Opinion

MASISMO Y MAL GOBIERNO
Punto de Re-flexión
Omar Qamasa Guzman Boutier
Jueves, 29 Agosto, 2013 - 11:51

Valorar: 
Average: 4.8 (4 votes)

A la hora de evaluar a una fuerza política -mucho más si ésta se encuentra en función de gobierno- importan al menos tres consideraciones: los hechos concretos y no tanto los discursos; el estado de la correlación social de fuerzas que tales hechos contribuyen a crear y la proyección en el tiempo, de las políticas aplicadas por aquella fuerza política. Se entiende que una fuerza política mínimamente madura deberá orientarse por la mantención y el potenciamiento de su influencia en la sociedad. Lo contrario, nos coloca frente a fuerzas políticas débiles, desde la perspectiva histórica y con una baja vocación estatal. En estos casos, predominarán acciones contradictorias, el menos precio a la opinión pública y el debilitamiento institucional del país, para sostener políticas nacionales a largo plazo. Estas últimas características pueden resumir lo que entenderemos por “mal gobierno” y quedan muy bien ejemplificadas por la administración gubernamental del MAS de Evo Morales.

Sin volver a recordar los manotazos del gobierno, para con casi todos los sectores de la sociedad, veamos algunos ejemplos, que nos arrojan los hechos durante las últimas semanas y la actuación del gobierno en ellos. Se trata del Censo nacional, de la tragedia en la cárcel de Palmasola (Santa Cruz) y del refugio político del senador Roger Pinto. Sin entrar en la consideración de las justificaciones (los discursos) para cada uno de los casos, lo cierto es que se pueden precisar algunos datos incuestionables, en cada uno de los mismos.

Los errores que se incubaron en la preparación y ejecución del Censo, han dado como resultado concreto, un descrédito de la población con respecto a los datos oficiales del ejercicio censal. Son regiones, municipios, sectores sociales e instituciones (¿alguien puede dudar, todavía, que es virtualmente toda la sociedad boliviana la que cuestiona aquellos resultados?), las que han mostrado su desacuerdo con el Censo. Un equipo administrador del Estado (es decir un gobierno) mínimamente responsable, en consecuencia, mostraría al menos la predisposición para enmendar los errores y eventualmente, volver a repetir el ejercicio. El MAS, sin embargo, sencillamente opta por “ocultar la basura bajo la alfombra”, fingir voluntad para la evaluación técnica del Censo e ignorar el clima de protestas generalizadas que asoma en el horizonte, a propósito del Censo. Asumir una postura de espaldas a la realidad, obviamente no supone la modificación de tal realidad, por lo que puede adelantarse que la fuerza de esa realidad terminará imponiéndose en la política nacional.

En la consideración de los sucesos de Palmasola, por su parte, puede observarse el mal gobierno masista casi al desnudo. Lo primero que llama la atención es la falta de eficacia de los servicios de inteligencia de la policía. Se entiende que inteligencia policial deberá servir, en el caso de la administración de los recintos penitenciarios, para prevenir la confrontación entre reclusos, a raíz de las pugnas internas de grupos y para la orientación en la toma de decisiones, por parte de las autoridades responsables de las cárceles. En el caso boliviano, lo que se ha demostrado, es que inteligencia policial no sirve para ello, sino para infiltrar marchas indígenas (como en el caso del TIPNIS) o realizar (auto)secuestros a un alto funcionario de gobierno, como fue el caso del canciller, el 2011. Vistas así las cosas, no debería extrañar la total falta de respeto a los muertos de la tragedia, que el mismo día de los hechos y en el mismo recinto penitenciario de Palmasola, demostrada el señor Jorge Pérez, vice-ministro de Régimen Interior.

Como se recordará, Pérez no tuvo mejor iniciativa que posar, cual bufón de plaza, en una foto en ocasión de la entrega de los primeros lotes de medicamentos para los heridos de Palmasola. El que la treintena de muertos, por tanto, no hubieran provocado,luego, ni una muestra de vergüenza por parte del ministro de Gobierno y el que éste continúe en el cargo, es coherente con todo lo sucedido en las áreas bajo su “responsabilidad”.

Forma parte, pues, de esta “conducción” gubernamental que avergüenzan al país, el bochorno a raíz del asilo político del senador Roger Pinto, luego de su salida de Bolivia. Lo concreto, en este caso, es que el gobierno de Brasil ha otorgado asilo al parlamentario boliviano. El que Evo Morales y su gente se rasguen las vestiduras diciendo que Brasil ha violado los tratados internacionales con ello, puede servir pasajeramente para el consumo interno, porque lo cierto es que el gobierno del MAS quedó puesto en evidencia, como un gobierno que incumple, precisamente los tratados internacionales en materia de asilo. Seguramente en Chonchocoro, Luis Arce Gómez y Luis Garcia Meza deben estar admirando a Morales, por no haber concedido el salvoconducto a Pinto, a pesar que Brasil le otorgara asilo, cuando el parlamentario se refugiara en su embajada, en La Paz; ni aquellos “narco-dictadores”, de principios de la década de 1980 se atrevieron a negar el salvo conducto a los opositores políticos, refugiados en las embajadas. Pero, más allá de esta muestra que da el gobierno masista en haber superado a esos dictadores en materia de asilo, lo verdaderamente sorprendente es que se siga insistiendo en el desconocimiento de los tratados internacionales en el tema, como puede apreciarse en las declaraciones de Morales, luego del asilo concedido por Brasil a Pinto.

No importa que estas manifestaciones de mal gobierno, ante la proximidad de las elecciones nacionales, en realidad estén dirigidas para dar un mensaje a los cada vez menos incondicionales electores del MAS, porque en administradores con vocación estatal, deberá primar la elección por el interés general. Aquí, el “interés general”, abarcaría tanto al partido de gobierno, como al país en su conjunto. Pues bien, lo que nadie puede negar es que las acciones del mal gobierno, han desgastado políticamente al MAS; lo han hecho con mayor eficacia que toda la oposición conservadora junta o todas las protestas sociales de los trabajadores. Aquí, el verdadero opositor al gobierno se Evo Morales y el MAS se llama Evo Morales y MAS.

Por supuesto que no preocupa tal desgaste en sí, sino en la medida en que mediante el mal gobierno ejercido, a la vez, los masistas están debilitando las instituciones estatales. El debilitamiento del sistema judicial es algo inocultable, como lo es ahora, también el debilitamiento del INE. Con ello, entonces, la sostenibilidad en el tiempo, de las políticas sectoriales o nacionales, tiene pocas probabilidades. Desde nuestro punto de visto, hemos insistido, en que ello, en el fondo, no es del todo negativo. No lo es, porque supone que el país nuevamente estará frente a la necesidad de reformas de contenido nacional-popular, ya que el gobierno del MAS no ha hecho sino evitar, precisamente, tales reformas. Morales y compañía han actuado como los mejores diques de contención a tales reformas y lo positivo de la crisis estatal que el propio gobierno se está encargando en sembrar, es que aquella farsa comienza a desnudarse.

Lamentablemente, en el tiempo histórico por el que transcurrimos, por ahora los efectos del mal gobierno no sirven sino para reciclar a viejas opciones políticas, es decir a la “derecha”. En realidad, el MAS es y ha sido funcional al resurgimiento de la “derecha”, porque ha desarmado ideológicamente al movimiento popular, ha castrado políticamente a los trabajadores y ha marginado al movimiento indígena. En esto también destaca este partido, como una fuerza política que sin sonrojarse traiciona las esperanzas democráticas y autodeterminativasde la sociedad boliviana; cosa que los sectores conservadores han buscado por siempre.