Por Ernesto Rude – Politólogo
En este período electoral tenemos a las alianzas políticas y a sus candidatos a la presidencia, lanzados a conseguir el voto ciudadano mediante diferentes estrategias. Algunos presentan sus candidaturas, otros a sus compañeros de fórmula, otros presentan a miembros de su equipo técnico y otros piden la confianza y el voto ciudadano dando la espalda al país.
Siguiendo el calendario electoral, todos los candidatos cumplieron con la formalidad de presentar sus propuestas o programa de gobierno al Tribunal Supremo Electoral, este documento no es un elemento menor ya que guiará la coherencia de los discursos electorales, la diferencia entre los candidatos y si resulta ser el programa elegido por la ciudadanía, será la guía de la gestión pública y gestión legislativa 2025-2030.
La lectura de los programas muestra que la mayoría comparten varios temas. No es de extrañar que los programas de gobierno de Samuel, Tuto, Manfred y ¿Dunn? estén posicionados en el espectro ideológico centro-liberal y liberalismo, entendiendo que durante estos 19 años fueron opositores al agotado modelo estatista oficialista y que sus programas propongan la liberalización del comercio, un tipo de cambio real y flexible, apertura a la inversión extranjera en sectores estratégicos, recorte del gasto público, reforma tributaria, eliminación de empresas públicas deficitarias, apertura al turismo internacional, protección ambiental, mayor autonomía a las regiones y municipios, y promoción sostenida al emprendimiento privado.
Lo que realmente llama la atención es que los programas de gobierno de los contendientes ideológicos representantes (de pose) de la izquierda y del estatismo radical, incorporan muchos de estos temas propuestos por opositores liberales, pero omitiendo la situación del significativo déficit fiscal, la inflación, la crisis energética, la escasez de combustibles, escasez de divisas internacionales y crisis económica y judicial.
El espectro ideológico se ordena cuando los programas de Andrónico, Eduardo y Eva finalizan con que estas acciones liberales serán posteriormente tuteladas por el Estado y serán puestas en práctica por comisiones y nuevas organizaciones estatales del nivel central de gobierno, que además supervisarán y controlarán estas acciones resultando en un Estado más grande del que tenemos hoy, con mayor control de divisas, reducción de la autonomía personal y de los gobiernos subnacionales, con nuevas empresas públicas que absorberán los emprendimientos privados nacionales e internacionales.
Las diferencias objetivas y concretas son que los programas de los opositores liberales, prevén una apertura liberal y definitiva del sistema económico, apoyo e incentivos tributarios a los emprendimientos locales, fortalecer las autonomías subnacionales y reducir las organizaciones públicas del Estado central y una reforma del órgano judicial, como medidas para salvar de esta manera la crisis económica, financiera y judicial que atravesamos, así como una inserción práctica al mundo a partir del turismo y acuerdos comerciales.
Mientras que los programas de la acera del frente, prevén un breve período de apertura para la atracción de capitales privados nacionales e internacionales, para luego estatizarlos y gastarlos en nuevas instituciones y empresas públicas, prevén asumir más competencias de los niveles subnacionales y contar con mayor aparato estatal para continuar con la prebenda y clientelismo electoral.
A la ciudadanía nos toca informarnos sobre los programas de gobierno y escuchar los discursos electorales, para identificar cuáles son los candidatos que tienen un plan a seguir y cuales lanzan discursos que encienden pasiones sin libreto real.