Opinion

9 DE ABRIL: DEL MNR AL MAS
Punto de Re-flexión
Omar Qamasa Guzman Boutier
Miércoles, 9 Abril, 2014 - 18:20

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Uno de los supuestos de la historia comparada es la de concentrarse, en medio de las múltiples complejidades que conlleva un hecho histórico, en elementos generales para, posteriormente, comparar un período histórico con otro. Ello permite la comparación, porque previene al investigador de caer preso de las “distracciones” de elementos de importancia secundaria, con respecto al foco de interés. Así, entonces, se abren las posibilidades de ensayar las comparaciones propuestas. Recurriendo a este supuesto metodológico, abordaremos la revolución de 1952, bajo la perspectiva del Movimiento Nacionalista Revolucionario (MNR) y del hoy gobernante Movimiento al Socialismo (MAS).

En alguna oportunidad en la carrera de Sociología de la UMSA, Danilo Paz comentó que Zavaleta Mercado habría señalado que “toda sociedad tiene una revolución”; lo que viene después no serían sino reformas sobre la base de aquella revolución. Para el caso nuestro, hablamos de la revolución del 9 de abril de 1952. Sin entrar a cuestionar la discutible tesis atribuida a René Zavaleta (ateniéndonos al comentario de Paz), intentemos encontrar un elemento común entre el MNR y el MAS, bajo la consideración de la revolución nacional. Digamos que, de entrada, ese común elemento nos remite al ámbito de las ideologías. En concreto y de acuerdo al aporte de Luis H. Antezana, diríamos que es el ideologuema del nacionalismo revolucionario, el espacio en el que se encuentran tanto el MNR como el MAS . Este gran espacio, en el que operan las ideologías, constituiría el campo de las posibilidades y a la vez de las limitaciones de Bolivia. Supone ello, que la superación de este ideologuema solamente puede provenir de su ámbito externo. Podemos anotar, al menos dos intentos de tal ruptura: una en 1971, Asamblea Popular mediante y otra entre 2005-2007, por medio de las organizaciones indígenas, tanto de tierras altas como de tierras bajas. En el primer caso, el asiento social del intento estuvo conformado por el proletario minero principalmente y generó la respuesta del Estado, mediante el golpe de las Fuerzas Armadas (FFAA), en agosto de 1971. En el segundo caso, la respuesta de ese mismo Estado, provino centralmente del campesinado. En ambos casos, la razón estatal, expresó una de las características nucleares de la revolución nacional: la construcción de un Estado como generador, impulsor, protector y/o fuente de la actividad económica, regida por la lógica del capital.

En lo social, la conducción del proceso tanto por el MNR como por el MAS, representó la renovación de las clases dominantes, mediante la incorporación de algunos sectores periféricos a ella. Aquí hablamos del acceso al poder político, como mecanismo de ascenso social. En medio, prácticas corruptas en el manejo estatal y matonaje político como forma de gobierno fueron las pulsiones anti-democráticas y no transparentes, instauradas como verdadera escuela por el MNR y hoy reproducidas por el MAS. Una de las razones -y no la menos importante- de estas características anti-democráticas y autoritarias, probablemente deba buscársela en el ámbito del a psicología social.

El advenimiento, por medio de la incorporación – renovación de sectores, en la élite política, al parecer requiere sustituir la falta de méritos democráticos, por el autoritarismo. Es, ciertamente, un uso instrumental del gobierno, por lo que concepciones tales como “tomar el poder”, “hacerse del gobierno”, son del todo ilustrativos, para describir en algo el gobierno de estos pobres hombres.

Además, pero, lo que también es común a los proyectos políticos de ambos partidos (y en general, al nacionalismo revolucionario) es el programa de industrialización del país, como expresión de una supuesta soberanía nacional. Supuesta, porque tanto el Plan Eder, para el reforma económica del MNR durante los años 50’s, como la simple migración de contratos inconstitucionales con empresas petroleras transnacionales (operación tramposa realizada a inicios de la gestión gubernamental del MAS bajo el pomposo nombre de “nacionalización de los hidrocarburos” -¿!), representan al menos la limitación de tal soberanía. Lo que debería discutirse, en este acápite, es el tipo de industrialización viable y beneficiosa para el país. ¿Industria pesada, mediana o industria liviana? No es un tema que pueda darse por sobre entendido, ya que el mismo se encuentra relacionado a una mayor o menor articulación interna, con respecto a los tipos de industrialización. El MAS, por ejemplo, apuesta a lo que podríamos llamar la industria pesada: los hidrocarburos, el litio, el hierro del Mutún; mientras que el MNR en definitiva se quedó en el debate en torno a quién sería la locomotora de la revolución nacional, ¿la industria o la agricultura?

En todo caso, como se observa, los nacionalismo del MNR y del MAS, se mueven en el terreno que demostró ser, históricamente, inviable para la formulación de lo que se pretende: la construcción de una nación -aún con un Estado plurinacional- soberna y democrática. Es en este orden que se dice que el NR nos plantea un proyecto inacabado e inacabable.