Opinion

EVO, SANTA CRUZ Y LA REVOLUCIÓN
El Juguete Rabioso
Walter Chávez
Martes, 24 Septiembre, 2013 - 20:44

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Las páginas que escribe Álvaro García Linera, casi todas me aburren, salvo aquellas en las que habla del Estado, la Revolución y su futuro. Apartándose de los clásicos, que veían a la revolución como un continuum, él de pronto aporta una mirada realista y hasta nostálgica: nada es para siempre, nos dice… toda revolución acaba en algún momento y su carácter depende mucho del tipo de adversario que tiene al frente… la Revolución inventa su devenir y –esto es importante– el revolucionario (si no es estúpido) se da cuenta de que siempre estará luchando solo… casi lo que mantuvo Dr. Hook en  WhenYou're In Love With A Beautiful Woman… cuando se ama a una mujer hermosa siempre se está solo… Los falsos revolucionarios, esos que se hicieron (y se quedaron) en las comodidades del aula y la biblioteca, son los primeros en desertar. Ante cualquier adversidad levantan el dedo acusador para sospechar a la Revolución de que se está desviando… no son capaces de quedarse para triunfar o fracasar dentro de la Revolución… ¿Entenderán esto los resentidos y librepensantes? Comprenez-vous, Raúl Prada?

En un artículo reciente, publicado en la versión argentina de Nueva Sociedad, Fernando Molina se pregunta: ¿Por qué Evo sigue siendo popular? Las respuestas que él mismo se da son varias y muchas tienen que ver con la bonanza económica que vive Bolivia, “El Gobierno de Evo Morales –dice Molina– está coincidiendo con el mejor momento económico de la historia boliviana”, y luego enumera otras cualidades, a nivel social y político, no menos importantes del gobierno del MAS que explican por qué Evo, después de casi ocho años, sigue teniendo una aceptación superior al 50%.

Se podría decir que Molina –en sus textos actuales– es un raro caso entre la intelligentsia liberal. Normalmente, los “analistas” ad usum hacen esfuerzos increíbles para que uno sospeche de que son tontos. Y lo logran. Diariamente exponen sus “alarmismos” sobre el Proceso de Cambio, tratando siempre de resaltar los puntos negativos del Gobierno, como si la realidad se limitara a ellos. Molina en cambio escribe con pulsión propedéutica y trata de explicar el fenómeno por los hechos: “Durante la última década se ha producido en Bolivia lo que en términos marxistas cabría denominar ‘revolución política’; es decir una sustitución de las élites que fue bastante completa”, explica.

Precisamente, lo que acaba de pasar en Santa Cruz de la Sierra, la entrada de Evo Morales a la Feria, es un paso más de la Revolución, en ese largo camino hacia la conquista de la hegemonía, como la llamó Gramsci. Humberto Vacaflor habla en su última columna de “La toma de Santa Cruz”, y es una exageración. Pero eso sienten los analistas. Antes soñaban con que la Media Luna y el poder empresarial desaten sus iras y desalojen al indio del gobierno. Por eso, ante este encuentro entre el poder camba y Evo Morales, ellos ya viven el acabose… Como diría Joaquín Sabina, sienten que el Palacio está en llamas / el Rey ha muerto en el campo de batalla / la Reina se ha pasado al enemigo… LAS FIERAS ENTRAN EN LA CATEDRAL… y no es así, desde luego que no.

Toda Revolución en democracia depende, en buena medida, del comportamiento de las minorías. Sí éstas no la aceptan, entonces hay violencia y polarización. Quizás uno de los mayores aciertos del Presidente Evo Morales haya sido hallarle un ritmo adecuado al proceso que vive el país desde hace un par de décadas. Porque la Revolución Democrática y Cultural no empieza en 2006, no. Ese año, Evo tomó el gobierno, aunque no “tomó el poder”, como dijo en uno de sus primeros discursos como presidente, pero el camino emancipatorio del indio viene desde mucho más atrás. Cuando hablamos de “ritmo adecuado” nos referimos específicamente a marcar una pauta según la cual el proceso va cumpliendo etapas. Y esto se da en dos sentidos, en el perfil personal y en el manejo estratégico de los tiempos y los campos políticos. En lo personal tuvo que dejar de ser el dirigente cocalero para convertirse en líder indígena (más amplio que cocalero) y luego, a partir de 2009, ir hacia la búsqueda del liderazgo nacional. Y en lo político empezó solidificando la Revolución Democrática desde el campo popular para avanzar hacia la inclusión de los sectores que antes le eran adversos, como pasó recién en Santa Cruz.

Entre 2006 y 2008, prácticamente no había intelectual, analista u opinador que no considerara que “el mayor error de Evo era decirle NO a las autonomías”. Una revisión rápida a los archivos periodísticos muestra claramente aquello. Incluso dentro de la izquierda se creía que ante el “empate catastrófico  (revolución india vs. poder empresarial del oriente)” la única posibilidad real era “la salida pactada”. Pero Evo decidió la salida revolucionaria: la lucha de clases, para dirimir cuál de los dos proyectos debería sobrevivir. Venció la Revolución,  después de una confrontación larga, en casi todos los campos; incluso el militar, a partir de los sucesos de septiembre en Pando y luego con la marcha de los indígenas y campesinos hacia Santa Cruz, para definir por la violencia el futuro de la revolución. Hoy vemos que, sin ese acierto de Evo Morales, el futuro del proceso de cambio hoy sería otro. Si Evo decía sí a las autonomías y a los estatutos autonómicos elaborados bajo influencia de los poderes regionales, quizás hoy no habría Revolución… hubiera habido una paz momentánea el 2008, pero finalmente el proyecto de poder conservador se hubiera potenciado con la autonomía regional y probablemente le hubiera dado un golpe mortal al Proceso de Cambio.

Entonces, el camino de la Revolución Democrática y Cultural de Evo ha sido (y es): lucha – victoria – inclusión – expansión… Así se construye una hegemonía cultural que es, al final y al cabo, el verdadero triunfo de una Revolución.

No faltarán los simples que quieran leer esta inclusión social que hoy se vive en Santa Cruz como una falta, como un indecoro, dentro de la Revolución. Pero no es así. No hay pacto, sólo se amplían los horizontes, teniendo siempre a los movimientos sociales como “la industria pesada” de la Revolución. Lenin intuyó que la hegemonía de la Revolución se logra incluyendo a las minorías, esto hizo con la Nueva Política Económica de 1921, lo que pasa es que en esta construcción lo alcanza la muerte y no pudimos ver los resultados. Gramsci lo intuye, pero él no tuvo en sus manos un gobierno. Evo pone en práctica un movimiento táctico –como no pudo hacerlo, lamentablemente, el desaparecido Hugo Chávez, y por eso la polarización venezolana se alargó en el tiempo– y abre las posibilidades de inclusión en el proceso de nuevos cuerpos sociales que, en el fondo, permiten expandir en el tiempo la revolución… para que algún día no la recordemos con nostalgia. Tal vez no me apresuro al decir que la Revolución india boliviana no será ya nunca eso que Heidegger llamó bellamente Holzwege, una senda perdida…

Claro, hay que precisar que esta inclusión se hace desde la hegemonía. La Revolución no pierde al incluir al empresario, al contrario gana, porque por vez primera esa minoría –que culturalmente era (y seguramente seguirá siendo por algunas generaciones) portadora de un pensamiento colonial, blancoide, racista– acepta la democracia de las mayorías, acepta la Revolución y a su líder indígena, antiimperialista. Y lo acepta en tanto y en cuanto este líder también se ha convertido en un estadista, en el conductor moral y político de un proceso fuerte, histórico y además ganador económicamente hablando . El empresario cruceño lee los éxitos económicos del gobierno y deja a un lado la polarización. El autonomismo y el regionalismoque eran amenazas serias para la unidad del país, hoy se piensan en clave nacional: el desarrollo del Oriente es el desarrollo de Bolivia. Y todo esto teniendo como único proyecto de desarrollo, las políticas del Estado Plurinacional. No hay pragmatismo coyuntural del empresariado. Tampoco hay ingenuidad estatal o gubernamental. Hay una integración de los poderes regionales a los horizontes señalados por la Agenda Patriótica 2025.

Creo que hay más de una razón para encender un Montecristo y dejar que todo se llene de Bob Dylan: “vamos gente, reúnanse en cualquier lugar, admitan que las aguas han crecido a su alrededor, los tiempos están cambiando, The Times They Are Changin”.