Bolivia: Tuits desde el panóptico; impericias y omisiones desde el poder

Erick Fajardo Pozo

El socialista Luis Arce no es más el ocupante de Palacio Quemado sino el nuevo inquilino del penal de San Pedro. Dejó de ser presidente de Bolivia hace cinco semanas, pero aún tuitea como tal, desde su cuenta personal @LuchoXBolivia en @X que aun porta la insignia gris de verificación de autoridad en ejercicio que la plataforma le asignó tras su asunción de mando en julio de 2020 y que parece no haber sido reclamada por el nuevo gobierno.

Entretanto, el presidente constitucional @Rodrigo_PazP, en funciones desde noviembre 8 de 2025, tuiteó hace dos días, en diciembre 17, el anuncio de “Emergencia económica nacional” desde su cuenta personal en X sin sello de verificación de su estación presidencial, mientras que su cuenta oficial como presidente de Bolivia, @Ofiprebo, tampoco porta el icono de verificación de autenticidad de su investidura.

En Bolivia, país que vive en un vórtice entre el siglo XX y el presente, el apunte puede sonar frívolo. Pero en la nueva economía de los capitales simbólicos y preeminencia de la comunicación política en red, la no gestión de la transición de los iconos de verificación en la plataforma de microblogging más importante del planeta equivale a haber mostrado desdén en otra época por los símbolos presidenciales y comunica al menos falta de oficio sino es que desinterés en reclamar el reconocimiento de una investidura.

La medalla Simón Bolívar y el Bastón de Mando son símbolos, no piezas investidas de poder real sino representaciones convencionales de la autoridad que se le reconoce al portador. Su uso se hace por ello privativo de individuos investidos con la autoridad y el derecho a portarlos pues representan dónde yace la decisión democrática de una comunidad política. La misma regla aplica para la plataforma que es una suerte de ágora global en que un mundo político interconectado comunica sus decisiones.

El nuevo gobierno reacciona lento. Nació bajo el signo del recambio generacional, pero el proceso mental de sus tomadores de decisiones es del siglo XX y tarda en asumir los nuevos escenarios y códigos de la política. El problema no son sus acciones sino ser oportuno. Su manejo de los tiempos políticos es un problema que se revela estructural, desde su comprensión de la nueva economía simbólica del poder hasta las decisiones financieras estructurales. Paz dispuso reformas radicales en economía, en la frecuencia, pero sin el sentido de oportunidad de los presidentes libertarios de Estados Unidos y Argentina. Milei decretó sus medidas de shock dos días después de ser investido, en diciembre 12 de 2023, y Trump dictó los 100 decretos que instituyeron sus reformas el día mismo de su inauguración presidencial.

En esa misma lógica, el presidente de los Estados Unidos, a quien Rodrigo Paz parece admirar, declaró nulos de pleno derecho todos los decretos, declaratorias y disposiciones de su predecesor, el expresidente Joe Biden, porque fueron firmados por burócratas no investidos, usando su auto pen o facsímil de firma. En Bolivia, a nadie parece molestarle que el presidente Paz notifique al mundo la reforma económica más crítica de la historia reciente, de manera extraoficial y casi apócrifa mientras el recluido Luis Arce sigue enviándole cartas al país usando el equivalente actual del papel membretado y el sello de la Presidencia de Bolivia.