Opinion

PRESIDENTE IGNORANTE
Surazo
Juan José Toro Montoya
Miércoles, 20 Julio, 2016 - 11:45

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No creo en la leyenda negra de la conquista. A estas alturas del siglo XXI, ya ha quedado establecido que los primeros españoles que llegaron a esta parte de América lograron conquistarla sobre la base de alianzas con nobles y jefes indios que estaban descontentos con el régimen del incario.
Cierto. Los españoles no masacraron etnias enteras, como los ingleses en Norteamérica, pero igual se adueñaron de tierras, explotaron los recursos naturales existentes en ellas y se llevaron casi todo lo extraído.
Cierto. Los españoles no cometieron las atrocidades que la mayoría cree pero fueron usurpadores, porque fueron ellos quienes ejercitaron el poder en una tierra ajena, y ladrones, porque se llevaron los recursos naturales de esa tierra ajena.
El 25 de mayo de 1809 y 1810 se levantaron Chuquisaca y Buenos Aires, respectivamente. El pronunciamiento era en defensa del rey Fernando VII, preso por los franceses en Europa, pero ese era un pretexto porque lo que en realidad buscaban los revolucionarios era provocar una situación de rebeldía para librarse de los españoles. Argentina dio la mayor muestra de ello cuando Juan José Castelli se puso al frente del Ejército del Norte, ingresó a Charcas, mandó a fusilar a los jefes realistas y propuso la reconstitución del Tawantinsuyo.
Con esos antecedentes, resulta sorprendente que el presidente de Argentina, Mauricio Macri, haya invitado a los actos de conmemoración del bicentenario de la independencia de ese país, celebrados el 9 de julio, nada menos que al rey emérito de España, Juan Carlos Alfonso Víctor María de Borbón y Borbón-Dos Sicilias.
Y como si la invitación no hubiese sido suficiente, Macri cometió uno de los mayores exabruptos de la historia argentina al decirle a su “querido rey” que los independentistas argentinos de 1816 “debieron sentir angustia de separarse de España”. ¿Cómo se explica semejante error? ¿Será que Macri, de origen italiano como su “querido rey”, no conoce la historia de su país?
Los historiadores argentinos saben que la declaración de independencia del 9 de julio de 1816 estableció “el clamor del territorio por su emancipación solemne del poder despótico de los reyes de España”. ¿Cómo es que, 200 años después, se puede decir algo diametralmente distinto?
Puede que una explicación sea que las raíces del señor Macri no son precisamente americanas. Él es hijo de un inmigrante romano mientras que su actual esposa, Juliana Awada Baker, lo es de un libanés. Pero, históricamente, sus vínculos con España aparecen con su segunda esposa, Isabel Menditeguy Vergara del Carril, que proviene de una larga línea de navarros; y la primera, Yvonne Bordeau Martínez, descendiente nada menos que del fundador de Buenos Aires y Santa Fe, Juan de Garay.
Un historiador argentino, Guillermo Carlos Delgado Jordán, investigó también al entorno de Macri y encontró que la mayoría, si no todos, son o provienen de “los dueños de Argentina”; es decir, “propietarios del campo, del aparato financiero y de la industria nacional” que están vinculados a las antiguas familias patricias argentinas que dominaron en ese país en los siglos XIX y XX. Los resultados de su investigación están en el trabajo inédito “Los primos” que, si se publicara, aclararía muchas de las cosas que actualmente suceden en Argentina. 
Yo no soy argentino y, por tanto, no debería opinar sobre lo que pasa en ese país pero la declaración del 9 de julio incluía también a Charcas, hoy Bolivia. Cuando besó las reales posaderas, el señor Macri incluyó a todos los involucrados en ese proceso independentista.