Pachamama, conciencia de vida

Por: Emb. Fernando Huanacuni Mamani*

La conciencia Pachamama, es el cuidado de la vida, el cuidado de la Madre Tierra. Jurídicamente, esta premisa ha sido planteada a las Naciones Unidas como los “Derechos de la Madre Tierra”. Y este planeamiento emerge de una cosmovisión, la cosmovisión ancestral, porque el mundo moderno sea capitalista o socialista está destrozando la Madre Tierra con sus modos de producción.

Si todos los países tuviéramos que consumir lo que consumen los países industrializados, según el profesor de la Universidad de Vancouver, Bill Rees, “necesitaríamos veinte planetas para tener recursos suficientes y capacidad de absorción de desperdicios.” En los países “altamente desarrollados” como los países europeos, hoy en día, la prioridad ya no es el desarrollo, sino la forma de revertir todo el daño que se ha causado al implementar el desarrollo.

Por lo tanto el ritmo de vida que propone la modernidad, bajo el paradigma del “vivir mejor”, es inviable, está en peligro el equilibrio de la Madre Tierra, está en peligro la vida no sólo del ser humano, está en peligro la vida de todo nuestro planeta. El ser humano moderno se ha convertido en un gran consumidor, producto de un sistema diseñado para crearnos necesidades ficticias, que cada vez van en incremento y cuando el ser humano alcanza satisfacer una de esas necesidades, siempre surgen más y nunca nada es suficiente, siempre hay más por obtener. Se está deteriorando la casa en la que vivimos, ya que el sistema produce sin importar a qué costo y se están deteriorando las relaciones, porque se está empujando al ser humano en un proceso de extremo individualismo, la mayor preocupación hoy en día ya no es cuidar del otro o de lo que nos rodea, consumir y tener más, es el nuevo horizonte de vida del ser humano moderno y es una lógica que está destrozando la Madre Tierra.

Este sistema ha convertido al ser humano moderno en el virus, en el mayor depredador de la Madre Tierra y de toda forma de existencia y ese proceso de individualización en el que se ha sumergido la humanidad, está llegando a su máxima expresión, motivada por el miedo; el miedo a fracasar, el miedo a no tener suficiente, el miedo a perder el trabajo, el miedo a enfermar….ya que le cuesta entender algo que en la cosmovisión ancestral indígena originaria está muy claro; que todo está conectado, que todo es interdependiente, que todo está interrelacionado, por lo tanto si soy parte de todo lo que me rodea, nada está lejos, nada está fuera y todo es parte de nosotros.

La lógica de relación sagrada del mundo indígena desde su cosmovisión, sabe que necesitamos relacionarnos bien con todo lo que nos rodea, porque el daño a ese aparente “otro”, es el daño a nosotros mismos, de hecho no existe el otro, sólo nosotros, todos somos Pachamama. Hay un tejido sagrado en la vida que nos va conectando a todo lo que nos rodea y que tiene un propósito para el equilibrio y armonía de la vida.

El ser humano moderno está caminando hacia el abismo, porque ya no es capaz de convivir, la pobreza de espíritu del ser humano moderno se está manifestando en esta crisis, cuando es capaz de dejar morir al otro, sólo porque quiere cuidar de sí mismo, producto de esta lógica individualista y depredadora, no considera importante cuidar de lo que está alrededor. 

Esta crisis sanitaria que estamos viviendo, nos tiene aislados y nos aísla aún más si enfermamos, y con toda certeza, ese es el factor determinante para que el enfermo empeore y finalmente muera. Cuando se termine esta cuarentena y retornemos a nuestras actividades, la humanidad debe redefinir con qué premisas caminar de ahí en adelante, no podemos retomar las premisas que nos han llevado a esta crisis, no sólo sanitaria, sino de vida. La humanidad debe revisar el paradigma que va a transitar. Los pueblos que vivimos la cultura de la vida, proponemos el paradigma comunitario del “vivir bien”. El ser espiritual no tiene que ver solamente con estar bien con uno mismo. Necesitamos retomar la convivencia armónica con la Pachamama y si Pachamama somos todos, pues necesitamos replantearnos nuevamente la convivencia entre seres humanos y con las demás formas de existencia. 

Despertar en la “conciencia Pachamama” nos va a permitir darnos cuenta que estamos profundamente conectados con todo lo que nos rodea y que despertemos en una nueva, aunque antigua espiritualidad. En el mes de agosto, el mes de la Pachamama, en lugar de ofrendar a la Madre Tierra para obtener más, debemos ofrendar para agradecerle por todo lo que nos da y pedir por todos los demás. La espiritualidad se refleja en el día a día, en el respeto y el cuidado a todo. Es tiempo de caminar bajo el principio aymara que dice: “que todos vayamos juntos, que nadie se quede atrás, que todos tengamos todo lo necesario y que a nadie le falte nada”.


 
*Aymara, miembro de la Comunidad Sariri, ex Canciller del Estado Plurinacional de Bolivia.