Opinion

EL CARNET, LA FACTURA Y LA TONELADA DE PAPEL
Testigo Virtual
Rodrigo Ayala Bluske
Miércoles, 23 Octubre, 2013 - 12:17

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En la primera escenificación de este drama, el ciudadano protagonista de la historia, parado frente a los mostradores de BOA en el aeropuerto de “El Alto”, entrega  su brevete al funcionario de la aerolínea mencionada:

Ciudadano: Aquí tiene 

Funcionario: Necesito su carnet

Ciudadano (después de unos segundos de perplejidad): Lo perdí

Funcionario: Entonces no le puedo dar el pase a bordo

Ciudadano (después de otros segundos): Pero entonces, como voy a viajar

Funcionario: Usted tiene que darme el carnet señor, si no lo tiene retírese

Ciudadano: Pero lo perdí hace una hora

Funcionario: Saque otro

Ciudadano: Pero como lo voy a sacar, si yo vivo en Tarija

Funcionario (impaciente): No sé, pero usted me tiene que presentar el carnet.

Ciudadano: Pero le reitero, vivo en Tarija, llegué ayer por trabajo y estoy retornando.

Funcionario: Haga la denuncia y la trae

Ciudadano: No vivo aquí y no tengo un peso ni para el trufi, mucho menos para pagarme una noche de hotel, déjeme ir a Tarija y allí saco mi nuevo carnet.

Funcionario: Lo siento, no se puede, la Autoridad nos va a sancionar si lo dejo.   

Ciudadano: Miré aparte del brevete, aquí están mis tarjetas personales  que tienen mi nombre, mi tarjeta de crédito que tiene mi nombre  y mire este periódico, es una entrevista que me hacen donde están mi nombre y mi foto. Soy yo, ¿se da cuenta?. Imposible que haya falsificado todo esto.

Funcionario: Señor, tiene que darme su carnet. Si no la ATT nos va a sancionar.

Ciudadano (llegando a la desesperación):  ¿Pero se da cuenta de que el carnet no es el fin, sino el medio para saber mi identidad?. Usted ya sabe cuál es mi identidad.

Funcionario: No hay caso, retírese del mostrador por favor.

Ciudadano (en la desesperación completa y gritando): ¡No me voy de aquí! Es mi cumpleaños y no voy a pasarlo solo; llame al jefe de aeropuerto, llame a la policía, que vengan los periodistas. Voy a hacer un escándalo….

El funcionario se retira unos instantes, vuelve con cara de circunstancias y dice:….”Solo por esta vez….”.

En la segunda escenificación, unas semanas más tarde, el mismo ciudadano se encuentra frente a la encargada de otorgar facturas de la Gobernación de Tarija. En esos días, en una decisión insólita, la funcionaria, en vista de algunos escandaletes de corrupción sucedidos en otras dependencias,  decidió que para otorgar una factura a una empresa, era imprescindible que esta traiga fotocopias de todos sus papeles, y que además el titular de la mismatenía que hacerse presente. Esto condujo a otro dialogo desimilares características que el anterior:

Ciudadano: ¿Se da cuenta que esto es ilegal?, si yo hago un pago a la gobernación, tengo derecho a que me dé una factura. Usted no tiene porqué pedirme otros papeles.

Funcionaria: Pero yo tengo que luchar contra la corrupción. Esto es por eso.

Ciudadano: ¿Usted es de la fiscalía, de transparencia, del Ministerio Anticorrupción?,

Funcionaria: Yo me baso en una disposición del anterior gobernador (Mario Cossio), que dice que todos los funcionarios debemos luchar contra la corrupción.

Ciudadano: ¿Pero para eso me pide una pila de fotocopias y me obliga a venir personalmente cada vez que la gobernación me tiene que dar una factura por 16 bolivianos?. ¿Se da cuenta  que tengo que trabajar?, ¿es usted socia de alguna fotocopiadora?

Se trata de dos escenas de la vida real, que seguramente podrían multiplicarse si es que nos propusiéramos seguir ejemplificando la veneración que los bolivianos tenemos por el “papel” y los “sellos” (de los que de alguna manera es heredero el sacrosanto “carnet”).

Para hacer cualquier trámite con el Estado, la necesidad de papeles se multiplica (“poder”, “fundaempresa”, “certificado”,  etc., etc.,). Se trata de un ritual con diversas variantes que adquiere valor por sí mismo; por eso es que al funcionario de la aerolínea estatal lo que realmente le importaba era el “carnet”, más que la identidad del pasajero, y por eso la funcionaria de la gobernación identificaba la “lucha contra la corrupción”, con el amontonamiento de papeles. En su lógica, como en la de muchos otros, la papelería se constituye en una suerte de poción mágica, que si no arregla los problemas, por lo menos los valida, les da derecho a la existencia.

¿Será  un efecto del carácter estatista de la economía?.Una de las leyendas de los ochenta – noventa (el momento del auge del neoliberalismo) identifica Estado con ineficiencia e Iniciativa  privada  con eficiencia. Pero, evidentemente se trata de una premisa falsa, y si hay alguna duda, basta con preguntar sobre el tema a los administradores del Lloyd privatizado. Países como Suecia o Noruega se han encargado de mostrarnos que son posibles las sociedades  eficientes  con una fuerte presencia estatal, y a su manera (brutal, pero  efectiva), China se ha erigido como la potencia del siglo XXI, combinando planificación estatal con crecimiento privado – capitalista. Inclusive en su tiempo, Lenin se alejó del estatismo excesivo, para superar los males traídos por la guerra  civil, formulando la NEP (Nueva Política Económica).

Creo que la explicación es más compleja y que para llegar a ella se pueden ensayar varias hipótesis, no necesariamente contrapuestas entre sí. Por ejemplo, se puede pensar que nos encontramos ante una de lastantastaras que nos heredó la vieja república feudal del siglo XIX; esa que vivía de los impuestos rurales pagados por las comunidades campesinas, con los que a su vez alimentaba a una gruesa burocracia, ocupada en  la veneración de papeles. Es la razón por la cual nuestros organismos de gobierno  (nacionales, departamentales, locales) son tan sueltos de cuerpo a la hora de dar feriados, tolerancias y cosas así; si vives de un ingreso “no  productivo” (el impuesto indígena antes, las regalías de hidrocarburos ahora), en realidad no  importa si hay un día o dos, adicionales,  de descanso al año.

Otra explicación es la que tiene que ver con cierto rasgo psicológico del empleado público (quizás no aplicable a todos, pero si a muchos de los miembros del gremio). Se trata de la necesidad que tienen de ejercitar poder, haciendo la vida imposible al ciudadano de a pie. Posiblemente se trate de una de las pocas opciones que la vida les da en ese sentido y quizás por ello es que disfrutan tanto mirando el rostro desesperado del que ha perdido el carnet,  o de  la que no ha traído el sello correcto.

Finalmente, una tercera manera de entender el tema, tiene que ver también con la psicología, pero en un sentido más amplio; los bolivianos desconfiamos al extremo unos de los otros; no creemos en la palabra de nuestros coterráneos. En los hechos, nos es imposible “presumir la inocencia” del que está al frente. Presuponemos que es culpable, que trata de falsear algo, que trata de engañarnos, por tanto no solo tenemos que asegurarnos de que lo que dice es verdad, vía la presentación de papeles, sino que también resulta correcto torturarlo un poco ejercitando nuestra autoridad.

Somos víctimas entonces de problemas psicológicos varios, a los que se suma una herencia cultural centenaria, que en tiempos en los que el mundo se transforma merced a la digitalización, nos sigue amenazando con hundirnos en toneladas de papel. Necesitamos dar un salto cultural, necesitamos superarnos a nosotros mismos. Si no lo logramos, seguiremos pagando tributo a los adoradores de documentos, y  haciendo cola para engordar al dueño de la fotocopiadora de la esquina.