Mujeres indígenas de Coripata y Sapahaqui lideran la defensa de su derecho a vivir libres de violencia

AGENCIA DE NOTICIAS AMBIENTALES
Tan solo entre el 1 de enero al 7 de marzo del presente año, se han registrado 8.477 casos de violencia contra la mujer, de los cuales 6.518 corresponden a violencia familiar o doméstica, según la Fiscalía. Ante esta realidad mujeres indígenas de municipios de Coripata en Nor Yungas y Sapahaqui en el valle paceño, lideran procesos de transformación desde sus territorios, expresando la defensa de su derecho a vivir libres de violencia.
Debido a que la realidad ha mostrado que el hogar continúa siendo uno de los espacios más peligrosos para las mujeres, ellas defienden más que nunca sus autonomías económicas, están dispuestas a la protección del medioambiente y a la revalorización de sus saberes ancestrales.
Actualmente en Bolivia, la violencia de género continúa sumida en una profunda crisis que afecta la autonomía física, económica y decisional de las mujeres.
Mujeres defensoras de la Pachamama y de sus derechos
En el municipio de Coripata, las mujeres han identificado la expansión de la minería ilegal como una amenaza no solo al medioambiente, sino también a su integridad física y a la de sus familias. Lanzani López Ticona, concejal del municipio, destaca que las promotoras de Centro de Desarrollo Integral de la Mujer Aymara (CDIMA) y organizaciones sociales han exigido al gobierno municipal la implementación del plan de resarcimiento sobre estas actividades.
En ese sentido, las mujeres han asumido un rol protagónico en la defensa de su territorio y de sus derechos. López Ticona destaca la importancia de la Pachamama como fuente de vida y sustento para las comunidades: «La Pachamama es nuestra tierra, donde nos vamos apoyando en el tema de alimentación, donde nos va fortaleciendo como poblaciones que tenemos las hermanas que cultivan la tierra”.
Además, han impulsado una ley municipal contra la violencia hacia la mujer, adaptada a la realidad del municipio y basada en la Ley 348. La urgencia de esta medida se refleja en las palabras de la concejala López.
“Esta ley se está trabajando para aquellas hermanas que aún tienen esa violencia física, aún reciben esa violencia dentro de sus hogares, diferentes violencias económicas, físicas, psicológicas hay, y queremos erradicar (…) es por esa razón que estamos trabajando esta ley contra la violencia a la mujer municipal, ya que tenemos una ley también madre para todas las mujeres que es la 348 en base a ello», explica.
Así también, se reconoce la persistencia del machismo en las comunidades alejadas y la necesidad de proteger a las mujeres de diferentes formas de violencia en el municipio de Coripata «La ley contra la violencia de la mujer, se ha visto que existe hermanos machistas, hay mucho machismo en las comunidades alejadas que tenemos dentro de la población».
En el municipio de Saphaqui, se vive una situación similar. Shirley Canaviri, lideresa de la comunidad de Jojoy – Chilca, señala que muchas mujeres desconocen sus derechos y viven en contextos de sumisión y machismo. La falta de acceso a la justicia y la ausencia de espacios seguros para denunciar hacen que continúen los hechos de la violencia.
Sin embargo, gracias al trabajo del CDIMA, se están generando procesos de formación y empoderamiento que permiten a las mujeres reconocer y ejercer sus derechos.
No obstante, las mujeres enfrentan obstáculos significativos para acceder a la justicia y denunciar la violencia que sufren. El miedo, la vergüenza y la presión social las llevan a guardar silencio, prolongando así un ciclo de violencia. Además, la falta de espacios seguros y accesibles para presentar denuncias agrava la situación, dejando a muchas sin el apoyo necesario para romper con la violencia.
Esta realidad subraya la urgencia de implementar políticas públicas que garanticen el acceso efectivo a la justicia y la protección de los derechos de las mujeres en estas comunidades.
Emprendimientos que fortalecen su independencia
La independencia económica es una herramienta esencial para que las mujeres rompan los ciclos de violencia. En Saphaqui, Mariela Condori señala que “el rol que tenemos las mujeres es de ser mamás, hijas, trabajadoras, en muchos casos somos padre y madre porque tenemos varios hijos, entonces queremos salir de alguna manera, fortalecer nuestra economía”, es así que ha desarrollado un emprendimiento a base de tejidos, a pedidos con lana de alpaca, que le permite sostener a su familia.
Asimismo, Angélica Mamani ha creado una asociación de mujeres que elaboran productos medicinales a partir de hierbas locales, combinando conocimientos ancestrales con prácticas sostenibles “aprovechando las hierbas que se producen allá, que crece, eso yo lo aprovecho bastante en el preparado de mates, jarabes, tinturas, pomadas”.
Estas iniciativas no solo generan ingresos, sino que también revalorizan el rol de las mujeres en la economía local y promueven la conservación del medio ambiente. Como señala Mamani Chávez «yo respeto a las plantas, algunos no respetan porque no saben qué planta es medicinal, qué planta es curable».
Estas iniciativas y emprendimientos, no solo fortalecen la autonomía económica de las mujeres, sino que también rescatan y valorizan los saberes ancestrales de las comunidades indígenas.
Participación política y liderazgo comunitario
La participación activa de las mujeres indígenas en la toma de decisiones en sus municipios, es necesaria para construir sociedades más justas e igualitarias. En el municipio de Coripata, las mujeres han asumido roles de liderazgo en la elaboración de normativas para la protección de sus derechos y en la vigilancia de las actividades mineras para su control.
Mientras que en Sapahaqui, a pesar de los desafíos, las lideresas están promoviendo espacios de diálogo y formación para fortalecer la participación política de las mujeres.
El CDIMA ha sido importante en este proceso, proporcionando herramientas y apoyo a las mujeres para que puedan incidir en las políticas públicas en sus comunidades y defender sus derechos. Estas acciones demuestran que la autonomía en la toma de decisiones no solo es posible, sino que es una realidad en construcción desde las bases comunitarias.
Autonomía sexual y reproductiva: un pilar para la autonomía integral
En el país, el reconocimiento de los derechos sexuales y reproductivos es fundamental para garantizar la autonomía integral de las mujeres. La Constitución Política del Estado, en su artículo 66, establece que «se garantiza a las mujeres y a los hombres el ejercicio de sus derechos sexuales y sus derechos reproductivos». Sin embargo, en comunidades rurales, el acceso a información y servicios relacionados con estos derechos sigue siendo limitado.
La autonomía integral de las mujeres indígenas no puede entenderse sin considerar su derecho a decidir sobre sus cuerpos y su sexualidad. En los municipios de Coripata y Sapahaqui, las mujeres enfrentan desafíos significativos relacionados con la restricción a su libertad sexual y reproductiva.
En el municipio de Saphaqui, muchas mujeres enfrentan barreras para acceder a servicios de salud sexual y reproductiva, incluyendo métodos anticonceptivos modernos. Esta situación perpetúa ciclos de pobreza y violencia, afectando su capacidad para tomar decisiones informadas sobre sus cuerpos y vidas.
Organizaciones como CDIMA han sido clave en la promoción de estos derechos. A través de talleres y programas de formación ha logrado empoderar a mujeres indígenas para que reconozcan y ejerzan sus derechos sexuales y reproductivos, fortaleciendo así su autonomía y liderazgo en sus comunidades.
La integración de la salud sexual y reproductiva en las agendas locales es importante para garantizar el acceso a servicios de salud, educación sexual integral y espacios seguros para la toma de decisiones, para así lograr promover una autonomía para las mujeres en todos los aspectos de sus vidas.
Concienciación
Las historias de Coripata y Saphaqui reflejan la fuerza y resiliencia de las mujeres indígenas bolivianas que, desde sus territorios, están construyendo un futuro donde la autonomía integral sea una realidad. A través de la participación activa en la defensa de su territorio, la creación de leyes municipales y el desarrollo de emprendimientos económicos, las mujeres están transformando sus comunidades y construyendo un futuro más justo.
Es esencial que el Estado boliviano y la sociedad en su conjunto reconozcan y apoyen estos esfuerzos, garantizando el acceso a la justicia, la educación y la salud, promoviendo políticas públicas que fortalezcan la autonomía física, económica y en la toma de decisiones de todas las mujeres, en especial de aquellas que han sido históricamente marginadas.