Opinion

CRISTIANOS FIELES
A ojos vista
Mario Mamani Morales
Martes, 9 Julio, 2013 - 11:04

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En estos tiempos es ya difícil saber cuántas iglesias, sectas, misiones u otras denominaciones existen, se dicen ser las verdaderas y que predican la Biblia, interpretándolo a su modo y antojo, confundiendo al pueblo de Dios, aprovechándose de sus sentimientos, necesidades y atribulaciones del alma.

La historia reconoce a Martín Lutero como el gran reformador de la iglesia, hasta antes de él los cristianos, (seguidores de Cristo) estaban cobijados en el catolicismo; pero este hombre que pertenecía a los Agustinos, observó que la venta de las indulgencias por parte de la jerarquía de la iglesia, el Papa de entonces, estaba mal, que el perdón de Dios se alcanzaba por fe y no por obras, estas observaciones le conllevan a la excomulgación, fue perseguido y proscrito por la iglesia católica y ahí nace la denominación de “protestante”. (1520)
Los seguidores de Lutero se quedan hasta ahora como protestantes, algunos suelen llamarles como “los hermanos separados”; pero sea como fuere, la iglesia se divide en dos caminos grandes: evangélicos y católicos.

En cumplimiento del mensaje bíblico, según pasan los años, aparecen infinidad de sectas, iglesias y denominaciones, al igual que dentro de la iglesia católica existen congregaciones con diferentes liderazgos y que se puede recoger en la lectura de la historia, nada fácil por cierto, porque debe reconocerse que a nombre de la Biblia, la cruz y la espada se sometieron pueblos, se hicieron atrocidades en muchas partes del mundo y que constituyen un desafío para mirar con criterio el análisis de esta verdad inocultable.

Según referencias históricas, el protestantismo llega a Bolivia recientemente,  en la década de los 40 ó 50 del Siglo pasado, ahí están los Luteranos, Bautistas, Libres, Misión Andina Evangélica entre otros, iglesias con personería jurídica reconocida y que se constituyen en congregaciones bien establecidas hoy y con miles de fieles; no son los fanáticos aparecidos últimamente que dejan mucho que desear, sectas falsas. ¡Vaya uno a saber…!
Es que con el pueblo siempre se ha jugado con la religión. Un ejemplo es cuando en los tiempos de la dictadura de Banzer, en la década de los 70, apareció un famoso predicador de apellido Ruibal, sanaba enfermos, levantaba en pie a los paralíticos, su mensaje aliviaba los males del alma, se hacía noticia como milagros en reuniones de multitudes; pero al final resultó ser todo un montaje político para distraer el descontento del pueblo y el engaño fue descubierto, sólo era un show con personajes a sueldo que hacían el papel de los enfermos curados.

La historia de las iglesias serias y confiables que llegaron a Bolivia tiene sus peculiaridades; fueron perseguidas, apedreadas, escupidas, “discriminadas”, no fueron fáciles de construir porque el celo del catolicismo por controlar a sus fieles hasta se hizo cruel en algunas circunstancias. Sus misioneros, pastores y obreros tienen mucho que testimoniar sobre estos pasos iniciales; pero finalmente se consolidaron. Ojo que aquí no se debe olvidar el mensaje bíblico de: “por sus obras los conoceréis”.

Dentro de los líderes evangélicos bolivianos muchos se destaca por su fe, su entrega, su convicción y decisión de llevar la buena nueva  hacia lugares recónditos; muchos de ellos ya partieron al “encuentro con el Señor” como suelen decir en sus ceremonias fúnebres. Entre ellos vale la penar mencionar a un nombre: José Manuel Choque Chambi, originario Kakachaca (Oruro), pueblo aguerrido nunca colonizado por los españoles; pero enemistado con los Jukimanis y alrededores que se enfrentaban en batallas campales hasta hace poco.

José Manuel fue un hombre que aprendió el evangelio en el Instituto de Karachipampa, cerca a Quillacollo de Cochabamba, ya pastor recorrió muchas partes de Bolivia, entre ellas el norte de Potosí donde levantó iglesias que hoy están afiliadas a la Unión Cristiana Evangélica, UCE, que tienen el lema de: “Cristianos fieles para con Dios, ciudadanos honrados para con la patria”.

Fue el semillero de la UCE en Potosí y dirigió el Instituto Bíblico de San Juanillo, en Sucre, recorrió con su mensaje en varias partes de Santa Cruz, Cochabamba y la semana pasada pudo decir: “he recorrido la buena batalla” y se acogió al descanso eterno.

La diferencia es que nunca vivió en palacetes, lujos u obtuvo beneficios de los fieles, cumplió su misión: predicó el evangelio con su ejemplo.