Sub Suelo

Por Marcelo De La Cruz 

Terminó la participación de la sub 23 y como era de esperarse, ya los primeros dardos van para Pablo Escobar, el responsable de las selecciones menores hace tres años, en segunda línea al entrenador Carlos Antonio Zago que lo acompaño en este periplo y los terceros en recibir los dardos son los dirigentes nacionales. En ese orden.

De tener responsabilidad la tienen, de eso no hay duda, ellos estaban a cargo y su carga es directa. Ahora, detrás del telón que es nuestro fútbol nacional hay una realidad que todos la sabemos y que propicia también los resultados que escuchamos y vemos.

El fútbol boliviano sigue sin una estructura precisa desde inferiores. El organigrama que debiera partir desde las asociaciones es deficiente y obsoleto; pero lastimosamente el rol de estas no puede ser cambiado porque fueron estas las que sustentan dirigencialmente a la cúpula actual. Cambiar la estructura, como en todo el mundo se maneja en el fútbol, es cortar un árbol añejo que es funcional a una casta de dirigentes que les conviene que las cosas sigan así.

Cuando en otros países el pilar de las inferiores recae en los clubes, y son estos los que propician las competencias, en Bolivia la División Aficionados es la encargada de llevar adelante un trabajo que no se cumple, que es mediocre y que no tiene competencia. Los campeonatos nacionales son intrascendentes porque son de una semana en el año, las competencias regionales no cubren en lo más mínimo lo básico para generar un semillero real. A eso hay que añadir que el deporte de inferiores no es prioridad ni para el estado, la sociedad y menos para los posibles auspiciadores. La realidad es dura, pero lo peor está en que hay un grupo de dirigentes que no quiere cambiar eso, porque significaría cambiarles su estatus.

Esto no depende de una intervención del estado como propugnan algunos, entendamos que el fútbol es un deporte-empresa que se maneja solo y que solo cuando tiene hambre apela al mismo estado o la sociedad. Después se maneja solo e independiente a cualquier legislación.

Que Zago y Escobar se hayan equivocado con el dibujo táctico o cambios, puede ser, pero lo visto hasta ahora en Venezuela es una total falta de formación. Somos inocentes, no existe insumos para jugar con ellos, no hay recambio y lo mejor que tenemos es lo básico para cualquier otro. Fernando Costa sabe de esto y debe ser él, el propiciador de una revolución simple: dejar de ser últimos en la región.

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