Opinion

El AGUA
A ojos vista
Mario Mamani Morales
Martes, 15 Noviembre, 2016 - 17:08

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La Naturaleza está enferma. Nos alerta a quienes la habitamos sobre las consecuencias fatales para la vida si no tomamos en serio la urgente necesidad de cuidar nuestro entorno. La falta de agua bebible en muchas partes del planeta ya es una catástrofe.

La falta de producción agrícola traerá como efecto el hambre porque no habrá dinero que alcance para comprar el alimento diario. Una tercera parte de la población rural ya vive una situación dramática porque las cosechas tempranas que se preveían quedaron reducidas a la nada por falta de agua; los sembradíos en grande, previstos para estas semanas, tienden a no realizarse por falta de lluvias. El bolsillo de las familias, es decir la economía, se vendrá abajo.

Los cambios en el planeta se sienten en cada lugar: los ojos de agua que se veían en el campo, sea donde se mire, han dejado de ser tales; las ciénagas se han convertido en áreas donde corre el viento, el polvo y no da alimento para los animales que migran, sufren de sed y mueren.

La historia reciente nos recuerda la “Guerra del Agua”, dramáticas jornadas en El Alto, La Paz y Cochabamba, se logra expulsar a las empresas privadas, francesa primero y la británica después, (1997-2003) y se crean las administradoras nacionales como EPSAS y SEMAPA; pero a partir de esas fechas ¿cuánto se ha invertido en agua y servicios básicos para Bolivia?

Quienes lideraron la lucha por el agua llegaron a ocupar ministerios, altos cargos en el gobierno actual y algunos todavía siguen como asambleístas nacionales; pero olvidaron dar continuidad a la lucha y cumplir los objetivos del milenio y el Plan de Desarrollo Nacional que tenía como objetivo lograr que el 70% de la población boliviana tenga agua potable hasta el 2015. ¿Se cumplió?

Sólo desde el 2003 al presente las ciudades se han expandido en su marcha urbana. El último Censo de Población y Vivienda revela estadísticas de que hay más habitantes en las ciudades que en el campo, esa gente que ha dejado el área rural y se ha asentado en las villas o la periferia de las capitales es la que más sufre la falta de agua.

Se demuestra que la vida ya no es posible ni en el campo ni en las ciudades. Vivir bien queda en el discurso; pero quienes tienen dinero viven mejor porque pueden hasta comprar cisternas de agua para cubrir sus necesidades: para el pobre ni gota.

La vida en las barrios periféricos y nuevas urbanizaciones donde no existe la infraestructura para el servicio de agua, es dramática; los enfrentamientos entre vecinos está por explotar y las consecuencias pueden ser fatales; en el campo, un ojo agua, una vertiente, un pozo, es motivo de disputa no sólo para el consumo humano sino para los animales que todavía quedan.

¿Esperamos que esta situación mejore? ¿Volveremos a admirar montañas cubiertas de nieve? ¿Los ríos volverán a tener su cauce de antes? ¿Volveremos a tener temporada de lluvia como antes? ¿No cuesta menos un litro de gasolina que otro tanto de agua? ¿Lo que se vive hoy no es un anuncio del principio del final?

Bolivia sigue siendo el país con el índice más bajo en la cobertura de agua y alcantarillado en América latina, para lo peor, las empresas administradoras de estos servicios se han convertido en botín político partidario, clanes familiares, amigos y cuotas de poder que da resultado de ineficiencia, el dinero que el pueblo paga sólo alcanza para sueldos elevados, no para invertir en su desarrollo. ¿Sabemos cuánto se recauda cada mes y dónde se destina?

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S-151116