Opinion

URKUPIÑA
El Púlpito
Guillermo Siles O.M.I.
Viernes, 16 Agosto, 2013 - 17:47

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Como no decir algo en este día tan especial para muchos bolivianos. Este 15 de agosto es un día tan particular para muchos peregrinos, que están presentes a los pies de la imagen de la Madre de Nuestro Señor Jesús.

La Virgen de Urkupiña, quiere decir, que la Madre de Dios se apareció “encima del cerro” (Orqo Phiña).  Su leyenda cuenta que se apareció a una humilde pastorcita, sencilla y pobre. Esta historia, como muchas en América Latina, nos muestra como la Madre de Dios se revela a los sencillos y humildes de forma muy evidente.  Ya conocimos esta misma historia en México, cuando la Virgen de Guadalupe se manifiesta a un campesino, Juan Diego, o tal vez la historia de la Virgen de Caacupé en Paraguay o Aparecida en Brasil y otras. Esta revelación o esta aparición de la Madre de Dios a personas sencillas, nos traen el mensaje profundo para acompañar nuestra fe, para renovar la fe en cada festividad. Pero al mismo tiempo, esta devoción mariana, reflejan los diferentes rostros de la Madre de Dios en nuestro pueblo.
Tampoco podemos olvidar el papel de la Virgen María en los primeros gritos libertarios, acompaño varios procesos de la liberación de los pueblos ante la colonia. Acompañó a todos los libertadores espiritualmente. Por eso hoy, esta piedad popular, está muy presente en medio del pueblo pobre y cristiano. 

Pero en esta fiesta de la Urkupiña se concentra toda esa experiencia de fe y devoción de miles de peregrinos, que quieren renovar su compromiso, renovar su relación afectiva ante Dios y sobretodo dejarse bendecir para vivir dignamente. Por eso no dudan en peregrinar muchos kilómetros, ponerse de rodillas y estar a los pies de la Madre de Dios. Ahí expresan todo su sentimiento religioso profundo.

Esta festividad no tiene un carácter exclusivo o preferencial, ahí confluyen todos, pobres y ricos, ciudadanos y políticos, bautizados y religiosos. Todos se unen en un solo sentir. Dios une a todos estos corazones. Es decir, la fe en Cristo y su devoción a la Madre de Dios. Por toda esta experiencia se logra, que todos sean capaces de vivir una sola fe, un solo amor, un solo sentir, dejarse guiar como hijos por una Madre que esta contigo.

En este ambiente masivo, podemos decir que Dios sigue revelándose a toda persona humilde, sencilla y que tiene abierto su corazón. Porque la misma historia nos lo dice, la fe ha provocado una conversión, un cambio de vida, un deseo de vivir más en relación con el respeto al otro, en el respeto a su naturaleza, en el respeto a la vida. Porque esta conversión nos empuja a vivir en cada uno de los peregrinos el cumplimiento de la voluntad del Padre, de experimentar la fidelidad a Dios para con nosotros, pero sobre todo la fidelidad nuestra en el compromiso social y de los hermanos. 

María nos revela,  en el Evangelio de Lucas,  en el magnificad, que Dios está al lado del pueblo, a lado de los sufren, a lado de los que están luchando por mejores días. Ella nos da su terminando de Dios, que escucha el clamor de los pobres y que no descansa hasta lograr que todos vivamos dignamente. Este grito de libertad frente a todas las estructuras de opresión, marginación y exclusión se hacen carne en la experiencia de fe de la Madre de Dios. Dios no se aparta en ningún momento de su pueblo. Ahí está para dignificarnos y darnos vida plena.