Opinion

Simpatía por la muerte
El Deshabitado
Marcelo Arce Rivero
Jueves, 10 Agosto, 2017 - 09:29

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El hacinado “micro” asciende la pendiente, de más de 40 grados, lentamente llevando consigo a personas de toda condición social y económica, desde una mank´apayera hasta niños que van colegios y escuelas cerca o ya dentro la jurisdicción de la ciudad de El Alto.

De pronto, una frenada brusca pone a todos atentos a mirar por las ventanillas. Sucede que unos metros más arriba un “trufi” de la línea de los “correcaminos”, que todos los días mezclan alteños y paceños, “ya no puede subir porque está lleno y además está funcionando con gas”. Los más temerosos abandonamos el taxi de ruta fija, por si acaso…

Es una aventura épica que todos los días sufren las personas que viven y/o trabajan en las ciudades de La Paz y El Alto. Es una verdadera invitación a desastres o metafóricamente una simpatía con la muerte esta travesía de estos paceños y no hay nadie ni nada que, por lo menos, ordene el tráfico vehicular.

Se trata de la circulación vehicular en la Av. Max Fernández que une a las dos urbes y que en las horas pico permite la movilización de miles de paceños porque para muchos de ellos, el costo del teleférico amarillo es elevado, además los deja lejos del centro de sus actividades.

Los micros, que pertenecen a varias líneas datan de los 80, pero “están arreglados y funcionan muy bien”, dicen los conductores que se detienen adónde quieren, mejor si es en el centro de la calle y que el resto de los vehículos esperen.

Los “correcaminos” arreglaron sus coches para que funcionen a gas y puedan llevarse más dinero a sus arcas, sin importarles que cuando se hacen esa clase de arreglos el motorizado, que está diseñado para utilizar gasolina, pierde fuerza y puede ocurrir cualquier cosa, pero a quién le importa.

Sus automóviles vienen preparados para transportar a cinco pasajeros, incluyendo al conductor, pero estos señores, les quitaron la maletera y ahora “meten a nueve paceños” que urgidos por llegar a sus destinos, se acostumbraron a viajar con el Jesús en la boca. Dos en lo que era el espacio para la maletera, cuatro en la fila de atrás y tres adelante, linda forma de transportar a personas humanas.

Esta ruta es tan ventajosa, económicamente hablando que los minibuses no se quedan atrás e instalaron una de sus paradas en el inicio de la empinada Av. Fernández, dejando un solo carril para el resto de motorizados.

A partir las 18:00, parte de los avezados “correcaminos” instalan una de sus paradas en el inicio de la avenida, de forma paralela a la estación del teleférico amarillo, claro, para qué bajar hasta San Pedro, si “desde la Buenos Aires hago el mismo negocio ahorrando gas”.

Y entonces, uno se pregunta dónde están las instancias encargadas de organizar el tráfico y este servicio vehicular en función de los intereses de la población, pero, esto es pedir mucho, si son amigos y se los ve compartiendo la “sajra hora” a uniformados de tránsito y estos empresarios del transporte. Y la alcaldía? por favor…Estos negociantes deciden sus rutas, sus frecuencias, las tarifas, el número de pasajeros y ponen el letrerito: “se reciben movilidades para líneas rentables”.

Sólo nos queda mirar por las ventanillas y pedirle a la Virgen que nos proteja de estos señores y sus sabrosos gustos musicales, además de olores, pero el panorama es peor, los loteadores están tumbando todos los cerros que eran característica de esas zonas de paceñas y nadie dice ni hace nada, entonces, sí que La Paz es una ciudad maravilla y milagrosa.