Las cifras que ya no conmueven

Por Guillermo Villalobos M. y Pablo Solón

Las cifras ya no nos conmueven. Pasa en el caso del Covid-19 y en relación a los incendios en Bolivia. Hay muchas cifras y datos que luchan para persuadirnos que las cosas andan igual o un poco mejor que antes. Pero en realidad, lo que logran es acostumbrarnos a la idea de que los incendios y a la muerteson parte del ciclo normal de nuestras vidas.

Por ejemplo, durante el mes de agosto hubo 64.504 focos de calor en todo el territorio nacional. Una de las cifras más altas de la última década. Siendo que la mayoría de éstos se centraron en Santa Cruz; departamento que, sin lugar a duda, se convirtió en el“motor de quemas de Bolivia”.

La Autoridad de Fiscalización y Control Social de Bosques y Tierra (ABT) señala que en todo el país la cifra de hectáreas quemadas sería de 1.407.914 hectáreas quemadas entre enero y agosto de este año, de las que947.724 hectáreas corresponden a Santa Cruz. La Secretaría de Desarrollo Sostenible y Medio Ambiente de la Gobernación de Santa Cruzda una cifra más baja de 840.000 hectáreas quemadas en lo que va del año.

Según los datos del MMAyA y la ABT hasta agosto, este año es tan malo como el año pasado. Casi un millón y medio de hectáreas calcinadas. Pero ¿cuánto es un millón y medio hectáreas?  Es como si la mitad de la superficie del departamento de Tarija se hubiera quemado. En el mundo hay 40 países sobre un total de 193 que tienen una superficie menor a un millón y medio de hectáreas.

Lejos de alarmarse por la superficie quemada, las autoridades de la ABT minimizan la magnitud del fuego diciendo que sólo el 18% de esa superficie son bosques. ¿Es que acaso no hay vida en el otro 82% de la tierra que está siendo quemada? ¿No hay animales y seres vivos en los pastizales, matorrales, arbustos y otros que se queman a lo largo de más de millón de hectáreas? ¿No tiene ningún efecto sobre el medio ambiente, el aire y el cambio climático que se quemen más de un millón de hectáreas?

Según los datos de la ABT, de esta enorme cantidad de hectáreas quemadas hasta finales de agosto, unas 322.699 hectáreascorresponden a áreas protegidas. La Fundación para la Conservación del Bosque Seco Chiquitano (FCBC) y el Observatorio del Bosque Seco Chiquitano (OBSC) dicen que es más del doble: 710.281 hectáreas quemadas. El área protegida más afectada es el Área Natural de Manejo Integrado (ANMI) San Matías. Para la ABT se ha quemado el 9% del ANMI San Matías, para la FCBC es el 14% que ha sido calcinado.

La segunda área protegida más afectada, que no figura en las estadísticas de la ABT, es Ñembi Guaso que fue creada en el 2019 por ley del Territorio Autónomo Indígena de Charagua. En tercer lugar, está Otuquis. Estas tres áreas protegidas concentran más del 90% de la superficie quemada en áreas protegidas.

Las áreas protegidas se crearon para proteger a ecosistemas considerados cruciales por la biodiversidad que sostienen y por sus funciones sistémicas que cumplen, no para ser quemadas. Esta gran cantidad de superficie quemada en las áreas protegidas esun indicador de que las políticas de desarrollo agropecuarias nacionales andan claramente descarriladas. 

Y es que los incendios de pastizales y bosques no son hechos fortuitos, sino que están siendo promovidos en primer lugar por la actividad ganadera, quequeman para habilitar tierras para el ganado con el sueño de exportar carne a la China. Según la ABT el tipo de propiedad que más se está quemando es el ganadero: 325.952 hectáreas sobre un total de 521.497 hectáreas quemadas en propiedades agrarias.Estos datos complementan el último informe del INRA. Los que más queman son los grandes propietarios. Sólo en San Matías, 36 propiedades “empresariales” han quemado 103.696 hectáreas

Para frenar los incendios el gobierno debe suspender toda exportación de carne de Santa Cruz y proceder a realizar un estudio de evaluación de impacto ambiental integral para determinar los límites de la exportación de carne y definir las medidas necesarias para que la actividad ganadera no siga atizando el fuego en Bolivia.