha mientras en Brasil 71.9 Tm/ha (5 veces +). Hasta quinua nuestra productividad es baja: 2.5 menos que en Perú (www. FAOSTAD 2018).

3  En regiones del altiplano (LP, PTS, Oruro) oscila entre 1.11 y 2.04 Tm/Productor y en los valles alrededor de 2.70 Tm/Productor (CHQ, CBB). Hasta el 2012, la productividad lograda en Santa Cruz era casi 46 veces más que en el altiplano y 8.3 veces más que en los valles. Estas diferencias en productividad regional son un factor decisivo para la aparición de las desigualdades regionales.

4 Prudencio J. (2019) “El complejo de la soya transgénica en Bolivia”www.https.Julioprudencio.com)

5  Por ejemplo, en Cobija, cada técnico debe atender a 3 municipios del departamento sin movilidades para trasladarse y sin gastos de comida/alojamiento. (Estrategia Desarrollo de la Amazonía MDRyT-FAO 2020).

6 Lo anterior significa que entre el 91% y el 98% de las semillas de los alimentos básicos como la papa, habas, arvejas, frejol, quinua, forrajes; y el 78% de las hortalizas provienen de los agricultores campesinos quienes las recolectan, seleccionan y luego las conservan. Pero también hay una reutilización de esa semilla certificada por al menos dos siembras, por lo que la superficie que utiliza semilla propia de buena calidad aumenta un poco más.

7 Según el INE, en el 2018 se importaron 28.750 kg de papa fresca; 3.8 millones de kg de papa congelada y 818.459 kg de chuño y tunta; es decir que las importaciones de papa representaron 100 millones $us. (04/26/2019 El Diario) En hortalizas, en el 2000 se importaron 3.897 Tm  y en el 2017,  21.307 Tm (5.4 veces más). Al interior de éste grupo de alimentos resaltan las importaciones de tomate (se incrementan 3 veces +) y cebollas (aumentan 52 veces +).