Opinion

ESCUELA Y ACREDITACIÓN CIUDADANA
A ojos vista
Mario Mamani Morales
Miércoles, 3 Julio, 2013 - 12:34

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El país ha sido sacudida con informaciones macabras de asesinatos, violaciones, suicidios y otros producidas en las últimas semanas,  se involucran como principales protagonistas a personas no mayores de 20 años, es decir, gente joven que se supone que es la riqueza humana en la actual sociedad.

¿Quién acredita que una persona esté dentro o fuera de la sociedad? ¿Cómo se adquiere la ciudadanía? ¿Es suficiente tener una determinada edad y ya? ¿Cuándo llegamos a tener competencias plenas para participar como miembros plenos de la sociedad? ¿Se califica el cultivo pleno de las habilidades críticas para la corresponsabilidad social? ¿Tiene que ver en esto la educación o escuela? ¿La propuesta de la educación productiva y sociocomunitaria está orientada a disminuir hechos delictivos? ¿Tendremos pronto una mejor comunidad?

Las últimas propuestas de seguridad ciudadana se orientan a construir más cárceles seguras, estaciones policiales integrales, el indulto presidencial para aminorar el contingente de presidiarios, el uso de manillas sofisticadas y control satelital para arresto domiciliario, que en las penitenciarías no pernocten niños y muchas palabras escritas en conclusiones; mientras tanto, la sociedad cada vez más está convulsionada en hechos delictivos.

Seguramente que las ideas así propuestas están bien, pero no se tiende a atacar la raíz del problema que es la familia, la escuela o la educación. Toda persona tiene una trayectoria social que se constituye en la experiencia previa tan renombrada por los pedagogos y sociólogos de los últimos tiempos,  he ahí la famosa teoría constructivista.

En la realidad, las generaciones que oscilan en los 15 y 20 años son producto de esas teorías, adicionado a la crisis o transformaciones ocurridas sobre la concepción de familia, las responsabilidades compartidas de papá y mamá que deben salir a trabajar para poseer lo que “una buena familia debe tener”.

Entonces se acrecientan las familias destrozadas por el divorcio, las familias monoparentales, la libertad para los hijos que se trocan en la influencia de la televisión, el chat, las famosas redes sociales y lo peor, los juegos en red donde se convive y crece con la violencia, el mundo de las pandillas, el machismo absoluto y el poco respeto a los derechos del otro. Mientras lee estas líneas ¿sabe dónde está su hijo o hija y con quién?

La escuela o educación ha dejado de tener parte vital para la acreditación ciudadana, ya no es corresponsable para formar miembros competentes de la vida en sociedad, sencillamente se ha desautorizado al maestro y la maestra o el docente de educación superior para influir en el estudiante, por el contrario, hay que sancionar y estigmatizar al maestro “malo” que quiere tener parte en la vida del alumno, así la educación no desarrolla habilidades necesarias en los ciudadanos que se entregan como miembros plenos de la sociedad.

Por otro lado, nos ufanamos de que en el Estado Plurinacional de Bolivia se presenta una explosión de la matrícula escolar, la cobertura supera las expectativas, es más, la educación es obligatoria hasta secundaria, entonces hemos reducido la tasa de analfabetismo, también tenemos un ejército de trabajadores “independientes” o “informales” con título universitario que deambulan por nuestras calles porque se niegan a emigrar, todavía tienen esperanzas en su patria para no ser sirvientes en otras partes. ¿Un pueblo educado no tiene una sociedad más segura y con índices mínimos de delincuencia?

Con los cambios que se producen en el país, la educación descolonizadora, productiva y comunitaria se constituye en un derecho y obligación para los niños y jóvenes, se prevé transformar el carácter colonial del Estado con la formación de recursos humanos con sentido comunitario, productivo e identidad cultural, para promover una educación libre y liberadora donde se practique la intra e interculturalidad, hasta aquí, todo bien, pero falta cimentar valores específicos en base al “ama sua, ama k’ella y ama llulla”, que sólo queda en teoría.

Si las familias ya están mal por la situación económica y social, la escuela también está peor porque se entiende que sólo es un botín político para el partido en función de gobierno; contrariamente a los maestros y maestras que quieren alcanzar la licenciatura se les insiste en lo “holístico”; mientras tanto la sociedad está sacudida por hechos cada vez más tenebrosos.