Opinion

REVISAR LA HISTORIA
Surazo
Juan José Toro Montoya
Jueves, 24 Octubre, 2013 - 19:11

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En ocasión del acto de homenaje a la fundación de La Paz, el presidente del Estado, Evo Morales, volvió a reparar en los enfoques subsistentes sobre la historia de Bolivia. "Sería bueno que nuestros historiadores estudien, analicen y también nosotros revisemos la historia", dijo.

Aunque la recomendación del jefe de Estado estaba orientada a la mal llamada "descolonización", es justo anotar que, en lo global, está en lo cierto.

Como en casi todos los países del mundo, la historia de Bolivia se escribió bajo la óptica de los vencedores, sea de procesos de conquista y ocupación o de pugnas políticas.

La historia no fue como nos la contaron y como se sigue repitiendo machaconamente en las aulas no sólo de Primaria y Secundaria sino también en las de los centros de educación superior.

Un ejemplo claro es la fundación de la República. Debido a que se sigue la línea trazada por los fundadores, entre los que estaban Casimiro Olañeta, Manuel María Urcullu y José Mariano Serrano, estamos acostumbrados a ver el surgimiento de Bolivia como un acto heroico, sublime, protagonizado por personas a las que nos enseñaron a mirar como héroes límpidos y sin tachas.

Por lo menos desde la mitad del siglo XX, el estudio de la historia tiene carácter científico en Bolivia. Nuestros historiadores no sólo estudiaron sino también analizaron nuestra historia, la revisaron y encontraron grandes diferencias con las concepciones iniciales. Gracias a esa revisión, y al auxilio de documentos  originales, establecieron que, en rigor de verdad, la fundación de Bolivia fue el resultado de un proceso que, si bien comenzó "de izquierda", terminó "de derecha" ya que quienes manipularon la coyuntura histórica decidieron que el territorio conocido como Audiencia y Cancillería Real de La Plata de los Charcas no sólo se liberaría de los españoles, que acaparaban los cargos públicos, sino también de la dependencia de los virreinatos de Lima y Buenos Aires. A decir de Mariano Baptista Gumucio, Olañeta, Urcullo y los "doctores de Charcas" constituían "un grupo burocrático de la época que servía al 'establecimiento' colonial". Su verdadero interés era mandar, ejercer el poder y, para ello, nada mejor que declarar independiente a un territorio que hasta ese momento dependía de mandos virreinales.

Por tanto, la fundación de Bolivia no fue como todavía nos la cuentan y, con el fin de reivindicar lo que realmente pasó, se justifica el revisionismo propugnado por el presidente que, desde ese punto de vista, sustenta su intento de refundar el país bajo la forma de un Estado Plurinacional.

El problema del actual gobierno es que pretende sustituir una historia mentirosa con otra que, aunque tal vez no lo sepa, es igualmente mentirosa.

El Tawantinsuyo, el modelo de sociedad que los actuales gobernantes parecen sublimar, fue un Estado teocrático, absolutista, despótico y desigual en el que había dos clases privilegiadas, la familia del inca y la nobleza, que eran mantenidas por el pueblo llano.  "Así era como la masa de la población sostenía con su trabajo a la casta dominante, personificada por el Inca, la cual, aunque desempeñaba labores de administración, se hallaba exenta de todo trabajo productivo", escribió el historiador Liborio Justo. Más aún, ese investigador resumió al incario con estas palabras: "un horrendo régimen de esclavitud en beneficio, gloria y esplendor de una casta dominante".
¿Es ese el modelo de Estado que quiere copiar?

(*) Juan José Toro es Premio Nacional en Historia del Periodismo.
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