El Despropósito en la Avenida 20 de Octubre: Una Crítica a la Gestión Municipal

Tomy Pérez Alcoreza

Es sorprendente lo ocurrido en la Avenida 20 de Octubre, específicamente en la cuadra que atraviesa la Plaza Avaroa. En cuestión de días, el congestionamiento vehicular se ha disparado de manera alarmante, afectando tanto a transporte público como privado que se dirige al Centro, Miraflores, la Zona Sur, y otros distritos de la ciudad.

La explicación es simple pero preocupante. El equipo del Gobierno Autónomo Municipal de La Paz, bajo la dirección del actual alcalde, decidió ampliar en aproximadamente un metro la acera peatonal de la Plaza Avaroa. Esta acción, que a primera vista podría parecer un beneficio para los peatones, ha tenido como consecuencia directa la reducción significativa del ancho de la Avenida 20 de Octubre.

Lo que antes eran tres carriles para la circulación de vehículos ahora se ha reducido a dos, o peor aún, a un carril y medio en la práctica. De esos, uno está permanentemente ocupado por vehículos estacionados, tanto públicos como privados, mientras que el carril y medio restante apenas permite el paso de un solo automóvil a la vez. El resultado es un embudo permanente, un verdadero "cuello de botella" que ha convertido esta avenida en un punto de caos vehicular.

Esta intervención urbana pone en evidencia una falta de planificación y un despropósito técnico por parte de los ingenieros municipales y, en última instancia, del propio alcalde. La medida, que carece de un análisis profundo de su impacto en la movilidad urbana, ha generado un problema donde no lo había, afectando la vida diaria de miles de paceños.

¿Dónde está la planificación? ¿Dónde está el análisis técnico que respalde esta decisión? La ciudad de La Paz merece respuestas y, sobre todo, acciones que realmente mejoren la calidad de vida de sus habitantes, no que la compliquen aún más.

La gestión municipal debe ser capaz de balancear las necesidades de los peatones con las exigencias de un tráfico vehicular en constante crecimiento. De lo contrario, este tipo de decisiones no solo generan malestar, sino que también ponen en duda la capacidad de las autoridades para dirigir el desarrollo de la ciudad de manera eficiente y responsable.