Opinion

EVO SOBRE GABRIELA ZAPATA: “LE VI CARA CONOCIDA”
Cara o Cruz
Raúl Peñaranda U.
Jueves, 11 Febrero, 2016 - 22:10

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“Le vi cara conocida”, dijo el presidente Evo Morales durante una entrevista pactada con medios estatales en referencia a Gabriela Zapata, la que fue madre de su hijo, que falleció siendo bebé. La respuesta del Presidente intentaba aclarar una respuesta errónea que dio el sábado, cuando dijo que había perdido “todo contacto” con Zapata durante los últimos nueve años.

Tras publicarse la fotografía en la que se ve a Morales abrazando a Zapata en el carnaval de 2015, y que desmintió la versión del Primer Mandatario, tuvo que salir a dar una nueva versión. La segunda es, quizás, peor que la primera. Si fuera cierto que no la reconoció de inmediato y que le vio “cara conocida”, implicaría que Morales es un hombre insensible y distante, diferente al que nos presenta la propaganda oficial. Si no reconoce a la mujer con la que se involucró cuando ella tenía 19 años y él 46, y tuvieron un hijo juntos, con el aditamento de que experimentaron la tragedia que implica la muerte de un hijo, entonces el Presidente es un ser inconmovible.

El problema, decimos, se originó en la primera declaración poco apropiada al respecto, esa que dijo que perdió contacto con Zapata (en realidad dijo que él “cortó” la relación). Fue poco apropiada y disfrazada. Si hubiera admitido que mantuvo “contacto esporádico” con ella, no hubiera habido mayor problema. Por eso dice el refrán que “las mentiras tienen patas cortas”.

Yo califiqué en un tuit, esta semana, como la “mayor primicia de la década” la difusión, por parte de Carlos Valverde, de todo este entuerto. Es que es verdad. Nos enteramos, primero, que el Presidente tuvo un hijo, que falleció, con una joven mujer que podría ser su hija. Segundo, que esa expareja es representante de una empresa china que gana millones de dólares en contratos estatales (y que vence amparos judiciales para no pagar las boletas de garantía de las obras que realiza deficientemente). Tercero, que la manera cómo su expareja se relacionó con esa empresa es, por lo menos, irregular, ya que es inusual darle a una persona sin experiencia (tenía 26 años cuando la contrataron) un cargo de tanta sensibilidad. Cuarto, que es dudosa la manera como esa compañía asiática ha ganado tantos contratos con el Estado, en tan diversos campos (importación de taladros para YPFB, instalación de ingenio azucarero, construcción de represa en Cochabamba, realización de ferrocarril y explotación de sales de potasio). Quinto, que esa empresa china contrató como abogado a un exfiscal, Fernando Cortez, acusado por la Policía de dos delitos de tránsito: haber atropellado a un joven de 18 años y haber chocado contra una casa, ambas veces en estado de ebriedad. Éste dijo, sin pensarlo mucho parece, que Zapata tenía “nueve años de experiencia” y que por eso CAMC la contrató. ¡Por favor!

Luego supimos más: la expareja de Morales vive en una mansión de la zona Sur de La Paz, que le perteneció nada menos que a un dirigente opositor que murió en la cárcel por las acusaciones esgrimidas por el propio gobierno, como fue Guillermo Fortún. La versión oficial señala que Zapata pagó 100.000 dólares por un anticrético, una cifra alta para una persona que inicia su carrera profesional. La otra (no confirmada) asegura que la casa fue vendida en un millón de dólares.

Pero todo este entramado nos ha dado de bruces también con el machismo de la sociedad boliviana. ¿Cuál hubiera sido la reacción general si una mujer fuera Presidenta del país? ¿Y que hubiera tenido varios hijos con diferentes parejas? ¿Y que hubiera tenido que ser forzada por un juez a reconocer a los dos mayores? ¿Y que no hubiera informado que uno de sus hijos murió siendo bebé? ¿Y que se hubiera relacionado con uno de sus exnovios cuando lo doblaba en edad? ¿Y que saludó a uno de ellos porque le vio “cara conocida”?

Raúl Peñaranda U. es periodista. Twitter: RaulPenaranda1