Opinion

CUBA, EEUU Y EL CAPITAL
Punto de Re-flexión
Omar Qamasa Guzman Boutier
Viernes, 19 Diciembre, 2014 - 11:52

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En la histórica decisión del presidente norteamericano, de normalizar las relaciones diplomáticas con Cuba, se encuentran múltiples razones, que van desde motivaciones políticas, geopolíticas, económicas y otras. Esta multiplicidad de justificaciones, por otra parte, ha dado lugar a también muchísimas declaraciones sin sentido; una de estas tonterías, a decir de la red internacional de TV (Telesur), correspondió a Evo Morales, para quien la reanudación de relaciones diplomáticas entre ambos países sería prueba de que Cuba habría doblegado a EEUU. Desde nuestro punto de vista, al contrario, la principal de las motivaciones debe buscársela en el ámbito de la economía.

Si algo nos ha dejado el siglo XX, en teoría económica, es la caída de las propuestas anti-capitalistas, como posibilidad concreta de encauzar la economía bajo cánones post-capitalistas. El ensayo de sustitución del capitalismo que vivió la humanidad, fue conocido como el del “socialismo real”; expresado en los países autodenominados socialistas, con la ex-Unión Soviética a la cabeza. En términos generales, la economía de estos países se ha orientado bajo los mismos moldes  del industrialismo, ensayados en los países capitalistas. A tal punto resultaba notorio ello, que un teórico marxista (aunque de la versión maoísta), Charles Bettelheim, acuñó el término de “burguesía burocrática”, para referirse a los jerarcas del partico comunista de la Unión Soviética.

Así, tanto el modelo de  la industrialización imitada, como la formación de la burguesía burocrática, reprodujeron las mismas contradicciones sociales que las existentes en los países capitalistas. El agravante estaba dado por el clima político interno en esos países, en los que la falta de libertades democráticas, debía correr una cortina de humo para la ahogar las demandas sociales en la represión policial. Sin embargo de ello, las protestas sociales continuaron y junto al franco estancamiento económico-productivo, los Estados del socialismo real terminaron por derrumbarse.

Por otra parte, desde el menos las tres últimas décadas del siglo pasado, el capital alcanzó niveles de desarrollo que rebasaron la clasificación que Lenin hiciera del imperialismo como fase superior del capitalismo. Puede decirse que el capital global representa no únicamente el capital a escala planetaria, sino fundamentalmente estructuras de organización no contempladas en la fase imperialista del capitalismo. Los requerimientos de este capital, por tanto, involucrarán ámbitos no considerados en primera línea, en la fase imperialista. Se trata de los mercados, en el sentido amplio del término y de la “desideologización” de las operaciones económicas (lo que explica, dicho sea de paso, el solapado apoyo que empresas transnacionales prestan al gobierno de Evo Morales).

Estas transformaciones quedaron claras para todos, incluso para el puñado de vividores que, con discursos ideológicos descontextualizados, se hicieron de los gobiernos en los diferentes países de América Latina. Bajo el engaño de estar sembrando el “socialismo” del siglo XXI, países como Venezuela, Ecuador y Bolivia, buscan las mejores plataformas como para atraer al capital global. Esta orientación, en Ecuador y Bolivia, además tiene la particularidad de realizarse a condición de que sus pueblos indígenas sean despojados de su ideología, de sus prácticas económica-productivas y de sus formas de organización socio-política. La importancia de la orientación anti-indígena que representan los gobiernos de ambos países radica en impedir el surgimiento de propuestas no capitalistas que pudieran visualizarse de las prácticas económicas no mercantiles, vigentes en las comunidades indígenas.

Los requerimientos del capital que motivaron el acercamiento entre Cuba y EEUU deben buscarse, pues, en un ámbito en el que el debate económico gira alrededor de los supuestos de la economía capitalista. En el caso de Cuba, entre estos supuestos se encuentran algunos que no tienen carácter económico y que, a lo sumo, pueden ser considerados como “condiciones favorables” para la circulación del capital. Se trata principalmente de condiciones políticas e ideológicas.

Para el capital, el mercado que ofrece Cuba no representa gran cosa. Sin embargo, desde el punto de vista de las condiciones generales, la pequeña isla no dejaba de representar una mancha. Estamos hablando de las condiciones políticas que al menos dificultaban en ese país  grandemente la circulación del capital. Pero, lo más importante, ejemplificaban la manera en que la política “contamina” la economía, es decir ofrece un terreno resbaladizo para el capital global. Si alguna utopía tiene el capital global, es que el juego económico no sea obstaculizado por elemento no económico alguno.

Pretender separar el mundo de la economía, del mundo de la política y del mundo de las ideologías no deja de ser una quimera. Sin embargo, en nuestro continente esta quimera, gracias a gobiernos demagógicos y populistas, está teniendo resultados momentáneos. Mucho más aún, cuando las pocas opciones para formular una alternativa económica no capitalista, son acosadas furiosamente, para intentar desorganizarlas. En nombre del realismo de la política y de los negocios, pues, los Correa, Morales y otros, no hacen sino ofrecer todas las facilidades para el capital global (no importa, claro, que luego de estos ensayos nosotros nos quedemos solamente con territorios contaminados).

Vistas así las cosas, la reanudación de las relaciones diplomáticas entre Cuba y los EEUU responde en primera instancia al capital global. Es cierto también que ante los acercamientos entre varios países europeos y Cuba, EEUU corría el riesgo de tener, a mediano plazo, un vecino conflictivo, pero aliado de los aliados políticos de EEUU. Aquí puede decirse, entonces, que también pesaron razones geopolíticas en la decisión norteamericana. Al contrario, desde la perspectiva cubana, ciertamente pesaron más razones económicas internas. En ambos casos, pero, hablamosde motivaciones que fácilmente se han complementado a los requerimientos del capital global.