Opinion

LOS HERMANOS ROJAS
Sin pelos en la lengua
José Antonio Rojas Madariaga
Martes, 16 Abril, 2013 - 10:56

Valorar: 
Average: 5 (1 vote)

En la numerosa literatura que se escribió, escriben como se escribirá sobre la batalla de La Tablada del 15 de abril de 1817, es innegable  que la figura de Don José Eustaquio ‘Moto’ Méndez Arenas es la que descolla como el caudillo y máximo héroe que como siempre ocurre.

Es porque los historiadores en su fatiga de distinguirse de sus pares, en esas personalidades centran su narrativa que por lo ortodoxo de su finalidad, encumbran a las mismas como si en el entendimiento de los niños la comprensión de los hechos tendrán la misma sinopsis de quienes narran los hechos será idéntica porque los seguidores de dichos personajes  están igualmente presentes, accidente que originan para que a dichos héroes los conceptúen parangonándolos  a la par de  la talla de ‘Héroes Solitarios’ con ‘Sansón’, o con ‘Ulises’ u otro personaje de la historia universal.

Pero en una evaluación comparativa tales conceptos no son ni tienen el mismo concepto epistemológico en la mentalidad infanto-juvenil,  porque la misma etimología conceptual,  es simétricamente distinta, en los conceptos y en la imaginación que diferencian a la capacidad intelectual diferenciada entre el que tiene la mente desarrollada y de la que quienes la están formando y robusteciendo generacionalmente.

Es tan cierto que Don José Eustaquio ‘El Moto’ Méndez Arenas fue un gran paladín de la libertad americanista, como lo fueron la de quienes junto a él lucharon por la misma causa.

Por ello es de que a 196 años de lo que ocurrió en la batalla de La Tablada y además entre los años anteriores y posteriores a lo que fuera la ‘madre’ de las luchas en las que Tarija ofrendara su cuota parte en esa causa americanista, me atrevo a rendir culto y admiración como respeto a todos y cada uno de esos valerosos hombres que fueran ignorados no por la historia que la cuentan y narran los llamados historiadores.

Sino que como siendo parte de ellos en el oficio y la vocación, debo ser algo diferente como dice el mismo refrán de que ‘los discípulos son mejores que los maestros’, y  a esos historiadores sin tapujos los reconozco como a tales de los conocimientos que tengo para escribir los detalles de lo que pasó en ese escenario que con los hechos ocurridos son el pilar y la columna principal de la llamada libertad americana, o al menos de la del norte de la Argentina y  del Sur geográfico de Bolivia.

El que en la oportunidad escriba sobre lo que fueron, hicieron y actuaron mis mayores de los que llevo su apellido, de manera alguna se me juzgue o estigmatice de que estoy haciendo y logrando el perfecto ‘vituperio’ porque no es alabanza propia, sino ante todo civismo y patriotismo y declaro de que así como me preocupo por los míos que son el origen de mi existencia, tengo el compromiso de hacerlo por el ultimo de esos mortales que aún quedan en el silencio de la anemia mental de los historiadores entre los que me encuentro.

Pero sometido a esa enseñanza bíblica que el autor de las parábolas sentenció de que ‘la caridad comienza por casa’ eso hago para hablar un poquito de lo que mis mayores actuaron y lucharon en esa llamada Batalla de La Tablada del año1817 en la que participaron –solamente en el bando de los anti realistas o llamados montoneros-  más de tres mil mortales todos originarios del mismo lugar y entre ellos estuvieron los míos.

Señores, mi genealogía personal, familiar y humana tiene el apellido paterno ‘Rojas’ y a uno de los míos al menor de ellos que los llaman “Los Hermanos Rojas” en vida se llamó Manuel y en esos guerreros ‘Ramón y Manuel Rojas’ se entronca mi origen e identidad.

Manuel Rojas

Nació en Tarija en el año 1788. Su madre fue doña Micaela Rojas, hermana de Don Ramón Rojas y se cree que el padre fue Don Deudato Ruyloba, hermano o familiar, al menos de Nicolás Ruyloba, que es quién educó al joven Manuel.

Quedó huérfano entre uno y dos años según los estudios que el  anciano Miguel Sosa, estudioso historiador y cronista que se destacó en el pasado siglo XX siendo de reconocido prestigio personal como de sus obras escritas en las doctas universidades argentinas de Córdova, Tucumán y Salta.

Manuel Rojas fue combatiente del Ejército Auxiliar de Güemes. El historiador Bartolomé Mitre señala y narra describiéndolo con estos términos: “Manuel Rojas fue edecán del general Rondeau” que es el origen de su capacidad de estratega con la que luchará en la batalla de La Tablada en el año 1817. Además que entre sus manifestaciones personales, demostraba la gentileza de caballero.

“Los solados de Rojas –dice D´Arlach- no tenían disciplina en la proverbial honradez de Méndez. Era el terror de los vecinos realistas de Tarija, no dejaban ‘títere con cabeza’ señalando al conjuro todos los que lo estudiaron que era algo así como lo fuera ‘Espartaco’ en la Roma de los césares.

El “rojitas” como se lo llamaba familiarmente, era temerario porque su personalidad era bien definida en todos los conceptos sociales y de servicio a quienes siempre quisieron imponer alguna diferencia por el poder que el dinero y la fortuna supuestamente como a los políticos los encumbra cual si fueran ‘reyes sin genealogía y realeza’. Consiguientemente  “Su arrojo a toda prueba” era más que demostrada y practicada defendiendo los ideales de libertad e independencia.

Estando la plaza de Tarija situada por tropas realistas ‘Rojitas’ cuantas veces lo deseaba “penetraba disfrazado de campesino y a veces de chola, burlando la vigilancia de los ‘godos’ como llamaban los patriotas de aquellos tiempos a los partidarios de España”.

Uno de los pasajes curiosos de la vida militar de ‘Rojitas’ es la siguiente:

Necesitando fondos para pagar los ‘diarios’ (jornales)  de su tropa, temiendo el avance enemigo, que era esperado por momentos, Manuel Rojas dispuso que el vecindario le preste ‘en el día’ la suma de cuatro mil pesos. Pero como en todo tiempo y sociedad, los que más pensaban en ‘Su Yo’ que en la sociedad y la comunidad es  la que eran parte y de ella se beneficiaban, esa clase social con perfectos actos de ‘plañideras’ vociferaban diciendo que estaba esquilmada con las frecuentes contribuciones de guerra que se les pedía.

Se presentó –un día- en el cuartel  de “Rojitas” Don Nicolás Ruyloba quién –como se dijo- fue su tío y protector y le dijo:

-Manuel no impongas esas contribuciones. No trates de esa forma dura y perversa a tu pueblo que está en la miseria. Suspende la orden, te lo ruego.

-El servicio a la patria así me lo exige –le contestó- Y si la contribución no se cubre en horas más, echo a la tropa al saco… Y arde el pueblo. Ya lo sabe.

Conocido como era ‘Rojitas’ la contribución fue cubierta en el mismo día. Pero el dinero tuvo que facilitarlo el señor Ruyloba, para evitar que la soldadesca saquee el pueblo.

Las tropas realistas de Levín que vinieron a Tarija  en el año 1816 combatieron fuertemente a los montoneros.

El comandante  Manuel Rojas actuó en los combates de Padcaya, Arozas, Cuyambuyo y Yesera.

Los montoneros eran destrozados por la superioridad numérica por la táctica y el armamento de sus enemigos, pero sin poder anular la moral de los patriotas.

Los serviles del imperio ibérico y la soldadesca temían solamente oirá su nombre que por ello,  se hacían ofertas de fuertes premios para dar con el paradero de los caudillos, pero muy especialmente del tal ‘Rojitas’.

En un bando leído en el Cabildo de Tarija el 16 de octubre de 1816 se decía: “Yo el jefe, coronel Levín, ofrezco al que halle al hombre Manuel Rojas –el Rojitas- una parcela de tierras y suspensión de gabelas a la Caja Real”.

‘Rojitas’ tan pronto aparecía en las posiciones realistas golpeando al enemigo, como en las correrías “quitando ganado” o en los ranchos “robando a soldados”, el horror en los servidores de la causa realista que habitaban la misma ciudad de Tarija demostraban y juraban que jamás lo denunciarían ante las tropas de ‘su majestad’, pero era nada más que un ‘pretexto’ porque pensaban siempre primero en ‘sus intereses’ y no en el sufrimiento de los humildes y explotados, porque ellos eran también explotadores de sus propios coterráneos.

La batalla de La Tablada

El día 14 de abril de 1817 los hermanos Uriondo se unieron a La Madrid con mil montoneros que las comandaban Méndez y Rojas.

Al día siguiente era la batalla contra las fuerzas realistas que por haberse realizado en la planicie alta al lado oeste de Tarija y que era una tablada plana y larga como amplia, a la batalla en ese escenario se le dio el nombre de la Batalla de La Tablada que así se denominaba a la región geográfica.

Al retirarse La Madrid, después de la victoria entregó el mando militar y civil al Teniente Coronel Francisco de Uriondo, que atendió la defensa del partido con valor y abnegación.

Francisco de Uriondo llamó al capitán Manuel Rojas y le ordenó la retirada de los cuerpos de los patriotas que cayeron en el campo de la batalla.

Aquí se continua….

Rojitas la noche del 15 de abril mientras en el campamento los heridos se curaban de sus heridas y entre ellos Rojitas también curaba las suyas, organizó a sus fieles seguidores para que hagan lo encomendado por Francisco de Uriondo.

A la mañana muy temprana antes de la salida del astro rey, Manuel Rojas estando herido seriamente en varias partes del cuerpo, a pesar de ello al comenzar a clarear había bajado al río que bordeaba la población y se dio un baño en las cristalinas aguas a pesar de que los sanitarios, enfermeras y damas de la sociedad le decían que era mortal bañarse con las heridas recién costuradas, ‘Rojitas’ a todas ellas les respondió simplemente con una de sus muchas expresiones caballerescas: “Todos moriremos y al menos quiero que mi osamenta par entonces esté bien limpiecita y fraganciosa con olor a albahaca, prométanme que me complacerán”.

Después de refrescante baño, el mismo se cambió las vendas y colocando ungüentos de yerbas molidas y raíces a su heridas las volvió a vendar con gasas limpias y seguro se vistió y llegó al campamento y a los elegidos los impetró a que cumplieran las órdenes.

Transcurrieron los años en ese estado de lucha, de ardor y de zozobra, hasta el año 1821.

En las laderas de “Colón” el comandante Manuel Rojas fue sorprendido por un piquete del capitán Ledesma.

Fue degollado y su cabeza colgada en un algarrobo corpulento que estaba camino al pueblo de Concepción, hoy capital de la provincia Avilés.

Así concluyó la vida de un militar vinculado tan íntimamente a la guerra de la Independencia.