Opinion

EL PLANETA YA NO NECESITA MÁS HUMANOS
Soberanía Alimentaria
Katherine Fernández
Jueves, 18 Septiembre, 2014 - 17:45

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Existe una convocatoria en todo el mundo para el día domingo 21 de septiembre de 2014, es una movilización por la salud del planeta convocada por científicos y activistas climáticos, un día antes del inicio de la primera Conferencia Mundial de los Pueblos Indígenas, organizada por las Naciones Unidas que esta vez convoca a los pueblos, no a los gobiernos.

La movilización tiene que ver con los últimos informes científicos que indican que hemos rebasado el límite de concentración de gases de efecto invernadero que actualmente ascienden a 396 ppm (partes por millón) según el informe de la Organización Meteorológica Mundial, cuando el científico de la Nasa, James E. Hansen dijo que 350 ppm sería el máximo aceptable y lo siguiente sería insostenible para el planeta, lo cual se está demostrando. Además tenemos que el índice actual de acidificación de los océanos no tiene precedentes y la capa de hielo de la Antártida occidental está 3 metros por encima del nivel del mar (Emy Goodman, en Democracy Now), entre tantos otros daños ocasionados por la actividad humana.

Las convocatorias para este día tienen que ser masivas en todas partes, será un momento de informarse y actuar. Ya no estamos en tiempos de esperar que la ciencia solucione el problema de la sobrecarga de la atmósfera, toda la humanidad es responsable. La información está en todas partes, tomémosla. El informe del Panel Intergubernamental de Científicos de las Naciones Unidas de 2007, por el cual se le otorgó el Premio Nobel de Ciencia, indica que las principales causas del calentamiento global son la industria, la guerra, el transporte y las quemas para habilitar tierras para el cultivo, las áreas rurales que más humo emiten son las de monocultivos (agroindustria) que, además, queman bosque para ampliar frontera agrícola. En Bolivia esta última actividad que la llamamos chaqueo, hace que el promedio de emisiones per/cápita superen a las del promedio de todo el planeta, por lo tanto bolivianas y bolivianos somos altamente contaminantes aunque no tengamos industrias, igual vemos cada año nuestras ciudades inundadas de humo que llega desde el oriente agroempresarial.

Insistir en estos datos nunca será redundar: las emisiones ocasionan el calentamiento global, que derrite los glaciares, que disminuye el agua, que cambia el clima, que hace más difícil producir alimentos. Mil millones de personas no tienen agua saludable para vivir, es decir que serían pobres, por lo tanto no son consumidores, por lo general reutilizan todo, cualquier cosa les sirve y millones viven de la basura. Las otras seis mil millones de personas vivimos en una competencia devastadora por el consumo, desde la forma de construir nuestras casas, el carro, el agua embotellada que compramos, la ropa, el papel que agota ecosistemas completos para su fabricación, la madera. Con todo lo que usamos contribuimos a la emisión de gases contaminantes porque dinamizamos la industria que lo fabrica, cuyas materias primas de la naturaleza tienen un límite, miles de especies ya han sido extinguidas entre animales y vegetales. Si analizamos un almuerzo que compramos para llevar a la casa, trae bolsas y vasos plásticos, envases de plastoformo, cubiertos, todo desechable, la mitad del peso de lo que compramos va a la basura y contamina tanto al ser fabricado como al ser desechado.

La naturaleza goza del ciclo del agua, el ciclo del carbono, el ciclo del oxígeno, el ciclo de la energía, todo girando en combinaciones regenerativas, hasta que la humanidad le ha agregado el ciclo del consumo que funciona en espiral degenerativa, extrae y no devuelve nada. Es tan caótica la situación del planeta, que es ya tarde incluso para reciclar, hemos sobrepasado el nivel de producción de cosas desechables per/cápita, dividiendo entre la totalidad de humanos y ni siquiera hemos solucionado el hambre y hemos creado nuevas enfermedades. No toda la fabricación se llega a consumir y se desecha nueva porque está diseñada para quien pueda comprarla, no para la satisfacción de todos.  Los alimentos que consumimos aún en áreas rurales, hoy contaminan la tierra y el agua a través de nuestros propios cuerpos que ni siquiera producen abono y fertilizante sano, debido al desequilibrio en grasas y dulces de nuestra dieta cotidiana, además del descontrol a nivel genético que producen las semillas transgénicas y el uso de agroquímicos. Comer dignamente es cada día más caro, porque la producción orgánica no cuenta con suficiente agua como antes, estamos secando el planeta.

La movilización de este 21 de septiembre no solo demandará de cada persona la asistencia a la marcha, sino el cambio radical de hábitos. No esperemos que los gobiernos lo hagan , no lo harán, no esperemos que la industria nos ofrezca cosas sanas, no lo hará. Los cambios son de cada persona, de cada familia, de cada comunidad y el mensaje que le demos a los demás no será con discursos, ni con castigos, será desde el ejemplo, no le exigiremos a nadie que haga algo si no lo hacemos nosotros primero.  Los científicos nos dicen que es prioritario evitar que la temperatura del planeta siga aumentando un cuarto grado más, para esto la única acción es dejar de consumir lo que no necesitamos para vivir y disfrutar protegiendo las verdaderas riquezas que países como Bolivia todavía tienen, aprendiendo a reutilizar todo, si nos gusta cambiar el atuendo, pues transformemos el que tenemos y democraticemos la tecnología.

Aprender a producir alimentos es parte de la consigna, porque tenemos que sentir lo que le cuesta a la naturaleza dar fruto, agua y oxígeno; las niñas y los niños ya lo han entendido y, según encuestas en Europa, hay juventud que se niega contundentemente a traer hijos por terror a lo que les espera.