Opinion

MOVIMIENTO A LA DESIGUALDAD
A ojos vista
Mario Mamani Morales
Jueves, 19 Noviembre, 2015 - 18:14

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En términos capitalistas se afirma que un país progresa cuando la desigualdad entre su población es mayor. El progreso produce beneficios y éstos no pueden ser disfrutados por todos por igual, menos al mismo tiempo. ¿En Bolivia hay progreso o no lo hay? ¿Por lo menos tendemos a ser iguales o las diferencias siguen siendo abismales?
Las fiestas de fin de año son las más crueles para una economía dejada al libre mercado. Mientras haya gente que pueda comprar un árbol de navidad que cueste varios miles de bolivianos y exista otra que apenas alcance para el buñuelo de esa noche, las diferencias son inhumanas cuando el capital es el rey que domina la vida de las personas.
¿En qué economía nos movemos: la capitalista o la socialista? Tenemos  en el gobierno a una agrupación política que pregona el Movimiento al Socialismo, predicado como igualdad, compartir todo en común, que la sociedad no esté catalogado en ciudadanos de primera y de segunda. El socialismo tiene una economía controlada mientras que el capitalismo deja al libre albedrío de la oferta y la demanda. ¿Cómo vamos en nuestro Estado Plurinacional?
En términos del capitalismo rige en el mundo la globalización, que según los entendidos consiste en la circulación libre por todos los países de cinco cosas: información, mercancías, capitales, tecnologías y personas. Es la máxima expresión de la libertad, señalan.
El gobierno no puede eludir el manto de la globalización, más bien participa de ella, he ahí el satélite “Tupac Katari” justificada en la necesidad de tecnología de información y comunicación bajo la premisa de que “hombre informado es hombre libre”, además que es un poder en el mercado del conocimiento.
La circulación de la mercancía no tiene ningún control o restricción, quién tiene dinero puede comprar un papanoel que habla para ponerlo junto a su árbol de Navidad o puede acrecentar la economía del mercado de ropa usada para matar la industria nacional. En las tiendas de marcas exclusivas y de “símbolo nacional” hoy se venden productos chinos, coreanos o indúes y cientos de fabriles bolivianos en la calle o la desocupación.
¿Cuál fue el objetivo del periplo del presidente Evo por los países de Europa en los días pasados? Atraer inversión extranjera, es decir, traer capitales a Bolivia, finalmente el capital no tiene patria en la concepción de la globalización, así se mueve el mundo financiero, comercial y productivo; mientras tanto, la semana pasada en La Paz se clausuró la octava feria nacional de Institutos Técnicos y Tecnológicos, con interesantes e innovadoras propuestas, ¿Cuánto de capital se destina para explotar, producir a escala y producir estas iniciativas de los jóvenes bolivianos? ¿No tenemos dinero para eso? ¿La tecnología nuestra sólo sirve para alentar ferias?
En la globalización se fomenta la explotación hasta exprimirlo. El ejemplo más claro es lo que ocurre con el Cerro Rico de Potosí, su agotamiento está más próximo que nunca porque sus recursos metálicos tienen que satisfacer las exigencias del capital y el mercado mundial, ya no interesa que se ponga en inminente peligro la misma naturaleza porque la ciudad sin el cobijo del cerro ya no tendrá razón de ser, se trata de la misma sostenibilidad del planeta, se predica la defensa de la Madre Tierra, en los hechos se alienta su destrucción. Más ejemplos sobran: exportamos lo mejor que producimos para alimentar la voracidad mundial sin primero aprovechar nosotros.
Finalmente las personas, el capital humano boliviano, tienen la mirada puesta en otros Continentes, países y economías porque simplemente es la libertad de circulación global, para peor, los profesionales nuestros no son valorados en su propia tierra, el movimiento migratorio es fatal: del campo a las ciudades y de éstas al extranjero, estamos atrapados en el movimiento de la desigualdad: pocos con oportunidades y muchos en la desesperación, marginados, puestos en la congeladora porque alzar la voz frente a la injusticia es ubicarse en la otra acera.
¿Tenemos movimiento al socialismo o movimiento a la desigualdad?