Opinion

UNA VILLA FLOR QUE INVITA AL TURISMO
Ojo al Charque
Constantino Rojas Burgos
Viernes, 26 Septiembre, 2014 - 00:16

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La comunidad Villa Flor de Pucara se encuentra en el Valle Alto de Cochabamba, a 20 kilómetros de Cliza en la carretera que conduce a Sacabamba. En la comunidad viven 23 familias, producen papa, cereales, frutales y solo cuentan con agua de riego construido con aporte comunitario y la cooperación de Medicus Mundi y del Proyect Concert International (PCI). 

Las familias que viven en la comunidad realizan sus relaciones comerciales con Toco (a cuatro kilómetros) y Cliza (a 16 kilómetros). Aunque formalmente la comunidad pertenece al municipio de Anzaldo, en la práctica no tienen ninguna relación social, económica ni de trabajo, porque los comunarios señalan que se encuentran lejos y que incluso tienen que caminar entre cuatro y cinco horas para llegar hasta Anzaldo.

La comunidad cuenta con un molino construido hace 100 años y que funciona con la fuerza del agua de un pequeño dique de contención, además de la presencia de ruinas (probablemente incaicas) y de cerámica que podrían generar una ruta turística para que los cochabambinos visiten esta comunidad, hoy olvidada por las autoridades. Villa Flor de Pucara es también parte de Cochabamba y requiere del apoyo de las autoridades.

En Villa Flor de Pucara, en esta época del año, destaca la floración de las plantas de durazno en cada uno de los terrenos de los comunarios,  que tienen predilección por cultivar esta planta frutal, lo de “Pucara” debe ser por la presencia de ruinas presumiblemente incaicas, que no han sido exploradas por los arqueólogos ni antropólogos y tampoco los comunarios le han prestado especial atención.

Llegado a la comunidad, el profesor Zacarías Reyes, Freddy Beltrán Peralta, además de  don Julio, el más anciano de la comunidad, nos invitan a dar un paseo por estas ruinas, paseo que dura un promedio de tres horas de escalar el cerro, abrirse paso con dificultad en el borde del mismo, lleno de pajonales, arbustos, espinas y ramas de algarrobo que le da un especial interés a la caminata. 

Desde lo alto del cerro, se puede apreciar un cañadón parecido al de Toro Toro, donde advertimos ruinas de piedra que al paso del tiempo aún se conservan intactas y que requieren de restauración y conservación, con el propósito de promover el turismo interno y permitir que los comunarios puedan tener una interacción permanente con los turistas que ansían conocer algo nuevo y poco explorado. Villa Flor de Pucara nos invita para hacerlo.

En la comunidad de Villa Flor de Pucara, por cuenta propia, han construido un dique de contención de agua aprovechando una pendiente y desde ese lugar trasladan el agua a través de una conexión de mangueras a cada uno de los terrenos de los comunarios, de modo que ese sistema de riego les permite una producción agrícola de mayo a noviembre. De diciembre a abril, se proveen del agua de lluvia, de manera que en la comunidad producen durante todo el año, papa, hortalizas, frutales, ajo, manzanilla, cebollas y que además no requieren utilizar fertilizantes ni agroquímicos para disponer de una producción agrícola orgánica.

Lo paradójico de Villa Flor de Pucara es que no cuentan con agua potable  —un derecho humano del que han sido privados por el Gobierno Autónomo del Municipio de Anzaldo—, cuyo Proyecto del Sistema de Agua Potable benefició a la comunidad de Jatun Pampa en perjuicio de los comunarios de Flor de Pucara, que ahora hacen uso de agua de un manantial (juturi) o almacenan agua de riego en tanques y filtran para el consumo familiar. Una deuda que el Municipio de Anzaldo debe tomar en cuenta.

El autor es periodista y docente universitario