Opinion

LOS COLORES DE LA MONTAÑA
Critica de Cine
Sebastian Morales Escoffier
Jueves, 19 Julio, 2012 - 18:40

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En el segundo tomo de sus estudios sobre cine, La imagen-tiempo, Deleuze plantea una interesante teoría sobre los personajes infantiles en las películas de post-guerra. Según el filósofo francés, el hecho de que los niños se conviertan en personajes principales en películas tan importantes del cine moderno, como por ejemplo 400 golpes, se debe a un cambio en la forma de mirar al mundo después de los atroces eventos de la segunda guerra mundial.

Después de esa espectacular muestra de horror y las tensiones de la guerra fría, según Deleuze, existía el sentimiento de que los hombres eran muy pequeños para cambiar el mundo y que, en una situación así, lo único que les restaba a los  individuos cualesquiera era observar su contexto, casi pasivamente. Justamente eso es lo interesante de los personajes infantiles, son personajes que no pueden cambiar un mundo dominado por adultos y se limitan simplemente a contemplar lo que sucede a su alrededor. Al concebir al niño como personaje principal de los filmes, se cambia completamente la forma de comprender el cine: ahora el protagonista no es el  que lleva necesariamente las acciones,  característica del cine clásico,  sino que más bien, su acción se reduce a una sola: la de contemplar.  En este sentido, el niño cumple la función del espectador, pero del otro lado de la butaca.

Esto no quiere decir que la mirada infantil no sea perspicaz; el niño observa todo, comprende todo lo que sucede a su alrededor, con inocencia sí, pero eso no implica ningún tipo de reduccionismo a la hora de ver el mundo.  Pero al mismo tiempo, el adultocentrismono le deja observar todo, al niño siempre se le esconden cosas o las comprende con demasiada inocencia. Así pues, la inserción de relator infantil dentro del film implica la utilización frecuente del fuera de campo, lo que importa es lo que se escucha, lo que se dice, lo que sólo aparece como una mera sombra.

Este principio aparece en el film Los colores de la montaña,  del director Carlos Arbelaez. La película se adentra en el complejo mundo de la guerrilla colombiana, en un pequeño pueblo afectado por el conflicto bélico. Arbelaez emplaza su cámara en un tema tan complicado, a partir de la mirada de un grupo de niños de la aldea.  Así pues, si bien el film trata sobre la guerrilla, esta aparece sólo en el fuera de campo, como soldados en la lejanía, ruidos de helicópteros, huellas de los enfrentamientos, etc….
Con esto, Arbelaez logra adentrase al conflicto armado sin ningún tipo de didactismos, sin tomar partido por ninguno de los bandos en disputa. Lo que le interesa al cineasta colombiano, es mostrar la guerrilla en lo que tiene esta de cotidiano, la forma en que se adentra en la manera de convivir de las personas. Así pues, la guerrilla, en la mirada de los niños, se convierte en esa pelota de fútbol que cae en un campo minado y trunca el juego infantil, en un dibujo en la escuela, en la desaparición dramática de los compañeros de curso, víctimas de la guerrilla o del miedo.

Así pues, mirar el mundo como un niño es comprender los sucesos políticos no en su abstracción, sino en lo que tiene de concreto. Lo político sólo es tal en cuanto afecta el modo de vivir en cotidianidad del sujeto a pie.  Esto lo comprende muy bienArbelaez, en su film y de esa manera se adentra a lo cinematográfico del conflicto; a lo concreto, a lo sentimental.

Ficha técnica
Los colores de la montaña
Género: Drama
Duración: 94 min
Director: Carlos César Arbeláez
Reparto: Hernán Mauricio Ocampo (Manuel), Nolberto Sánchez (Julián), Genaro Aristizábal (Poca Luz), Hernán Méndez (Francisco Maldonado), Natalia Cuellar (Carmen, la profesora)

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