Opinion

INDEPENDENCIA
Tinku Verbal
Andrés Gómez Vela
Viernes, 11 Abril, 2014 - 20:29

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La independencia de un periodista no significa que no tenga ideología o que un medio no tenga línea editorial. Para entender mejor revisemos algunas corrientes.

Hay una que fue planteada por Joseph Pulitzer al fundar uno de sus periódicos, donde estableció esta máxima: “Necesitamos que este diario tenga muchos lectores porque al tener muchos lectores va a tener muchos anuncios y teniendo muchos anuncios va a tener mucho dinero y teniendo mucho dinero va a tener mucha independencia”.

Ignacio Ramonet contradice a Pulitzer: “un medio no puede fundar su independencia en la cantidad de dinero que posee porque llegará un momento que esa independencia con base en el dinero se vuelva contra él”. A su juicio, la independencia se debe sostener sobre las personas que hacen el periódico.

Javier Darío Restrepo coincide con Ramonet y considera que el dinero se convierte en otro obstáculo para la independencia de medios y periodistas. En su criterio, el medio cuando tiene clara la naturaleza de la empresa periodística logra mantener su independencia porque el dinero no es su prioridad, aunque entiende que para hacer una información libre se necesita una empresa sólida. “El medio por tanto está al servicio de sus receptores y no del negocio. El periodista, por su parte, necesita y merece un salario justo y un salario injusto atenta contra la libertad de información”, agrega.

Alvin Toffler vincula modestia con independencia y afirma que “los medios que finalmente captarán toda la credibilidad y la confianza de la gente serán los medios modestos económicamente (…) porque no tiene todas las dependencias que generan los problemas financieros que traen consigo el desarrollo de la tecnología, cada vez más rápidamente obsolescente. Los medios que sobrevivan tendrán que ser los más sobrios y los más independientes”

Como verán las corrientes señaladas van desde la solidez económica hasta la modestia empresarial. Propongo una más, ésta relaciona excelencia con independencia. Un periodista con muy buena formación, competente humana, académica y profesionalmente, con excelencia práctica y honestidad intelectual tendrá menos posibilidades de ser “esclavizado”, ya sea por el medio donde trabaja o por el poder político, económico o fáctico que presiona. La mediocridad es causa de la dependencia y motivo de subasta de la conciencia; encadena al periodista al miedo permanente de perder su trabajo a tal punto de perder su dignidad. Un periodista excelente tiene la capacidad de decir NO cuando pretenden obligarle a violar derechos, principios o máximas democráticas.

El concepto de independencia figura en casi todos los códigos de ética de periodistas del mundo, ocupa el segundo lugar, después de la verdad porque el fortalecimiento de una prensa independiente, pluralista y libre es indispensable para el desarrollo y mantenimiento de la democracia en un país, así como para el desarrollo económico.

Por ello, Restrepo señala que ”la verdad y la independencia se necesitan mutuamente y forman un círculo virtuoso porque para llegar a la verdad es necesaria la independencia, pero a su vez, llegar a la verdad da mayor independencia; hecho que está significado en la expresión: la verdad os hará libres”.

Según la UNESCO, “por prensa independiente debe entenderse una sobre la cual los poderes políticos no ejerzan dominio político o económico, como tampoco control sobre los materiales y la infraestructura necesarios para su producción o difusión”.

Insisto, la independencia no significa neutralidad. Recuerdo otra vez a Pulitzer, quien describió la tarea del periodista en los siguientes términos: “Siempre luchar por el progreso y la Reforma, nunca tolerar las injusticias y la corrupción, siempre combatir a los demagogos de todos los partidos, nunca pertenecer a un partido, siempre oponerse a las clases privilegiadas, nunca ser omiso en la simpatía por los pobres”.

Una prensa dependiente calla la corrupción que afecta al gobierno que defiende, no cuestiona la injusticia contra el opositor, fomenta la demagogia, encubre privilegios y le pone color partidario a los pobres.