Opinion

POLÍTICA MARÍTIMA
Punto de Re-flexión
Omar Qamasa Guzman Boutier
Miércoles, 27 Marzo, 2013 - 17:12

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Bolivia casi nunca ha contado con políticas de Estado y menos con una referida a la cuestión del mar. Sin embargo, puede observarse que en esta oportunidad, efectivamente se está diseñando algo que puede llamarse “política de Estado” en este tema. Conviene reflexionar respecto a las causas que imposibilitaron que contáramos con políticas de Estado y que ahora, al menos en relación a la problemática marítima, podamos decir que sí se está construyendo ella.

Cuando hablamos de política de Estado, entre otras, hacemos referencia a la fluidez entre la sociedad y el Estado, en un área o temática específica. Se trata de una correspondencia entre ambas. Visto desde la óptica estatal, es decir de las instituciones, esta correspondencia nos remite a instituciones de mediación estatal eficaces. Si algo caracteriza a los Estados maduros, es precisamente el contar con instituciones estatales de mediaciones desarrolladas. Por otra parte, debe recordarse que hablamos de una correspondencia referida a una temática y no de la correspondencia en todos los órdenes de la vida social, política, económica o cultural. Volviendo, pero, a la correspondencia anotada, digamos que ella es posible porque en la sociedad, previamente, existe una demanda general, universal, nacionalmente hablando. Las pulsiones de esta demanda previa  son las que impactan en el Estado y obligan a éste a elaborar políticas, estrategias, en función a la satisfacción de dicha demanda. En el caso de la problemática marítima, claro está, ello es algo que nadie puede poner en duda.

Sin embargo de ello, es válido también señalar en que el país, incluso esta demanda y la correspondencia entre Estado y sociedad, responde a momentos de (auto)determinación nacional. Esto quiere decir que no en todo momento de nuestra historia, el Estado se ha visto obligado a asumir aquella demanda. En períodos de alta dependencia nacional respecto a los centros políticos y económicos de poder mundial, efectivamente el divorcio entre Estado y sociedad nos muestra un poco atención a la problemática del mar. Estos períodos han sido los mayoritarios en la historia boliviana y corresponden a la lógica más radical del liberalismo, orientado a la subordinación de los intereses nacionales al capital y los centros de poder internacional. Por tanto, cuando una sociedad, como la actual, es capaz de asumir una demanda general al punto tal de obligar a su Estado de diseñar políticas en torno a ella, hablamos de un momento de determinación de lo nacional-popular. La identificación correcta de este momento, sea que lo que, probablemente, explique en gran medida que la abrumadora mayoría de los partidos de oposición se hubieran sumado a la iniciativa gubernamental, en el tema. Únicamente el partido del empresario Samuel Doria Medida, la Unidad Nacional (UN) ha remado en contra-corriente.

Está claro que no siempre, pues, el país ha mostrado su carácter de autodeterminación nacional. En los períodos en los que no lo hizo (que, recordemos siempre, fueron los mayoritarios), efectivamente las tendencias anti-nacionales y para el caso, chilenófilas, tendieron a sepultar toda posibilidad de formulación de una estrategia nacional de recuperación marítima. En realidad siempre existieron chilenófilos en el país. Desde el momento mismo de la conclusión de la guerra del Pacífico, a decir de René Zavaleta Mercado, hubieron dirigentes políticos que ansiaban pertenecer al vencedor de la contienda. El que en la actual, dos parlamentarias del UN no votaran, en la Sesión de Honor del parlamento, a favor de la resolución marítima, sólo nos dice que los pro-chilenos de hoy han encontrado un buen refugio en ese partido.