Opinion

CAMBIAR LA HISTORIA
Surazo
Juan José Toro Montoya
Martes, 15 Noviembre, 2016 - 17:12

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Sí, puede cambiarse. La historia es una ciencia dinámica así que está en constante movimiento. Si el estudio de la historia determina que ciertos hechos del pasado fueron presentados equivocadamente, lo que corresponde es corregirlos.

Un caso emblemático es el del máximo héroe de Potosí, José Alonso de Ibáñez. La historia que se repite hasta hoy señala que era un criollo que se sublevó contra los españoles en 1617 pero fue detenido y ejecutado. La historia novelada lo pinta como el líder de los vicuñas en la guerra civil contra los vascongados.

Debido a los efectos que causó su historia, se le puso su nombre a una provincia y a varios establecimientos educativos. Se lo nombra tanto en el Himno a Potosí como en su más importante canción regional, el “Potosino soy” de Humberto Iporre Salinas. En la capital del Departamento existen un monumento y un busto en su honor.

Pero ya en la década de los ’80, el historiador Mario Chacón Torres encontró su partida bautismal y comprobó que su nombre no fue José Alonso de Ibáñez sino Alonso Yáñez. Mas aún, se descartó que haya sido líder de los vicuñas porque la guerra contra los vascos estalló en 1622 y él fue ejecutado cinco años antes.

En rigor de verdad, lo que corresponde es corregir la historia pero ese es un proceso que tomaría años. Hay que comenzar en las escuelas, donde se sigue enseñando la historia novelada, y proseguir, si corresponde, con el cambio de nombres. ¿Complicado?... desde luego. La provincia José Alonso de Ibáñez tendría que llamarse Alonso Yáñez, igual que las decenas de establecimientos que llevan ese nombre. 

Sí, la historia puede cambiarse pero a través de un proceso de orden histórico, no por decreto, no por la orden de una autoridad, ni siquiera a guisa de “ensayo”. La advertencia llega a propósito de lo ocurrido con el himno cruceño cuya letra intentó cambiarse “de facto” por cuestiones que no son históricas sino ideológicas.

Que los masistas vean a Ñuflo de Chávez y a España como símbolos de colonialismo es problema de ellos. Si de historia se trata, es fácil destrozar a España, por el papel que jugó en el periodo colonial, pero, salvo prueba en contrario, no se le puede negar a De Chávez su condición de fundador de Santa Cruz.

En el caso del Himno a Potosí, la parte de la letra que dice “fue tu Ibáñez el mártir y el bravo” tendría que cambiarse por “fue tu Yáñez el mártir y el bravo” por fines correctivos pero una cosa es decir y otra ejecutar. Habría que verificar cuál es la condición legal de ese símbolo regional para saber si es posible cambiarlo. 

En lo que hace al “Potosino soy”, el problema no solo estaría en el cambio de ritmo que significaría trocar el “Yo canto esta canción a la noble cuna de un bravo sin igual Alonso de Ibáñez” al nombre correcto sino también en los derechos de autor que, según entiendo, están en manos de la familia de don Humberto. 

Si cambiar la letra de una canción es complicado, lo es todavía más cuando se trata de un himno que es una composición de rango mayor. Los himnos no son canciones de equipos deportivos, cuya letra se puede cambiar a gusto y saber de hinchas o dirigentes, sino los resultados de procesos históricos que generalmente rematan en su declaratoria como símbolos que, por lo tanto, adquieren carácter inamovible.

Cambiar la historia por decreto, o capricho, es una muestra de que algunos de nuestros gobernantes no deberían estar a cargo de un país sino de un equipo barrial de fútbol.

(*) Juan José Toro es Premio Nacional en Historia del Periodismo.