Opinion

LA IMAGEN DE LOS CHAMBONES
Justo y Cabal
Victor Hugo Maidana Alcoba
Jueves, 29 Octubre, 2015 - 12:14

Valorar: 
sin votos aún

Cuando un puente se cae deja un vacío que no lo puede llenar la construcción de otro puente, diríamos así, un poco parafraseando una parte de una inmortal letra de una  canción  de Alberto Cortez, que le canta a un amigo que se va.

Un puente se cayó en Cochabamba, con él se fueron muchas ilusiones  y se quedaron miles de frustraciones y dudas.

Frustraciones porque  toda obra pública se hace con los recursos del Estado,  por ello se supone que debe estar hecho a conciencia, con esmero y aprecio, para que dure lo que tiene que durar, mucho tiempo.

Cuando las obras públicas viven muy poco, sobre todo aquellas que tienen que ver con alta ingeniería, es una verdadera lástima, porque no sirvieron para nada o sirvieron muy poco.

Un puente al margen de los cálculos de la resistencia del hormigón, el fierro y la piedra, tiene que ver también con un sentido social. Los puentes acercan a la gente, facilitan la comunicación y circulación de personas y vehículos, en consecuencia no es un simple adorno que se le hace a la quete.

Estas grandes obras cuando se caen, dejan también muchísimas dudas, sobre quienes lo construyeron y como lo hicieron, qué calidad de obra edificaron, cómo se adjudicaron el trabajo, un mar de incertidumbres que ahora  necesariamente se tendrán que ir revelando unas tras otra.

Podrán hacer en el corto, mediano o largo plazo otro puente, quizás  hasta podrían reacondicionarlo el que se cayó, pero no menos cierto es que detrás del polvo que deja un derrumbe, hay una historia  que estará siempre abierta ya sea  desde la mera especulación o desde el análisis de las verdades objetivas.

De una cosa si hay seguridad y es que quienes construyeron el puente caído y quienes se encargaron de supervisarlo, se aplazaron inobjetablemente.

Para que un puente se caiga, es que los unos y los otros que intervinieron en dicho trabajo resultaron unos soberanos chalecos y eso no es hacer leña de los arboles caídos, si no tan solo, es opinar sobre los hechos que están a la vista.

Para decir que los constructores y los supervisores no hicieron bien su trabajo, no se necesitan títulos de  ingenieros, topógrafos, calculistas, cuando hay resultados nefastos.

Seguramente a la hora de las verdades, los peritos harán su trabajo sobre  los errores  técnicos específicos. Hay que esperar sus informes para el debido juzgamiento a quienes resulten responsables de la caída de puente nuevo.

Entre tanto suceda lo que tenga que suceder en el futuro con el tema de las responsabilidades, civiles, penales, administrativas y ejecutivas,  hay una verdad que está ahí al frente colgando cerca del piso y que  hasta el más humilde de los ciudadanos lo percibe como un monumento a los pésimos  constructores supervisores de un puente desfallecido.

No supieron hacer su trabajo con aprecio para todos los ciudadanos y cobraron por hacer las cosas a las patadas.

Ahora llegará el tiempo de las santificaciones y los pretextos de todo calibre, pero nada podrá borrar de la fotografia la imagen de los chambones.

GRACIAS Y HASTA UNA PROXIMA CUANDO VUELVA PARA HABLAR JUSTO Y CABAL.