Punto de Re-flexión

ÁRBITROS ELECTORALES PARCIALIZADOS

Omar Qamasa Guzman Boutier

¿Por qué, ante demandas en gran medida similares, actúa el órgano electoral de distinta manera? Ello, a propósito de la modificación del mapa electoral. Como se recordará, hace un par de semanas, las organizaciones sindicales campesinas, aglutinadas en la Confederación Sindical Única de Trabajadores Campesinos de Bolivia (CSUTCB), habían iniciado sendos bloqueos de caminos exigiendo al Tribunal Electoral, la modificación del mapa electoral. Aunque varios personeros de aquél órgano habían, previamente, señalado que el pedido no era viable, pronto tuvieron que desandar sus pasos y atender el pedido del sindicalismo campesino, desactivando un conflicto en ciernes.

Hoy por hoy son varias organizaciones indígenas y de colonizadores (eufemísticamente llamados “comunidades interculturales” quienes vuelven a la carga, con similar pedido, aunque con una suerte menor. El Tribunal Electoral, en esta oportunidad, parece mantener la decisión de no modificar el mapa electoral, en los términos exigidos por las organizaciones en conflicto y nuevamente varias regiones del país se ven paralizadas por bloqueo de caminos. El caso más llamativo lo constituye el norte del departamento de La Paz, tanto por la actividad económica regional como por la vinculación con los departamentos de Beni y Pando. Paralelamente, en la ciudad de La Paz, varios dirigentes de las zonas en conflicto ejercen un cerco a las oficinas del Tribunal Electoral, sin lograr, empero, la atención a sus demandas.

Puede pensarse que la imposibilidad del Tribunal Electoral, para la atención del pedido, se refiere a que resulta contradictorio con la aceptación de otros sectores; eventualmente con la CSUTCB. Pero, en verdad, razones de mayor profundidad se encuentran en la actitud del órgano electoral. Antes de continuar, digamos que estas contradicciones han terminado por pulverizar el denominado Pacto de Unidad, en el que todavía se encontraban campesinos y colonizadores. En realidad, este Pacto había perecido cuando los indígenas, tanto de tierras bajas como de tierras altas, abandonaron sus filas durante el conflicto del Territorio Indígena del Parque Nacional Isiboro Sécure (TIPNIS), pero a fuerza de la propaganda oficialista, todavía la mentira de la existencia de tal Pacto podía confundir a más de un ciudadano; ahora ni siquiera eso.

Entre las razones de fondo encontramos una de verdadera importancia: la pérdida de convocatoria electoral del gobernante Movimiento al Socialismo (MAS). Como se sabe, el Tribunal Electoral fue organizado de acuerdo al gusto y a las necesidades del MAS, para “triunfar” en las elecciones nacionales de octubre próximo. En consecuencia, la principal tarea de este órgano electoral masista consistía en “ajustar” el movimiento socio-político experimentado en la sociedad boliviana (fenómeno que explica, a su vez, precisamente la pérdida de la convocatoria electoral del MAS) a los requerimientos que un “triunfo” masista exige. Por tanto, para este despropósito, a los tristes hombres y mujeres a cargo del Tribunal Electoral no se les ocurrió nada mejor que confeccionar un retorcido mapa electoral, bajo el argumento de que se basaba en la información del último desacreditado Censo Nacional por un lado y por otro, de que imperaban razones “técnicas” para el diseño de tal mapa electoral. Con el retroceso que supuso la atención a las demandas de la CSUTCB en esta materia, no solamente quedó en entredicho el prestigio del órgano electoral, sino que éste perdió gran parte de su cuota de credibilidad, ante la opinión pública. La no solución del conflicto de hoy, ahonda tales pérdidas a grados que bien pueden justificar la duda ciudadana, sobre el conjunto del proceso electoral y, claro, los resultados que éste arrojará.

Una segunda razón -incluso de mayor importancia que la anterior- es que la propuesta programática del MAS ha encontrado su techo de realización o en otros términos, el discurso político del MAS se ha agotado. En realidad, han actuado al menos dos fuerzas para tal agotamiento temprano. Primero el rápido abandono de las organizaciones indígenas, de la farsa que representan Evo Morales y su partido, a título de primer gobierno supuestamente indígena. No es un dato menor, porque se trata de la concretización de la pérdida de legitimidad ideológica que aquellos abandonos supusieron y como se sabe, desde los escritos del viejo Lenin incluso, la crisis de una organización política principia con su crisis ideológica. La palabrería hueca y la payasada que representa observar a Evo Morales disfrazado con poncho y lluchu, no sirven para engatusar a la población boliviana y particularmente a los del área rural. Ni siquiera tiene ya utilidad para engañar a la comunidad internacional, haciendo creer a ésta que en Bolivia estamos bajo el primer presidente indígena. Con ello, entonces, también se debilitan muchísimas de las razones de la solidaridad interna y externa que suscitó este gobierno de mentirosos y embusteros, durante los primeros años de gestión.

Finalmente, claro, se encuentra también el motivo referido al Estado. En el fondo, asistimos a la finalización del movimiento de reforma estatal que vivimos bajo la administración masista. Hemos insistido desde hace años en señalar que la reforma estatal ensayada por el MAS traicionaba las perspectivas de reforma estatal propuesta por la sociedad civil boliviana en movimiento, particularmente en la agenda surgida durante la guerra del gas, en octubre del 2003. Pues bien, ha sido esa traición, lo que ha posibilitado que la reforma estatal (cuyo movimiento ahora entra a su etapa final) se realice de acuerdo a las  necesidades del capital, particularmente transnacional, en un ambiente de estabilidad política. Las concesiones que ese capital estuvo dispuesto a otorgar, gobierno de Evo Morales mediante, fueron del todo secundarias, por lo que no alcanzaron a ocultar la careta de traidores de los hombres del actual gobierno, ante los ojos de los sectores populares. La actual reforma estatal no tiene mayores posibilidades de auto-desarrollo y su estancamiento está ocasionando el atrofiamiento de la institucionalidad democrática boliviana. 

Es en este contexto, en que los esfuerzos por cumplir con la demanda del MAS (el de hacer creíble un “triunfo” electoral de Evo Morales y García Linera) por parte del Tribunal Electoral, desnudan también sus lazos de dependencia con el partido de gobierno. Lo hacen, al extremo de dinamitar, incluso, las mismas instituciones (como el Pacto de Unidad) que hasta ahora, sirvieron al gobierno para cooptar al movimiento campesino y colonizador, particularmente; precisamente dos de los sectores que siguen sujetos al gobierno, gracias a su dirigencia servil.

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EL DEDO DE MORALES

Omar Qamasa Guzman Boutier

El partido de los neo-melgarejistas, es decir el gobernante Movimiento al Socialismo (MAS), ha decidido que su principal dirigente, Evo Morales, será quien defina, en última instancia, la lista de candidatos a parlamentarios para las elecciones nacionales de fines de año. Esta perla de las prácticas anti-democráticas pone al descubierto algunos hechos. Entre estos los hay aquellos que con simplemente reiterativos y otros que develan la “estrategia” de los melgarejistas de la actualidad. Lo cierto es que ambos, se articulan para males de la democracia boliviana, como se observará.

Resulta reiterativo escribir que entre los requisitos que ha establecido el partido de los megarejistas de hoy, figuran al menos cuatro. Primero, que los futuros parlamentarios del MAS deberán ser sumisos a los jerarcas del partido. En términos criollos, deberán ser llunkus, a prueba de todo. Segundo, que quienes resulten bendecidos por el dedo de Evo Morales, para llegar al parlamento no deberán tener capacidad alguna de pensar, es decir deberán ser hombres y mujeres sin opiniones propias. No se trata solamente de un requisito (éste, el de ser descerebrados) que busca no hacer sentir en condiciones de inferioridad a los dirigentes del MAS, sino de una exigencia que emana de los propios postulados de este partido, lanzado por García Linera: en el MAS no se aceptan libre pensantes. Tercero, en tanto requisito implícito, deberán ser personas que puedan provenir de dudosos rincones de la politiquería nacional; arribistas, buscapegas, tránsfugas, principalmente. Cuarto, finalmente y vistos así los principales requisitos, deberán ser personas a quienes no les importe traicionar a los ingenuos votantes o cambiar de postura en cualquier debate, de la noche a la mañana; es decir, en síntesis, personas miserables.

En realidad, de alguna manera estos mismos requisitos han estado presente en su momento, incluso en la elección de los actuales parlamentarios, porque también aquí fue el dedo de Morales quien les ungiera como parlamentarios. La salvedad es que, en las pasadas elecciones, al menos no se había anunciado a los cuatro vientos tal hecho. Y por otro lado, en aquella oportunidad el filtro parece no haber funcionado del todo bien, ya que una que otra parlamentaria devino en libre-pensante y hasta con opiniones propias. Alguien podrá decir, hoy, que se trata de un acto de sinceramiento del MAS, pero en realidad, parece tratarse de un menos precio a todo lo que huele a práctica democrática.

Con todo, la precaución que toman los neo-melgarejistas, para otorgar todo el poder a su jefe a fin de seleccionar a los candidatos a futuros parlamentarios, busca al menos dos objetivos de mediano y largo alcance. Estos objetivos se inscriben en una apreciación correcta: el MAS no alcanzará los dos tercios en el parlamento e incluso, la obtención de la mayoría absoluta se torna todavía, hoy por hoy, algo lejana. Por ello, en el futuro de larealpolitik de este partido, los pactos y las alianzas en el parlamento estarán a la orden del día. En tal sentido, la dirigencia del MAS ciertamente requiere de una bancada parlamentaria confiable, como para no poner en peligro los futuros pactos.

Pactos tales que puedan incluir a personajillos moralmente descalificados y apreciados por la opinión pública como muy cercanos a enfermos mentales, como el alcalde de Santa Cruz, PercyFernandez, por ejemplo. O pactos para impulsar eventos internacionales que grandemente sirvan para el derroche de dinero (en un país que sigue en el bloque de los más pobres del hemisférico) como la cumbre del G-77. Para todos estos pactos, inevitables en el futuro mediato, la dirección del MAS requiere que “su” bancada parlamentaria, al igual que hoy, le secunde fielmente, cual borregos (con las disculpas de estos nobles animalitos), en toda iniciativa.

Un segundo objetivo de contar con una bancada con aquellas características, es el de posibilitar un control indirecto, sobre el futuro parlamento. Se entiende que, ante la necesidad de pactos y alianzas, se configurará una modalidad de gobierno diferente al actual; precisamente un gobierno resultado de tales acuerdos. Hablamos de acuerdos políticos con y en el Ejecutivo, luego de cuya concreción se tendrá también un bloque oficialista en el parlamento, resultado de tales acuerdos. Es esta última condición la que nos permite hablar de control indirecto, ya que la ausencia de acuerdos podría suponer consiguientemente, un órgano parlamentario en alguna medida hostil al Ejecutivo. Está claro que aquellos acuerdos incorporarán los intereses particulares de otras fuerzas políticas, al ejercicio del poder, aunque bajo el pretexto de “servir a la patria”. Un pequeño ensayo de esta posibilidad puede observarse en el Gobierno Municipal de La Paz, administrado por el todavía opositor Movimiento sin Miedo (MSM). Como se recuerda, este partido ha adelantado acuerdos con el MAS, a título de servir mejor a la ciudad. En fin …

Todo ello nos muestra la cercanía de algo que venimos anunciados hace tiempo: el desgaste rápido de esta farsa llamada democracia. La nueva configuración en el mapa político nacional, a mediano plazo, no parece desmentir tal hecho. Es válido decir, a la vez, que por medio de aquél desgaste, lo que se re-editará en el país, es la democracia a la deriva. Sin independencia de poderes, en medio de juntuchas de partidos en el ejercicio del poder y con las mediaciones democráticas atrofiadas, ciertamente la democracia caminará dando tumbos a uno y otro lado. Ello, claro, hasta que desde la sociedad civil, nuevamente, surjan las pulsiones democráticas que reencaucen las cosas.

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ÓRGANO ELECTORAL DESACREDITADO

Omar Qamasa Guzman Boutier

Las constantes “equivocaciones” del órgano electoral, bien pueden servirnos para ejemplificar las consecuencias institucionales que el afán totalizante del gobernante Movimiento al Socialismo (MAS) ocasiona. No es la única institución, por cierto, que gracias a eventuales miembros ejecutivos con alto espíritu de sumisión, experimenta lo que puede denominarse como un período de desinstitucionalización. Anteriormente otras instituciones, como el Instituto Nacional de Estadística o las distintas reparticiones del Poder Judicial, ya lo han experimentado, a lo largo del gobierno masista. En todos los casos, estamos ante las consecuencias de las pulsiones totalitarias del MAS y el negativo impacto que generan en la institucionalidad. Precisamente por el impacto negativo en el cuerpo institucional, puede decirse que la práctica anti-democrática del partido de Evo Morales y los suyos, tiene aquí su mejor ejemplo.

Se entiende que, entre otro de los requisitos institucionales, uno de los de mayor importancia será el referido al mantenimiento de la independencia de las instituciones electoral y/o judicial, con respecto al Poder Ejecutivo. En Bolivia, notoriamente durante la última media década, ello no ocurre, por lo que será también válido decir que el país ha perdido gran parte de su calidad democrática; o si se prefiere, que hemos retrocedido, en cuanto al desarrollo democrático se refiere, hacia los períodos de gobiernos anti-democrático.

En el caso del órgano electoral, en los últimos meses hemos asistido a verdaderas chambonadas. Primero asistimos al intento de diseñar un mapa electoral de acuerdo al gusto y los requerimientos del MAS, con la inconfundible intención de favorecer a la candidatura de Evo Morales y García Linera. Luego fue, ante el fundado temor en los responsables del órgano electoral de despertar justas protestas ciudadanas a nivel nacional, la presentación de un mapa electoral que desmembraba múltiples unidades política-administrativas territoriales, como son las provincias, a fin de confeccionar algo que se pareciera a un mapa electoral. De todas maneras, surgieron voces de protesta, particularmente en el área rural, por aquél hecho, considerado como verdadero atropello. Claro que esas protestas fueron, inicialmente, minimizadas por los ejecutivos del órgano electoral. No faltaron varios miembros, hombres y mujeres, de este órgano que a voz en cuello proclamaban que nada les haría cambiar el mapa electoral diseñado entonces.

Como se sabe, aquellas declaraciones llenas de bravuconería no sirvieron de nada, porque la protesta en el área rural, expresada en forma de bloqueo de caminos, posibilitó que tales ejecutivos del órgano electoral desandaran lo avanzada, se tragaran sus palabras y cedieran a la protesta social. Vistas así las cosas, alguien diría que la atención que el órgano electoral prestó a la demanda del área rural, reflejaría más bien la madurez de esta instancia electoral.

Incluso los mismos miembros del órgano electoral, que en la víspera todavía pretendían demostrar la seriedad de mapa electoral por ellos confeccionado con argumentos supuestamente técnicos, salían a la palestra pública después de la “rectificación” del mapa, como si nada hubiera pasado en este país.

Lo cierto, pero, es que tantas idas y venidas en el accionar del órgano electoral sí han dejado huella en la opinión pública. Lo primero que puede anotarse es que estos pobres hombres y mujeres, a cargo de órgano electoral, han demostrado la total falta de seriedad y rigurosidad profesional, en el manejo de algo verdaderamente delicado, como es el organizar las elecciones nacionales. Lo concreto del caso es que funcionarios poco serios han investido, de la misma falta de seriedad, a la institución que “dirigen” (bueno, esto último es un decir). Estamos, por tanto, ante una institución poca seria y esto quiere decir, en buenas cuentas, ante una institución cuyos niveles de credibilidad ante la opinión pública, han disminuido sensiblemente.

Por otra parte, pero, lo que queda en la ciudadanía, es el fundado temor que los responsables del órgano electoral no cesen en el intento de favorecer a la candidatura oficialista, en las elecciones próximas. Como vimos, varios fueron los intentos infructuosos por parte del órgano electoral por beneficiar al binomio Evo Morales – Álvaro García y el que esos intentos hayan fracasado hasta el presente, no garantiza que en el futuro inmediato no vuelvan nuevamente a la arremetida. Se trata, según dijimos, de la objetivación de una lógica política con ansias totalitarias, es decir con la intención del control de las principales instituciones de un ordenamiento democrático, ésta, la que el MAS ensaya desde el gobierno.

Más allá de la vigilancia de la sociedad para evitar tales despropósitos, lo cierto es que estamos viviendo el tiempo de la desinstitucionalización democrática. Las instituciones estatales y democráticas, debido a su sometimiento al Poder Ejecutivo, sencillamente se ven debilitadas, al punto tal de ya no representar garantía alguna para la vida democrática. Son instituciones que expresan, paradójicamente, la conversión a un ordenamiento antidemocrático.

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REDISTRIBUCIÓN DE ESCAÑOS,SÓLO ESCARAMUZAS

Omar Qamasa Guzman Boutier

La amenaza del pro-oficialista órgano electoral, de diseñar un mapa electoral de acuerdo al gusto y las necesidades del gobernante Movimiento al Socialismo (MAS) y las protestas de los partidos de oposición, a pesar de los grandes espacios que llenaron en los Medios, solamente han constituido escaramuzas, de algo que de forma condescendiente podría llamarse “debate”. Tanto la intención del (abiertamente parcializado con el oficialismo) órgano electoral, como el posterior retroceso de tal intención, sin embargo, muestran algunos elementos más de fondo. Damos por descontado la intención del órgano electoral de beneficiar a sus patrones (es decir al MAS), con el diseño de un nuevo mapa electoral, a título de realizar tal propósito, bajo argumentos “técnicos”. Mucho más si se tiene en cuenta la coyuntura política nacional que preanuncia el debacle electoral de Evo Morales y su partido.

En realidad, la tramoya viene de lejos, al menos de la realización del último censo nacional de población y vivienda.

Como se recordará, aquél censo fue cuestionado precisamente con argumentos técnicos e incluso no pocos observaron la intención de, en base a dicho censo trucho, dibujar la nueva distribución de los escaños parlamentarios; tal cual fue efectivamente la última intención del órgano electoral. En este sentido, bien puede decirse que la maquinaria masista, por medio de la administración estatal, buscó ya con aquél censo nacional, distorsionar la realidad política boliviana; algo que al menos por el momento, ha quedado parcialmente obstruido. Está claro que en esta materia no preocupa los manotazos de ahogado del MAS, sino los efectos que ello tiene, sobre la institucionalidad estatal. En este orden, lo primero que puede decirse, es que las instituciones estatales se han visto rápidamente empujadas hacia conversión de simples oficinas partidarias. Desde el punto de vista estatal, ello significa que las instituciones del Estado no representan prenda de confianza para la población (el INE y aquél mamarracho llamado censo nacional ejemplifican ello) y por lo tanto, tienen poca utilidad, para abordar el debate política, en base a la información técnica que tales instituciones podrían proporcionar. En temas tales como el de la política salarial, del pacto fiscal o del mapa electoral, efectivamente aquella información no ha servido de mucho, durante los debates.

Así las cosas y a pesar de todos los esfuerzos del órgano electoral en favorecer al MAS, las cosas parecen no andar como se quiere. Y es que, junto al debilitamiento de las instituciones estatales y su inutilidad en el debate político entre la sociedad y los eventuales administradores del Estado, lo que destaca es el derrumbe del propio proyecto del MAS. En el fondo, todo este proyecto consistió en asumir el gobierno, para servir de manera más solícita que las anteriores administraciones, al capital. La presencia de las empresas transnacionales en el área de los hidrocarburos y la reticencia de introducir el control estatal en la actividad minera, son tan claros que nadie puede pensar en que el gobierno desarrolle en estas áreas, políticas realmente soberanas, nacionalmente hablando.

A pesar de ello, sin embargo, para algunos hombres del gobierno, estaríamos nada menos que en una fase de transición hacia una economía socialista. Aunque parezca increíble, tonterías de este calibre se han escuchado en la disertación de AlvaroGarcia Linera en Francia, ante un auditorio conformado por miembros del Partido Comunista de aquél país. No son fenómenos novedosos, éstos, porque como se recordará hubo un periodista de la “izquierda nacional” (que tiempo después devino en ministro de Hidrocarburos durante el primer gabinete de Evo Morales) que, ante el narco-golpe del 17 de julio de 1980, creyó descubrir pulsiones anti-imperialista en los narco generales y no tuvo en menos empacho en proclamarse su apoyo. Lo cierto es que Evo Morales y los suyos conforman un gobierno funcional y de gran utilidad para engatusar a incautos, en beneficio de las grandes empresas transnacionales. Si por algo están preocupados los masistas, es por el rápido desgaste que han experimentado y por la pérdida de atractivo que ello conlleva, para el capital.

En materia democrática, lo que las oscuras intenciones del órgano electoral han mostrado, es la necesidad, pese a todo, de rediscutir la temática democrática y su concretización en un ordenamiento nacional-estatal. Se ha insistido mucho, desde la sociología crítica de vertiente zavaletiana, respecto a la importancia del carácter abigarrado de la formación social boliviana, para el diseño de tal ordenamiento e incluso se ha añadido al aporte de Zavaleta, los efectos que la denominada “falla estructural” en el ordenamiento político institucional boliviano ocasiona. En todos los casos se ha cuestionado la simplificación, que en base a la teoría tradicional de la democracia representativa, conlleva la conversión de la voluntad política en órganos representativos. Como se sabe, para esta perspectiva teórica únicamente importan las variables poblacional y territorial, al momento de abordar aquella conversión. El constante déficit de representatividad que se ha observado en la democracia representativa boliviana, simplemente no es materia de debate, para esta corriente.

Por ello, desde una postura más culturalista y aún en los marcos de las teorías de la democracia liberal (para sorpresa de muchos), se ha valorizado el elemento cultural, como una nueva variable a ser considerada junto a las dos anteriores, en el momento del diseño de la ingeniería democrática institucional. Precisamente este elemento, el cultural, se  ha mostrado a pesar de su distorsión, en la polémica última, con respecto al nuevo mapa electoral. Pero, no se diga que se trata de una particularidad boliviana que no puede permitirnos participar en el debate de la democracia, en un nivel de mayor generalidad, es decir, de mayor abstracción. Porque, como dijimos, subyace en todo ello, la crisis de representatividad de los órganos “representativos” surgidos por medio del acto electoral, únicamente basados en las variables de territorio y población.

Es precisamente la crisis de representatividad de los sistemas democráticos representativos, lo que hoy por hoy recorre virtualmente todo el mundo y nueve a las sociedad en constantes manifestaciones de disconformidad con sus sistemas políticos democráticos. A partid de esta generalidad (la crisis de representación), puede abordarse en el caso concreto boliviano, la discusión del tema, en base a la introducción de la variable cultural. Esta forma de abordar el problema sería nuestra particularidad, para referirnos a un tema general de la democracia, universal si se quiere. Tanto la intentona del órgano electoral de servir de mejor manera al MAS, como el retroceso de ello, muestran pues que, como espada de Damocles, el tema pende sobre la democracia boliviana.

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PERCY, VERGÜENZA NACIONAL

Omar Qamasa Guzman Boutier

Una de las características del alcalde de la ciudad de Santa Cruz, PercyFernandez, ha sido desde siempre, el atropello a los periodistas y la humillación pública a la mujer. Uno de los actos de esta última característica incluso fue noticia en la cadena televisiva internacional, CNN; ocasión en la que este personaje aparece muy suelto de cuerpo, acariciando la nalga de una mujer autoridad de Santa Cruz, nada menos que en un acto público. Con anterioridad a este hecho, los atropellos a los periodistas de esa ciudad, fueron eventos tan comunes que, poco a poco, al parecer los trabajadores de la prensa tuvieron que resignarse a su triste suerte. El último acto, humillando a una mujer periodista de esa ciudad, por tanto, no constituye novedad alguna en esta lamentable cadena de Fernandez.

Estos hechos bastarían para pintar de cuerpo entero a Percy, como una persona enfermiza. Sin embargo, a estos “méritos” del alcalde de la ciudad de Santa Cruz se añaden otros, no menos vergonzosos. Recuérdese que en una oportunidad, en ocasión de una de las visitas de Gonzalo Sánchez de Lozada -cuando éste ejercía la función de presidente- Fernandez se hincó delante de él, le llamó “su majestad” y le dio la bienvenida. Pocos años más tarde, el alcalde cruceño dio rienda suelta a sus pulsiones racistas y fue ferviente partícipe de los anti-collas de aquella ciudad, comúnmente conocidos como “separatistas”. Apareció en diversas oportunidades llamando abiertamente a la fundación de una nueva república, en base a la región oriental, para dejar que los “collas” se mantengan como república del altiplano. Para algunos, por ello, fue sorprendente que tiempo después PercyFernandez apareciera como aliado político en esa ciudad, del MAS de Evo Morales. Tal es así que, ante la querella penal instaurada por la diputada Marcela Revollo (del hoy opositor Movimiento sin Miedo –MSM) por la última humillación de Fernandez a una mujer periodista, la diputada Marianela Paco del oficialista MAS, saliera a la palestra pública para desvalorar el juicio que pretende instaurar Revollo, en defensa precisamente de la dignidad de la mujer.

Más allá de este breve recuento, por demás conocido por la opinión pública, conviene indagar en torno a las razones que explican la propia presencia de un personaje tan desdeñable, nada menos como primera autoridad del municipio de una ciudad que se pretende “moderna”. Para los teóricos de la democracia representativa, uno de los supuestos del acto electoral es que el elector se identifica con una u otra característica del candidato por el cual votará en las elecciones; para el caso, los votantes que dieron el triunfo a PercyFernandez en Santa Cruz, se identificaron con uno u otro elemento de este enfermizo personaje. Aunque sea doloroso, está claro que existe una sociedad, de donde provienen los votantes a favor de este personajillo, mayoritariamente identificada con el mismo. Ningún analista honesto puede pretender la coartada, en favor de ese electorado, indicando que el mismo votó por Fernandez solamente por un criterio pragmático. Al contrario, asumiendo la existencia de niveles de identificación entre votantes y candidato (para el caso, el hoy alcalde de Santa Cruz), es claro que en el acto electoral primó una cierta racionalidad en la mayoritaria sociedad cruceña, para elegir como primera autoridad a semejante personaje. Las sociedades, pues, no son del todo inocentes con respecto al enfermizo y delincuencial comportamiento que sus autoridades electas pudieran mostrar.

Por otra parte, es válido también pensar que el electorado de Santa Cruz se hubiera encontrado frente a la ausencia de alternativas, razón por la cual tuvo nomás que elegir a Fernandez. Este hecho, ya en la práctica del ejercicio del poder, desde el gobierno municipal de Santa Cruz, demostró que los factores internos de poder político, social y económico de esa ciudad, respaldan a esta autoridad que llena de vergüenza a todo el país. Junto a estos factores internos de la sociedad cruceña, pero, en la última media década al menos, se sumó también el apoyo a Fernandez, por parte del gobierno nacional y su partido, el MAS. Estos últimos, en tanto que novedosos aliados políticos del alcalde cruceño, junto a los factores internos del que hablábamos, explican el virtual silenciamiento de los atropellos y humillaciones a los que el alcalde de esa ciudad somete, particularmente a las mujeres. No son, claro, los trabajadores de los Medios los responsables de ello, sino al parecer los estamentos directivos de estos Medios; ligados a su turno, ya sea con el propio gobierno municipal de Santa Cruz o con el aliado político, el gobernante Movimiento al Socialismo.

Desde nuestro punto de vista, el que este cuadro se presente, muestra algunas interesantes características de la sociología política de esa ciudad oriental. Lo primero que destaca es la supervivencia de una vieja lógica de liderazgo regional. Caracterizada ésta por el atropello y el machismo, tiene en PercyFernandez un verdadero dinosaurio político que, sin embargo, es aún capaz de generar identificaciones electorales, según vimos. Puede decirse que la base en la que se asienta ello, es decir la formación económica-social regional (valga la muletilla), se refleja en la agroindustria, cuyos orígenes no son sino otros los de las dictaduras de la década de 1970, la masiva apropiación de recursos económicos estatales entonces y la formulación de liderazgo anti-democráticos, autoritarios, con fuertes rasgos fascistas. La hacienda, el sistema gamonal y servidumbral de dominación y explotación a la fuerza de trabajo, constituyen pues las concretizaciones de ello.

Muestra también, por último, que el espacio político de Santa Cruz no ha sido capaz de formular nuevas lógicas de liderazgo; menos autoritarias y más democráticas, si se quiere. Los intentos, en su momento, impulsados por la izquierda de la década de 1980 por ejemplo, no han tenido asidero durable y simplemente duraron el tiempo que la ola democratizante del país duró. Después, como se vio, retornó la lógica política machista, autoritaria e inocultablemente racista. La posibilidad de este retorno, nos habla de la persistencia, pues, de una formación económica-social regional anclada en las prácticas dictatoriales de la década de 1970.

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APROBACIÓN Y LLUNKERIO COBISTA

Omar Qamasa Guzman Boutier

La anterior semana, un Medio dio a conocer los resultados de una encuesta, referida a la aprobación o desaprobación de la gestión gubernamental y a la preferencia electoral, con miras a las elecciones generales de octubre próximo. De acuerdo a los resultados, cerca del 60% de los encuestados aprobarían la gestión gubernamental; en relación a la preferencia electoral, sin embargo, solamente alrededor del 48 % estaría dispuesto a votar por el actual gobierno, en las elecciones nacionales. Este primer dato nos permitirá abordar algunos elementos que intervienen en el criterio del electorado y por otro lado, nos facilitará la crítica a las opiniones que sostienen que el electorado se mueve por criterios pragmáticos.

Lo primero que salta a la vista, a la luz de los resultados (aquello del 60% de aprobación y del 48% de probable apoyo electoral) es que aprobación a una gestión de gobierno no es sinónimo de apoyo electoral al partido de gobierno. En el primer caso, lo que se pone en juego es la apercepción del ciudadano, al desempeño de una gestión de gobierno, mientras que en el segundo caso, el ciudadano es consultado en torno a su preferencia electoral. Es decir, que en el primer caso, hablamos de una valoración, mientras que en el segundo, de una preferencia. Desde ya, digamos que incluso la percepción respecto al desempeño de una gestión de gobierno, recogida por medio de una encuesta, se asienta en criterios no técnicos, es decir, de especialistas en temas económicos, políticos, sociales o internacionales. La percepción ciudadana, al contrario, se asienta en eventos concretos, observables en el momento de la encuesta o y no en las proyecciones que las decisiones tomadas puedan ocasionar en el futuro.

Ello también quiere decir, en una sociedad impactada fuertemente por los Medios de comunicación masiva como son las sociedades contemporáneas, el grado que la propaganda gubernamental pudo tener en la distorsión de la realidad o en la exaltación de eventos considerados como positivos (como la entrega de mega-obras, por ejemplo). A ello hay que sumar, en el caso concreto boliviano, la virtual monopolización de los Medios, por parte del gobernante Movimiento al Socialismo (MAS) y la consiguiente generalización de la censura y autocensura informativa, que se refleja en esos Medios. Con ello, la mayoría de los Medios en el país, evitan hablar de las sombras de la gestión o de las consecuencias negativas que en el futuro podría causar una política económica, grandemente pensada en la prebendalización y corrupción de los diversos actores sociales. En consecuencia, puede ya extraerse una primera conclusión general, respecto a la valoración de la gestión gubernamental y lo primero que puede decirse, es que al menos la percepción de la ciudadanía se encuentra alimentada por una anomalía, en cuanto a la información libre se refiere.

Esta primera consideración nos acera en algo, para conocer alguna de las razones por las cuales muchos de aquellos que aprueban la actual gestión de gobierno, no estarían dispuestos a respaldar, sin embargo, con su voto, al gobernante MAS. En segundo término, cuando de respaldo electoral se trata, hay que decir que intervienen factores subjetivos en el electorado, junto a criterios, digamos pragmáticos. Incluso es válido decir que son los criterios subjetivos los que tienen mayor importancia, porque se entiende que la pragmatismo político (y el acto de elegir, de votar por un partido u otro, es esencialmente una manifestación política) adquiere preponderancia entre los militantes y adherente de un partido político, por cuanto el beneficio concreto (un puesto de trabajo en la administración pública u otras facilidades) recae sobre ese minúsculo grupo y no sobre el conjunto de la población.

Esta última podrá versa favorecida (o desfavorecida, según el caso) de las políticas generales de los gobiernos, pero aún si estas políticas le fueran “favorables”, la cuota de beneficio siempre será inferior a la cuota de beneficio que el militante o el adherente al partido de gobierno obtendrá. En tal sentido, es que afirmamos que el pragmatismo, en el momento de votar, no es del todo aplicable al conjunto del electorado, sino más al reducido grupo de activistas políticos.

Dicho esto, entonces, podemos ya entender alguna de las razones de la disparidad entre la aprobación a la gestión gubernamental y el poco apoyo electoral al partido de gobierno. Vistas así las cosas, resulta incuestionable el declive electoral en el que entra el gobierno del MAS. Seguramente, a fin de maquillar en algo esta situación, es que el MAS ha puesto en marcha su maquinaria de la mentira y la impostura. Para ello, nada mejor que algunos dirigentes del Comité Ejecutivo de la Central Obrera Boliviana (COB), proclives al llunkerío y dispuestos a colocar a la COB como triste furgón de cola de un gobierno caracterizado por su traición a los planteamientos populares, sintetizados en la denominada “agenda de octubre”. Así, los tira-sacos del gobierno, mayoritarios gracias a la prebenda y la corrupción en el CEN de la COB, invitaron a encabezar el desfile de la COB en el día del trabajadores, al principal traidor de la agenda de octubre, Evo Morales y al equipo que impostores que a título de ministros le acompañan. Al unísono, empleados públicos y dirigentes sin  ninguna personalidad de lucha social, dieron rienda suelta a sus impulsos de tirar del saco de los jerarcas del gobierno.

Durante la trayectoria, fuertemente custodiada por numerosos policías de civil, militantes masistas (es decir, busca pegas que aspiran a trepar al árbol de la administración pública, así sea de secretario del portero de cualquier ministerio) ubicados estratégicamente en las diversas arterias por las que pasaría el desfile, aprovecharon la ocasión para vitorear a los jerarcas del gobierno, a fin de que les llegue algún puesto de trabajo, en la próxima gestión de gobierno. Los Medios para oficiales, por su parte, llenaron sus espacios para destacar este desfile, ocultando sin embargo el fétido olor a impostura y burla que a cada paso emanaba de aquellas filas.

Está claro que la payasada que supuso la marcha de la COB encabezado por traidores e impostores, no sirve siquiera como maquillaje para en algo frenar la caída en la preferencia electoral del MAS. Al contrario, la impostura, la corrupción y prebenda como formas de gobierno de este partido, resaltan ante los ojos del ciudadano común. Y son estos elementos, los que también contribuyen a que el ciudadano honesto le niegue su apoyo electoral, a pesar que pudieran eventualmente valorar de forma positiva la actual gestión gubernamental.

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GOBIERNO MASISTA SIN CREDIBILIDAD

Omar Qamasa Guzman Boutier

A principios del presente mes un medio de comunicación publicó una encuesta, en las principales ciudades del eje del país, referida al denominado caso “terrorismo”. Entre los principales resultados de esa encuesta figura aquella referida a la opinión de la ciudadanía, con respecto a dicho caso. Cerca de la mitad de los encuestados (bordeando el 46%) eran del criterio que el caso “terrorismo” era en realidad un montaje del gobierno, es decir que era un hecho fabricado por el gobierno de Evo Morales, para arremeter en contra de opositores cívicos y políticos, de la extrema derecha boliviana. Como es de suponer, esos resultados inquietaron al gobernante Movimiento al Socialismo (MAS), por el fundado temor de verse descubierto, en una de las más escandalosas tramoyas políticas de los últimos años. Hombres allegados al gobierno y que tuvieron directa participación en el descabezamiento de la supuesta célula terrorista, como el ex–fiscal de Santa Cruz, Clavijo, salieron al paso para reiterar a los cuatro vientos que sí, que Bolivia estuvo a punto de caer en una guerra civil por la acción de mercenarios extranjeros y malos bolivianos, de las filas de la extrema derecha nacional. 

Más allá de las aseveraciones de un lado y de los desmentidos del otro, lo que interesa destacar de aquella encuesta y del altísimo porcentaje que cree que el gobierno fabricó los casos de supuesto terrorismo, es lo que se esconde detrás de la percepción de la ciudadanía. Es un dato por demás interesante, para el análisis político, porque nos remite a uno de los fundamentos de toda actividad política y más aún, cuando ésta se desarrolla en el marco de un (aquí sí, supuesto) régimen democrático. Se trata de la credibilidad con que los actores políticos y más aún, los gobernantes, cuentan en la sociedad. Desde ya, la credibilidad es el bien mayor para toda actividad política y puede decirse que sin credibilidad, un proyecto político está condenado, tarde o temprano, al fracaso. No puede pensarse en una comunidad, políticamente organizada, en la que los operadores políticos no cuenten con credibilidad, porque en ese caso, estaríamos en la política de hombres ciegos (si es que puede utilizarse esta contradictoria metáfora) o con mayor precisión, en la política salvaje. 

El que Morales y su partido en el gobierno cuenten cada vez con menores grados de credibilidad en temas centrales -y se supone que el caso del terrorismo lo sería- refleja precisamente el despeñadero de la política de ciegos o de la política salvaje, por el cual está transitando este gobierno. Esta afirmación no es ninguna novedad, seguramente, para el observador de la política boliviana; más importante será recordar las causas que llevaron a este verdadero descalabro, en materia de descrédito del gobernante MAS. 

Nos parece que el raíz, la semilla, de tal situación se encuentra en las propiedades intrínsecas del MAS, sus dirigentes y hoy por hoy, los principales hombres de gobierno. Nos referimos a la mentira, como forma de gobierno; ello desde el primer día que Morales llegó al Palacio quemado. La lista de mentiras del entonces candidato Evo Morales y de traiciones, es larguísima. Baste recordar, por ejemplo, la exclusión, de las listas a candidatos a parlamentarios, en las elecciones de diciembre del 2005, de dirigentes sociales sin espíritu de llunk’ u y la sustitución de tales candidatos por incondicionales tira sacos. Ya desde entonces, pues, no se respetó aquello que ese partido solamente serviría de puente para que las organizaciones sociales se expresen por medio de sus candidatos libremente elegidos por ellos. Junto a estas primeras mentiras vinieron otras, como aquello de “gobernar obedeciendo al pueblo”, sin ya mencionar todo lo referido al desconocimiento de la agenda de octubre del 2003, en ocasión de la guerra del gas y otros. 

En el menudo pleito político, se suele dar poca importancia a este tipo de mentiras y traiciones, pero precisamente en ellas radica en germen de la pérdida de credibilidad gubernamental. Junto a estas “pequeñas” mentiras y traiciones, figuraron luego las grandes mentiras (la “nacionalización” de los hidrocarburos, la “descolonización” o el proceso de “cambio”, en definitiva), que marcan una línea de evolución en esta materia. Cuando se miente y traiciona en lo pequeño, también se miente y traiciona también en lo grande; eso es algo que Evo Morales y su gente lo practican sin tapujos. La pérdida de credibilidad es, por tanto, algo que el propio MAS se ha ocasionado y habla, en contrapartida, muy bien de una sociedad lo suficiente madura como para diferenciar las cosas, pese a la censura y autocensura informativa o el derroche publicitario de presentar mentiras como verdaderas.

Por otra parte, debe decirse que esta forma de “gobernar” parece ser el común denominador en gobiernos autodenominados de izquierda, pero que en el fondo representan las pulsiones más reaccionarias y antidemocráticas de nuestro continente. Gobiernos tales como los de Venezuela, Ecuador o el de Bolivia, expresan nítidamente el carácter conservador de los operadores políticos del continente. Aquí, se trata de vaciar de todo contenido democrático las formas de gobierno democrático, preservando sin embargo, la formalidad. En este caso, el cumplimiento del escrutinio, cada cierto tiempo, como supuesto democrático, aunque en la vida cotidiana se cercena la libertad de prensa, se perfore el juego democrático y se excluya a los pueblos indígenas, del debate nacional. Venezuela es el extremo de esta muestra y revela a los extravíos a los que puede llegar esta “izquierda”, hoy abiertamente reaccionaria. 

Está claro que a estos “izquierdistas” no les interesa el contenido (democrático o autoritario) de los proyectos que pretenden encabezar, sino principalmente el mantenimiento de las apariencias formalmente democráticas. Para ello la inventiva de cómo sustituir la realidad por la ficción es grande. En este caso, la realidad muestra un gobierno desacreditado, con cada vez menores grados de consenso interno. Pues bien, ante esta situación, a los hombres del MAS no se les ocurre mejor cosa que la de proponer, por ejemplo, la elección de parlamentarios por parte de residentes bolivianos en exterior y la elección de parlamentarios supranacionales, a asignar al partido ganador en un departamento, para que trabaje en estrecha vinculación con la vice-presidencia. Fuera cual fuera el mecanismo que finalmente se imponga por el control institucional que tiene el gobierno, respecto a los principales órganos democráticos, hablamos del intento de falsear la realidad política, en función de los mezquinos intereses de estos, también mezquinos activistas políticos.  La sustitución de la realidad política democrática, se llama fraude, sin importar reiteramos, los mecanismos que para ello se escojan. Pero, lo que debe quedar claro, es que todo el esfuerzo masista en pro de un fraude, en definitiva no servirá frente a la realidad política que se define y configura en la sociedad boliviana. Sin importar el costo que como sociedad debamos pagar, puede adelantarse que al final la realidad política se impondrá a la falsificación de ella, porque la política es siempre algo que se construye y define en lo interno de una sociedad.

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9 DE ABRIL: DEL MNR AL MAS

Omar Qamasa Guzman Boutier

Uno de los supuestos de la historia comparada es la de concentrarse, en medio de las múltiples complejidades que conlleva un hecho histórico, en elementos generales para, posteriormente, comparar un período histórico con otro. Ello permite la comparación, porque previene al investigador de caer preso de las “distracciones” de elementos de importancia secundaria, con respecto al foco de interés. Así, entonces, se abren las posibilidades de ensayar las comparaciones propuestas. Recurriendo a este supuesto metodológico, abordaremos la revolución de 1952, bajo la perspectiva del Movimiento Nacionalista Revolucionario (MNR) y del hoy gobernante Movimiento al Socialismo (MAS).

En alguna oportunidad en la carrera de Sociología de la UMSA, Danilo Paz comentó que Zavaleta Mercado habría señalado que “toda sociedad tiene una revolución”; lo que viene después no serían sino reformas sobre la base de aquella revolución. Para el caso nuestro, hablamos de la revolución del 9 de abril de 1952. Sin entrar a cuestionar la discutible tesis atribuida a René Zavaleta (ateniéndonos al comentario de Paz), intentemos encontrar un elemento común entre el MNR y el MAS, bajo la consideración de la revolución nacional. Digamos que, de entrada, ese común elemento nos remite al ámbito de las ideologías. En concreto y de acuerdo al aporte de Luis H. Antezana, diríamos que es el ideologuema del nacionalismo revolucionario, el espacio en el que se encuentran tanto el MNR como el MAS . Este gran espacio, en el que operan las ideologías, constituiría el campo de las posibilidades y a la vez de las limitaciones de Bolivia. Supone ello, que la superación de este ideologuema solamente puede provenir de su ámbito externo. Podemos anotar, al menos dos intentos de tal ruptura: una en 1971, Asamblea Popular mediante y otra entre 2005-2007, por medio de las organizaciones indígenas, tanto de tierras altas como de tierras bajas. En el primer caso, el asiento social del intento estuvo conformado por el proletario minero principalmente y generó la respuesta del Estado, mediante el golpe de las Fuerzas Armadas (FFAA), en agosto de 1971. En el segundo caso, la respuesta de ese mismo Estado, provino centralmente del campesinado. En ambos casos, la razón estatal, expresó una de las características nucleares de la revolución nacional: la construcción de un Estado como generador, impulsor, protector y/o fuente de la actividad económica, regida por la lógica del capital.

En lo social, la conducción del proceso tanto por el MNR como por el MAS, representó la renovación de las clases dominantes, mediante la incorporación de algunos sectores periféricos a ella. Aquí hablamos del acceso al poder político, como mecanismo de ascenso social. En medio, prácticas corruptas en el manejo estatal y matonaje político como forma de gobierno fueron las pulsiones anti-democráticas y no transparentes, instauradas como verdadera escuela por el MNR y hoy reproducidas por el MAS. Una de las razones -y no la menos importante- de estas características anti-democráticas y autoritarias, probablemente deba buscársela en el ámbito del a psicología social.

El advenimiento, por medio de la incorporación – renovación de sectores, en la élite política, al parecer requiere sustituir la falta de méritos democráticos, por el autoritarismo. Es, ciertamente, un uso instrumental del gobierno, por lo que concepciones tales como “tomar el poder”, “hacerse del gobierno”, son del todo ilustrativos, para describir en algo el gobierno de estos pobres hombres.

Además, pero, lo que también es común a los proyectos políticos de ambos partidos (y en general, al nacionalismo revolucionario) es el programa de industrialización del país, como expresión de una supuesta soberanía nacional. Supuesta, porque tanto el Plan Eder, para el reforma económica del MNR durante los años 50’s, como la simple migración de contratos inconstitucionales con empresas petroleras transnacionales (operación tramposa realizada a inicios de la gestión gubernamental del MAS bajo el pomposo nombre de “nacionalización de los hidrocarburos” -¿!), representan al menos la limitación de tal soberanía. Lo que debería discutirse, en este acápite, es el tipo de industrialización viable y beneficiosa para el país. ¿Industria pesada, mediana o industria liviana? No es un tema que pueda darse por sobre entendido, ya que el mismo se encuentra relacionado a una mayor o menor articulación interna, con respecto a los tipos de industrialización. El MAS, por ejemplo, apuesta a lo que podríamos llamar la industria pesada: los hidrocarburos, el litio, el hierro del Mutún; mientras que el MNR en definitiva se quedó en el debate en torno a quién sería la locomotora de la revolución nacional, ¿la industria o la agricultura?

En todo caso, como se observa, los nacionalismo del MNR y del MAS, se mueven en el terreno que demostró ser, históricamente, inviable para la formulación de lo que se pretende: la construcción de una nación -aún con un Estado plurinacional- soberna y democrática. Es en este orden que se dice que el NR nos plantea un proyecto inacabado e inacabable.

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EL FANTASMA DEL TIPNIS

Omar Qamasa Guzman Boutier

El posicionamiento de los indígenas del Territorio Indígena del Parque Nacional Isiboro Sécure (TIPNIS), notoriamente al menos desde el año 2010, se ha constituido con el correr del tiempo en un verdadero fantasma para el partido de traidores e impostores, el gobernante Movimiento al Socialismo (MAS). Recordemos que el 21 de junio del 2010, al mismo tiempo en que los levantamanos en el  parlamento trataban las primeras cinco leyes estructurales del Estado, la Central Indígena del Oriente boliviano (CIDOB), inició la VII marcha, denominada “Por la defensa del territorio, la autonomía y los derechos de los pueblos indígenas”, desde las tierras bajas. La movilización estaba relacionada, precisamente con algo de los contenidos de aquellas cinco leyes. Tal es así que las demandas de los marchistas, en aquel entonces, estuvieron referidas al saneamiento de tierras, al derecho a la consulta la autonomía indígena y a las circunscripciones indígenas. Aunque esta marcha no tuvo mayor impacto en el ánimo de la mayoría parlamentaria de levantamanos masistas (porque al final, por ejemplo, la de Régimen Electoral redujo a 7 las circunscripciones indígenas, de las inicialmente 14 propuestas), sirvió como antecedente para la VIII marcha indígena.

En efecto, a inicios del segundo semestre del 2011, en rechazo a la construcción de la carretera por medio del corazón del TIPNIS, indígenas de tierras bajas, de tierras altas (agrupados estos últimos en el Consejo Nacional de Ayllus y Markas del Qulasuyu –CONAMAQ), sectores sociales urbanos y disidentes del MAS, protagonizaron sendos actos de protestas. La VIII marcha indígena, en defensa del TIPNIS, levantó un sorprendente masivo apoyo a nivel nacional, que sorprendió a Evo Morales y sus muchachos; éstos, en las puertas de la desesperación, ordenaron a la policía boliviana, a arremeter con saña en contra de la marcha indígena (hecho ocurrido en septiembre del 2011, en la localidad beniana de Chaparina). A partir de ahí los males para el gobierno se precipitaron en cadena. Primero renunció una ministra (la de la cartera de Defensa) por la violenta represión gubernamental, luego, desde el Palacio de Gobierno y a fin de borrar las huellas inconfundibles de la responsabilidad gubernamental en la represión, se tramó la “fuga dorada” del ministro de Gobierno, responsable de la represión, Sacha Llorenti y finalmente, Evo Morales, dando muestras de su cobardía civil, declaró ante una cadena internacional de televisión (la CNN), que en realidad su gobierno no tenía nada que ver en la represión, porque se había roto la cadena de mando, en la arremetida policial en Chaparina.

Como se recuerda, la represión de entonces, avivó más los ánimos de la protesta ciudadana y obligaron al gobierno a sancionar una ley declarando la intangibilidad del TIPNIS. Sin embargo y como ocurre en hombres miserables y sin palabra y menos principios, al poco tiempo de sancionada aquella ley, Morales y compañía descocieron la misma y anunciaron la realización de una consulta, para definir la construcción de la carretera por el TIPNIS. El acto no fue sino otra muestra de la prebenda, la corrupción y el matonaje del MAS que la opinión pública nacional restó toda credibilidad a los resultados que luego presentaron personeros de gobierno. 

Tuvieron que pasar casi tres años para que organismos internacionales se hicieran eco del escándalo. Así, a principios de marzo de este año un alto funcionario de la oficina de las Naciones Unidas para los pueblos indígenas, sugirió al gobierno “revisar” aquella consulta. La noticia, claro, apenas tuvo el eco de un día en la mayoría de los Medios de (des)información nacional y controlados por el MAS. No hay duda, sin embargo de ese silenciamiento impuesto por los Medios, que con la postura asumida por aquella oficina de las NNUU los problemas para el gobierno, en el tema TIPNIS, crecen aún más. Los efectos de ello, en la política interna del país, por ahora probablemente no sean muy perceptibles, pero sí podemos adelantar algunos efectos externos.

En primer lugar queda claro que en los organismos internacionales Evo Morales aparece como la mejor expresión del anti-indigenismo mestizo. La impostura de presentarse como representante de los pueblos indígenas queda al descubierto, incluso ante organismos dispuestos a secundar aquel engaño. Además, segundo, se desnuda como un violador a los derechos constitucionales (entre ellos, el derecho a la consulta a los pueblos indígenas, bajo sus propias normas) y a los Derechos Humanos. Tercero, como el mejor aliado de los depredadores de los recursos naturales, ya que al partir el TIPNIS el dos no sólo se ampliaría burdamente la frontera de la coca ilegal, sino se materializaría un viejo sueño de las empresas petroleras transnacionales (al reconocido en el gobierno boliviano, como beneficioso) y cuarto, finalmente, Morales se muestra como una simple demagogo que, a la luz de la última consideración, difunde en el exterior, de boca para afuera, la defensa de la madre tierra, mientras en el país está dispuesto a no dejar recurso natural en pie.

Vistos estos elementos, resultan inútiles los intentos de tantísimos escribanos del gobierno. Hombres de poca importancia, a no ser por el momentáneo uso de Medios, por los cuales amplían las alabanzas a Morales, al MAS y al Estado “Plurinacional”. No tuvieran ninguna importancia, en este orden, nombres como los de Pablo Stefanoni (periodista argentino responsable de Le Monde Diplomatique – Bolivia), Eusebio Gironda (abogado, proveniente del Partido Comunista – Marxista Leninista pro-Chino y exministro durante algún gobierno “neoliberal”) o incluso Raúl Prada (experto en encubrir sus insolvencias teóricas en base a vacíos juegos de palabra y hoy enemistado con el gobierno, aunque constituyente por el MAS, gracias al dedo de Evo Morales). Si de algo ha servido la tinta vertida por estos escribanos, es a lo sumo para dejar testimonio lamentable de un servilismo casi sin límites de los “pensantes” en este país.

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CORRUPCIÓN MASISTA, UNA RAYA MÁS

Omar Qamasa Guzman Boutier

El video de la extorsión ejercida por el ex-mayor de Policía, Omarchea en Miami, Estados Unidos (EEUU) a un empresario boliviano y la carta del ex-fiscal Marcelo Soza, revelando algunos nombres de funcionarios del gobierno ligados a hechos de corrupción, han incomodado grandemente a los hombres del Palacio quemado, al punta tal de obligarles a salir, poco menos que en fila india, ante los Medios. Recordemos que el video referido formó parte del juicio que se le siguió en EEUU al ex-mayor de la policía boliviana, por delinquir en ese país y que la carta publicada por Soza, apareció cuando éste se fugara del país, a vista y paciencia de las autoridades judiciales y policiales, para no responder a las numerosas denuncias por extorsión, a propósito del caso denominado “terrorismo” e investigado por el ex–fiscal.

Apenas conocidas ambos  elementos (el video y la carta), reinó un silencio cómplice en filas del gobierno para, luego de la sorpresa, poner en marcha lo que seguramente en la dirigencia del gobernante Movimiento al Socialismo (MAS), se considera una estrategia, orientada a contrarrestar el impacto de tales denuncias. La brillante “estrategia” (si es que de esa manera puede llamarse a los balbuceos del gobierno) fue activada por AlvaroGarcia Linera, en su calidad de vice-presidente y consistió nada más y nada menos en una conferencia de prensa, para “desmentir” de manera infantil, el contenido de ambos documentos. Al día siguiente, cual loros adiestrados, ministros y ministras dieron rienda suelta de sus destrezas de aprendizaje del desmentido y repitieron lo que Linera había señalado a la prensa: que se trata de documentos de delincuentes; por lo que no merecerían mayores comentarios. Para finalizar esta penosa muestra de manotazos de ahogado, salió Evo Morales ante los Medios, para denunciar que la actitud de EEUU constituye una amenaza hacia Venezuela (¿!).

Vistas así las cosas y asumiendo que estos tristes hombres, hoy en el gobierno, asumen con seriedad lo que hacen, es de suponer que creen realmente en la madurez y responsabilidad de sus acciones. A la luz de las declaraciones de Garcia Linera, por tanto, basta anotar que el video muestra un pleito entre dos delincuentes, para que el impacto negativo causado por su publicación quede superado. Esperar que los ministros puedan reflexionar al respecto es inútil, ya que estamos ante una organización política en la que poco menos está prohibido pensar y por lo tanto a ministros y ministras no les queda otra alternativa que hacer el ridículo, repitiendo ante la prensa los mismos “argumentos” infantiles de Linera. El total despiste (¿aparente o real) de Evo Morales, en el fondo es congruente con sus reiterados llamados a delinquir, que la ciudadanía no olvida.

Tratemos de reflexionar con alguna seriedad respecto al impacto de tales revelaciones, en la salud del sistema democrático. El primer elemento a anotar es el referido a la percepción de la opinión pública, luego de la revelación de ambos documentos, para con las instituciones estatales y sus momentáneos administradores, es decir las “autoridades” de gobierno. Nadie podrá negar que una vez más se tiende una sombra de descrédito respecto a las instituciones estatales, en particular hacia la fiscalía y la policía. Es cierto que los delitos son cometidos por las personas y no por las instituciones, pero la ya larga lista -en lo que va este gobierno- de personas enjuiciadas por corrupción y pertenecientes a ambas instituciones, lleva a pensar que en el fondo estamos ante una causa sistémica, que explica el fenómeno. Se trata de un descrédito por doble partida: primero, por el hecho evidente de la corrupción y en segundo término, porque el discurso oficial de ambas instituciones señala que la lucha contra la corrupción y la delincuencia es uno de los principales objetivos que persiguen. En consecuencia, no quedan únicamente las instituciones faltas de crédito  ante la opinión pública, sino los propios principios de ambas instituciones. ¿Qué valor pueden tener los principios, si éstos simplemente no son asumidos por sus miembros, vistos los muchísimos casos de corrupción en ellas?

Para el sistema político boliviano, el impacto negativo por tanto es mayor. Lo es, porque hablamos de un sistema en el que la frontera entre la institucionalidad y los operadores es muy débil, a vista de la población. Recordemos que hablamos de un sistema débilmente estructurado y con pocas posibilidades de desarrollo. Pocas, entre otras, porque el caudillismo (parte inherente de nuestro sistema político) dificulta un mayor desarrollo y a la vez desdibuja las líneas divisorias entre institución y equipo administrativo. Si ya un primer elemento del impacto se refiere a la percepción negativa, un segundo elemento nos habla de un orden sistémica basado en el principio implícito del caudillismo, en el que por tanto las posibilidades del desarrollo institucional quedan relegadas a los intereses del grupo de caudillos, es decir del grupo gobernante.

Estos elementos, finalmente, deben aún matizarse con una nueva consideración, a fin de sopesar el impacto negativo que comentamos. Recordemos que en el caso de la institucionalidad estatal boliviana, hablamos de la construcción de un orden, sobre la base de una falla estructural. Nos hemos referido con abundancia en diversas columnas al respecto y basta mencionar que se  trata de la no correspondencia entre la cultura política mayoritaria en la población y el ordenamiento institucional del Estado. Puede decirse que a la luz de dicha falla estructural, los impactos negativos sobre el Sistema Político boliviano son mayores, ya que se activa el desencuentro latente entre Estado  y sociedad (dicho genéricamente), a partir, en este caso, del descrédito provocado a raíz de la publicación de ambos documentos y “respondidos” de manera lamentable por el gobierno del MAS.

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