Beneficios ambientales de la agroecología en Bolivia

Tamires Cardona - Investigadora del CIPCA

Cuando pensamos en el campo, se viene a la mente el verde intenso de la naturaleza, esas familias campesinas trabajando la tierra bajo el sol extendido y cosechando alimentos frescos que luego disfrutamos en casa. Generalmente, nos detenemos a pensar en cómo realmente llegan esos alimentos a nuestra mesa y qué impacto tiene cada tipo de cultivo en nuestro entorno y el medio ambiente.

La agroecología no solo permite comer sano, sino que también cuida lo que más nos importa: nuestra tierra, el agua y toda la vida que nos rodea. No hablamos de algo nuevo, sino de algo que hemos mantenido durante años.

Nuestros pueblos indígenas y campesinos llevan siglos cultivando en armonía con la naturaleza, cuidándola y respetándola, demostrando que se puede llegar a producir sin necesidad de dañar la tierra. Estas prácticas ancestrales, combinadas con la ciencia moderna, demuestran que se puede producir sin dañar el medio ambiente. Por ejemplo, en CIPCA se trabaja con comunidades donde se apoya la transformación de productos forestales no maderables; por ejemplo, del cusi se pueden obtener productos como: shampoo, acondicionador, jabón, aceite, entre otras transformaciones, y son reconocidos por sus altos beneficios y se comercializan fácilmente en Bolivia.  

Mientras la agricultura convencional castiga a la tierra con agroquímicos y se va expandiendo sin control, la agroecología la cuida rotando los cultivos, aplicando abonos naturales y diversificando la producción, de esa manera podemos mantener el suelo vivo y fértil. El agua también sale beneficiada, porque al reducir el uso de agroquímicos se evita contaminar nuestros ríos, lagunas y arroyos, protegiendo la salud de todos. Siglos atrás, los indígenas podían beber agua de los arroyos cercanos a las comunidades y no tenían ningún problema en la salud; en la actualidad, muchos de esos arroyos están secos o contaminados por el uso excesivo de agroquímicos.

Actualmente, los monocultivos están arrasando con bosques enteros, no respetan las cortinas rompevientos y existe un uso intensivo del suelo con la consecuente pérdida de fertilidad. Por otra parte, la agroecología apuesta por la biodiversidad: distintos cultivos conviviendo con árboles y animales, como siempre ha sido en la naturaleza.

Es evidente que la agroecología recibe menos apoyo que la agricultura agroindustrial debido a factores económicos y al comercio internacional, aunque la agricultura industrial puede generar más dinero rápidamente, lo hace a un alto costo para el medio ambiente y la salud humana debido al uso de agroquímicos y al monocultivo.

Las experiencias en Bolivia demuestran que la agroecología no solo es posible, sino que también alimenta a las comunidades rurales y urbanas cuidando el entorno. Hablar de agroecología es entender que producir alimentos va más allá de ganar dinero o expandir fronteras agrícolas, es respetar la tierra que nos alimenta, reconocer y valorar la sabiduría de quienes siempre han cultivado en armonía con la naturaleza, como (las familias campesinas e indígenas).

Bolivia, con toda su riqueza cultural y natural, tiene una oportunidad única con la agroecología. No se trata solo de retroceder sino de construir un futuro donde el campo produzca sin destruir, donde valoremos lo nuestro y aseguremos el mañana de las futuras generaciones. Cultivar con la naturaleza es sembrar esperanza.