Opinion

PADRE CODINA
El Púlpito
Guillermo Siles O.M.I.
Viernes, 9 Agosto, 2013 - 20:22

Valorar: 
Average: 3.7 (3 votes)

Qué alegría me da tener en mis manos tu libro. “Diario de un teólogo del posconcilio”. Circulando por las diferentes páginas encontré una cantidad de experiencias de vida muy originales.

Yo te había conocido en Oruro cuando era recién un postulante a los Oblatos, pero ya desde ese momento me he quedado impactado por tu forma de ser  y por tus pequeñas charlas, llenas de mucha profundidad y testimonio. Luego pude experimentar.  ya profundamente tu pensamiento en las aulas del ISET.  Por eso, al poder leer muy atentamente tu libro, he podido comprender muchos episodios de una  vida, de un hombre de iglesia, que siempre has estado en permanente reflexión.

No puedo negar esa capacidad de investigador de las cosas de Dios, pero también del sentimiento de la gente, de construir un pensamiento desde la cercanía de una comunidad o desde la misma relación con las personas.
Algunos de tus conflictos pude conocerlo, puede escucharlo, pero sobre todo, pude compartirlo. Saber que tus ideas no eran sueltas, o un conjunto de frases rebuscadas, sino siempre he sentido que era producto de un discernimiento, de una reflexión profunda, de un deseo de dejarnos algo en nuestra vida.

Pude sentir que la realidad siempre te ha interpelado, siempre ha sido el horizonte de tu vida. Por eso tal vez que esos escritos y esa amistad que has compartido, siempre fueron digeridos y saboreados. Como tú mismo lo dijiste, te ha acercado más a la gente. Tu sensibilidad por la vida no está rebuscada sino sellada en tus escritos.

Me siento tan contento al saber que eres consciente, que tu llegada a Bolivia ha sido “providencial y fecunda”. Porque todos los momentos de tu vida están llenas de experiencia de Dios. Porque tú has asumido esa encarnación de Dios como la humanización de Dios.  Tal vez por eso siempre te has enfrentado a muchos desafíos y respuestas urgentes, a temas de actualidad, pero siempre en esa idea de transformar la conciencia religiosa para vivir una coherencia evangélica.

Fui tu alumno, tu discípulo,  en muchas materias, pero la que vivimos y reflexionamos, fue la teología de la liberación. Tu nos ayudado a entender este giro hermenéutico, este nuevo punto de partida de la reflexión teológica. Ahora entiendo muchas cosas, es que tú eras amigo de primera mano de esos constructores, de esta nueva forma de pensar a Dios. Tus amigos te han dejado beber tu propio pozo. Aunque ahora leyendo algunos párrafos, has vivido lo que muchos profetas lo hicieron, la censura, la persecución en tu pensamiento. Tal vez has afectado la sensibilidad de algunos obispos. De seguro, has experimentado el sufrimiento y la angustia de ser una persona no comprendida en su contexto.

He comprendido que ser teólogo en Europa no es lo mismo que en Bolivia, tu por eso te has inculturado, has paseado por los pueblos, por las comunidades y has creado relaciones de complicidad con personas sencillas y comprometidas. Pero eso no te ha impedido ser ratón de biblioteca, investigador, y un gran teólogo. Has planteado un nuevo “logos teologicus” como nos decías. Es decir, que el punto de partida es el pobre y este excluido.

Creo que hemos saboreado, y con gusto, la imagen de Dios que siempre nos has presentado. Un Dios misericordioso, un Dios que escucha la voz de los sencillos, ese Dios que escucha el clamor de los pobres. De ahí que nació una admiración para contigo, escucharte y meditar tus palabras siempre han sido edificantes.

En tu libro, “Diario de un teólogo del posconcilio”. Creo que nos muestra esas muchas millas que tienes a tu favor. El mirar la realidad desde lo local y lo global te hizo completo, porque en la cercanía con los que piensan y discutirlos con ellos ha permitido un gran aporte a la iglesia y a la vida religiosa en pleno.

Leyendo tus escritos, siento la capacidad que has tenido de ser, autocritico para con la iglesia,  con misma congregación y con tu mismo ministerio. No te has dejado intimidad ante nadie, al contrario has sido claro y propositivo. Por eso, este tu aporte, hoy está presente en todos tus libros. Pero sobre todo, en la gran misión que has tenido de acompañar a la Vida Religiosa en Latinoamérica y sobretodo de Bolivia, en la CLAR y CBR. Sin ninguna objeción has producido contenidos para acompañarnos y darnos un horizonte de vida en nuestra misión.
Tú dices que en algunos momentos de tu vida has experimentado la desolación, pero creo que también nos has enseñado a encontrar la consolación en esa desolación. Esa hermosa experiencia del desierto. Sabernos que debemos seguir caminando, pese a no ser comprendidos cabalmente, o como maestro que tus discípulos no vean esa necesidad de que este conocimiento es para la vida. Pero como vez, no todos hemos dejado caer tus ideas, sino que las hemos reservado como un tesoro y de vez en cuando, son expuestos.

En los últimos años hemos sentido como tu visión pneumatológica de la vida y de esa fuerza espiritual de Dios, no has contagiado a ser atentos y vigilantes para seguir caminando hasta vivir y experimentar, el Ya pero todavía, no.
Gracias Padre Víctor, hermoso regalo en este día. Dios te bendiga y te de siempre esa lucidez y mucha salud. Este libro será como una vitamina, un energizante espiritual. Tener en estas letras tu experiencia de vida, de fe, de esperanzas y tu gran sueño, es lo más bello que nos puedes regalar.
 Guillermo Siles Paz, OMI.