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El Madrid ganó por 1-0
El Atlético de Madrid gana con un golazo de Saúl al Bayern
ATLÉTICO DE MADRID SE QUEDA CON LA PRIMERA SEMIFINAL
La celebración de los jugadores del Atlético de Madrid.

Miércoles, 27 Abril, 2016 - 17:35

Un golazo sensacional de Saúl Ñíguez en el minuto 10 abrió el camino del Atlético de Madrid hacia la final de la Liga de Campeones, aún pendiente de alcanzar la cima en el duelo de vuelta en el Allianz Arena, tras un ejercicio apabullante al inicio y de resistencia después para doblegar al Bayern Múnich.

El despliegue rojiblanco fue muy potente; poderoso en ataque en el primer tramo, el del 1-0, y enorme defensivamente en el segundo tiempo, con dos balones al poste, uno para cada equipo, y con una valiosa ventaja final para el Atlético en el primer duelo: una victoria, un gol a favor y ninguno en contra a la espera de Múnich.

El Atlético lo tenía muy claro. Había una prioridad por encima de todas: ganar. No había mejor fórmula para la vuelta. Ni una sola duda. Ni en ambición, formidable desde el primer minuto, ni en esa intensidad ingobernable, ni en su presión, ni en un inicio tan potente y tan incontestable para el Bayern, incrédulo ante tanta agitación.

El conjunto rojiblanco quería un gol sí o sí. No había otra perspectiva en su pizarra desde el vestuario ni en su actitud sobre el terreno de juego, impetuosa, descomunal como la cita que tenía ante sí. Lo intentó Saúl Ñíguez y después Fernando Torres con una jugada individual, mientras el Bayern sentía un agobio constante.

Primer objetivo conseguido, a los diez minutos, con un golazo de Saúl, extraordinario, y cambio de registro, sin echarse demasiado atrás, pero más a la expectativa, más preparado para el contragolpe entre la posesión del Bayern, de su intención de romper por las bandas entre Douglas Costa y Kingsley Coman. Y sin Ribery ni Muller.

Desde el vértigo por la banda del brasileño y del francés, desde la llegada del chileno Arturo Vidal, creció el conjunto alemán hacia el campo contrario, en el que también se siente a gusto el Atlético. Cuando se trata de defender, de guardar un botín, el equipo de Simeone es una roca. Deja el balón al rival, pero concede poco más.

Ni pierde el sitio, ni decae su intensidad, ni hay fisuras en su milimétrica ocupación de los espacios. Le rondó el Bayern por su área, pero ocasiones ni una en todo el primer tiempo; algún centro desde los costados, un par de disparos lejanos y nada más. En el otro lado, Neuer evitó el 2-0 frente al francés Antoine Griezmann.

El resto del encuentro ya estaba trazado desde el 1-0. Y tocaba sufrir. Lo intuía Simeone cuando movía los brazos pidiendo el aliento del público en el inicio del segundo tiempo y lo comprobó el equipo minutos después, con un trallazo lejano de Alaba, violentamente estrellado y repelido por el larguero rojiblanco.

Al Atlético, con otro susto en un cabezazo de Javi Martínez, ya le había empujado hacia atrás el Bayern desde su posesión. De nuevo destinado a un ejercicio de resistencia emocionante y solidario entre las infinitas variantes y recursos de su adversario. Se fue Coman, entró Ribery; se fue Thiago Alcántara y entró Thomas Muller.

 

Pero la victoria del equipo rojiblanco, ya sin apenas opción de salida al contragolpe, arrinconado por momentos, también fue memorable por la pasión con la que aguantó los momentos más adversas, minutos eternos, con una estirada de Oblak a tiro de Vidal, con un contragolpe al poste de Torres y con un ganador: el Atlético, preparado para jugar otra final en el Allianz Arena (1-0).

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