Desde el sur

EL POETA ENTROMETIDO

Zulema Alanes Bravo

“Andábamos sin buscarnos pero sabiendo que andábamos para encontrarnos”… La prosa de Julio Cortázar llegó en domingo, en papel reciclado, y de manos de jóvenes que han decidido alterar con poesía y relato literario el rutinario aburrimiento de la ciudad de La Paz.

El Poeta Entrometido es una iniciativa de cuatro jóvenes, tres mujeres en mayoría, que buscan personas al azar para entregarles lo mejor de la creación de los grandes de la literatura.

Se entromete en cafés, pasillos, calles, plazas, ferias y provoca una de las más agradables sorpresas que cualquiera con seguridad disfrutará no sólo por el buen gusto que pone en evidencia en las prosas y versos que reproduce, sino porque integra al arte un llamado a asumir conciencia ecológica e invitaa tomarse la vida con paciencia, con alegría, con tolerancia. 

Papel reciclado de todos los tamaños y colores, sobrecitos de té y mates desechados, retazos de los más variados envases de cartulina son los materiales reutilizados para escribir mensajes que renuevan el espíritu, que convocan a la paz, que reclaman por justicia, que celebran el amor, que  lamentan el desamor, etc.

“… ¿Será que serías capaz de olvidarte de mí y, asimismo, después y después, sin saber, sin querer, continuar queriéndome?”, son preguntas que El Poeta Entrometido toma de Joao Guimaraes Rosa para reescribirlas, reciclarlas y compartirlas al azar.

Sorprendida por esos versos en el paseo de El Prado, pregunté ¿qué onda? Y la respuesta fue tan clara como las buenas intenciones que parecen motivar a El Poeta Entrometido: “No se trata solamente de una iniciativa literaria, sino de un empeño por  poner contenta a la gente”.  ¿Repartir alegría? Interrogué y, la respuesta fue concluyente: ¿Por qué no? Total, no cuesta nada

Porque además de circular palabras, cara a cara, mano a mano, El Poeta Entrometido invita en muros y paneles de céntricos y concurridos sitios de la urbe:  “Toma lo que necesites” y pone a disposición frases y  palabras en pequeños carteles –elaborados a mano, en papel reciclado, con vistosos colores– de los que se  pueden arrancar pequeños retazos que entregan“una sonrisa”, “un poco de paz”, “un abrazo”, “solidaridad”, “justicia”, “reciprocidad”… en fin, valores muy venidos a menos en estas épocas en que la vorágine de la modernidad nos hace olvidar nuestra pequeña gran humanidad.

El Poeta Entrometido busca personas al azar en su andar por la ciudad, pero también está familiarizado con la tecnología, así que manda sus palabras por e-mail o SMS.  Y como es un nostálgico empedernido, toma la guía telefónica y comparte versos con casuales interlocutores del otro lado de la línea.

Si se topa con El Poeta Entrometido, disfrute de las palabras dichas al mejor estilo poético y literario, arranque un mensaje para afirmarse en los valores que tal vez va dejando de lado, y si le gusta lo que recibe, búsquelo en el FaceBook, hágase su seguidor/a, y contágiese de la chispa de la juventud.

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EL ABORTO NO ES PECADO

Zulema Alanes Bravo

En estos días se han escuchado muchas voces respecto al aborto.  Lo paradójico es que la mayoría de esas voces son de varones que toman posiciones y pretenden tomar decisiones ante una realidad sobre la que no asumen responsabilidad.  Son voces que se mueven en  la lógica del vigilar y castigar que el sistema patriarcal activa cada vez que las mujeres reivindican sus derechos.

Los argumentos que han circulando son los mismos de siempre y apuntan hacia el mismo lugar: el control del cuerpo y la sexualidad de las mujeres.

Ni duda cabe, cada que se abre el debate sobre el aborto, se ponen en línea todas las manifestaciones del fundamentalismo político  -de izquierda y de derecha - y religioso –católico y protestante- , archivan sus diferencias ideológicas y teológicas, y se lanzan contra las mujeres, pecaminosas y pecadoras.

Todos los argumentos en contra de la despenalización del aborto apuntan a remover en el imaginario social y cultural de nuestro país, para colocar la idea de que quien aborta no sólo comete un delito sino también un pecado,  porque no solo transgrede las leyes sino la moral.

Que mejor respuesta que las reflexiones de la brasilera Ivone Gebara, la primera monja católica en identificarse con la teología feminista en América Latina, que hace 20 años desbarató tales argumentos.

En 1993 Gebara declaró que “el aborto no es pecado, el Evangelio es un conjunto de historias que generan misericordia y ayudan en la construcción del ser humano. La dogmática del aborto ha sido fabricada a lo largo de los siglos. ¿Quién escribió que no se puede controlar el nacimiento de los hijos? Han sido curas, hombres célibes, encerrados en su mundo en el que viven confortablemente con sus manías. No tienen mujer ni suegra y no se preocupan de un hijo enfermo; algunos de ellos hasta son ricos y poseen propiedades. Así, es fácil condenar al aborto.”

La jerarquía católica sancionó a Gebara con el exilio. Le exigieron que se retractara y por el contrario, escribió un texto que tituló La legalización del aborto vista desde el caleidoscopio social, donde dejó en claro que “La legalización es, apenas, un aspecto coyunturalmente importante de un proceso más amplio de lucha contra una sociedad organizada sobre el aborto social de sus hijos y de sus hijas.”  

En su opinión, una sociedad donde no existen las condiciones materiales dignas para el desarrollo integral y espiritual de los seres humanos, donde la maternidad es una traba frente a la realización laboral y económica de la mujer, donde los hombres están libres de responsabilidades, mientras se culpabiliza a la mujer “es una sociedad abortiva, machista y excluyente”.

En el debate sobre el aborto no se pueden hacer afirmaciones a la ligera y no puede haber palabras con pretensiones de verdad absoluta, lo único que cabe es colocarse en una posición de comprensión de una realidad compleja, que pone de manifiesto las contradicciones, injusticias y exclusiones de nuestra sociedad.

Pero además, las mujeres ya no podemos seguir cargando sobre nuestras espaldas las consecuencias de una sociedad construida por  mandatos, creencias, sistemas de prohibiciones y regulaciones sobre la sexualidad “esperada” para mujeres y hombres, que han generado desigualdades entre unas y otros.

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FÚTBOL, DINÁMICA DE LO IMPENSADO

Zulema Alanes Bravo

Fútbol. Dinámica de lo impensado es, a decir de los entendidos, un manual indispensable  para comprender que el fútbol no es ciencia, ni tampoco orden, sino simple y llanamente el arte de lo imprevisto, porque nadie ha inventado hasta ahora el método para jugar siempre bien,  para adoptar estrategias correctas e infalibles a la hora de dirigir un equipo, para deducir con exactitud cómo jugará el equipo contrario, ni tampoco hay explicaciones lógicas para entender por qué un día se gana y al otro se pierde. 

El libro fue escrito por el periodista argentino Dante Panzerien 1967, hace ya 46 años,  y según todas las referencias que encontré sobre este texto, es un clásico obligatorio en las escuelas de periodismo  deportivo de América Latina excepto, creo, en Bolivia.

Al cabo de una primera aproximación al texto comprendí por qué el fútbol no puede estar sometido al juicio de la intellighenzia, y entendí también por qué  Azkargorta  mandó a leer el libro en respuesta a desafortunadas  declaraciones que luego del empate Bolivia-Venezuela ordenaron  que “boten a todos”  para convocar a una “nueva generación” de jóvenes quinceañeros que “amen a su país, que se desvivan por corretear tras la pelota y meter goles”.

Y para que mis expertos colegas  no se desagarren las vestiduras, tengo que aclarar que me acerqué a la dinámica de lo impensado no como periodista sino, primero, por nostalgia de los años de mi infancia en los que gambeteaba al fútbol mezclada con los chicos del barrio, en la cancha Zapata; segundo, por curiosidad y, luego, como una asidua de las tribunas del Siles, de la curva sur y de la fanaticada atigrada.  Me acerqué desde el corazón puesto en la Verde, desde la emoción que experimenté  en 1994 cuando clasificó por única vez al mundial, desde el júbilo por el 6-1 frente a la Argentina de Maradona y desde la sensación de frustración que  me provoca  saber que ya no tenemos nada que hacer de cara al Mundial 2014. 

“El fútbol es ciencia oculta de imposible enseñanza académica. El fútbol es empirismo”, afirma Dante Panzeri, y yo añadiría: el fútbol es pasión, un estado de emoción profunda que no puede ser sometido a deliberación racional y sólo puede ser entendido cuando se ha jugado al fútbol o cuando se es asiduo de las tribunas.

“Para el fútbol es ocioso hablar de una técnica, de una manera de jugar bien, de una norma para jugar o "ver mejor" un partido, siendo que habrá muchas humanidades fluctuantes, cambiantes, sorpresivas, imprevistas, espontáneas...que impondrán la vigencia de muchas técnicas. La técnica del imprevisto por sobre todos los previstos”, advierte Panzeri con la autoridad deaños de ejercicio de un periodismo deportivo de alta calidad.

Nos aclara también que para el acto de seleccionar jugadores no es suficiente la sapiencia futbolística,  ya que además de elegir hay que saber ubicar a los jugadores en la cancha pero, sobre todo, hay que “dejarlos jugar”  con ánimo y sentido creativo y recreativo, porque se supone que no hay jugador que no persiga la victoria y que no aspire a deleitar a las tribunas haciendo gala del dominio del balón, de la gambeta, del arte del engaño y convirtiendo o evitando goles.

El que sabe, sabe, asegura Panzeri a tiempo de reconocer que somos muchos los que creemos tener las mejores ideas para jugar al fútbol, pero son unos cuantos privilegiados los que tienen la capacidad de dominar  el balón.

Y como respondiendo a quien cree que el fútbol no es más que “corretear tras la pelota”,  deja sentando que lo que considera el juego más hermoso que se haya concebido es oposición de contrarios, movimiento constante, recreación permanente, engaño y lucha de picardías.Yo me quedo con lo  que escribe en el Capítulo 7 de su libro: “para ser serio el fútbol tiene que ser juego”, porque por sobre todo es “libertad para crear”,  y el derecho a “divertirse para divertir”.

En fin,  vale la pena leer Fútbol. Dinámica de lo impensado y retrotraer a este tiempo y lugar las opiniones que su autor tenía sobre esta pasión de multitudes. 

Sólo para concluir y a propósito de todo lo que se viene diciendo sobre el estado del fútbol boliviano, sobre qué se debe hacer para no ir de derrota en derrota, vale la pena también recordar que hace ya casi medio siglo Panzeri decía que al fútbol le faltaban “dirigentes y decencia” y que efectivamente abundan los malos jugadores y se repiten los malos resultados  porque el deporte de multitudes “se convirtió en un negocio”.

Y no menos importante para la ocasión es destacar una frase que está subrayada entre sus dichos célebres “Revolución no es cambiarlo todo.  Revolución es sanearlo todo”.

Agradezco al profesor Azkargorta por haber sugerido a este autor y su libro puesto que me permitió salir de la  multitud  para entender esta pasión desde otras perspectivas y atreverme a escribir estas líneas, disculpándome de Panzeri que dice muchísimo más que lo poco que yo destaco en estas líneas.

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REPÚBLICA DE LA SOYA

Zulema Alanes Bravo

Bolivia y Paraguay, el sur de Brasil y vastas áreas de Argentina y Uruguay son territorios virtualmente enajenados para la producción en gran escala de la soya transgénica.  Miles de miles de hectáreas de cultivos transgénicos avanzan por estos territorios que hace dos o tres años fueron dibujados en un mapa que la transnacional Syngenta imaginó como la República de la Soya.

“La soya no conoce fronteras”, decía el mapa trazado por Syngenta, una empresa multinacional dedicada al desarrollo y producción de agroquímicos y semillas que factura millones de dólares en América Latina y el mundo.

“Esto es más  que la demarcación de nuestros territorios con el cultivo de soya, representa la pérdida de poder de nuestros países a manos de las empresas multinacionales”, advirtió David Cardozo de la organización no gubernamental Sobrevivencia de Paraguay, en el marco del Foro: Transgénicos en América Latina, que se desarrolló del 23 al 25 de mayo en Bogotá, Colombia, a convocatoria de la RALLT –Red por una América Latina Libre de Transgénicos.

Representantes de Argentina, Bolivia, Brasil, Colombia, Costa Rica, Chile, Ecuador, Honduras, México, Paraguay, Perú y Uruguay mostraron un panorama devastador: los transgénicos avanzan en la región, cada año se amplía la frontera agrícola de la soya –en varios países también del maíz y el algodón-, se fumigan los campos con glifosato, y todo hace ver que se avanza irreversiblemente hacia una agricultura sin agricultores.  Ya se han superado los 100 millones de hectáreas sembradas de soya transgénica en la región.

En el Perú rige una moratoria por diez años, Bolivia y Ecuador tienen constituciones que prohíben los transgénicos, México todavía resiste la tentación transgénica, Costa Rica ha declarado a la mayoría de sus municipios como territorios libres de transgénicos, pero ninguno de los países de América Latina se libra de la arremetida de las multinacionales que han hecho de los transgénicos un negocio millonario.

La expansión de la soya está motorizada por los buenos precios internacionales, el apoyo de los gobiernos  al sector agroindustrial y la demanda de las naciones importadoras, especialmente China, convertida hoy en día en el mayor importador.

Pero a su paso por América Latina está dejando campos devastados, según Carlos Manessi que desde la Argentina impulsa la campaña “Paren de Fumigarnos” con la que se quiere crear conciencia continental sobre los efectos de la soya de Monsanto en el medio ambiente y en la salud de los ciudadanos que viven alrededor de las plantaciones transgénicas.

Y para corroborarlo,  está el testimonio de María Godoy representante de Madres de Barrio Ituzaingó Anexo, de Córdoba – Argentina, que se constituyen en un caso testigo de contaminación ambiental y  en un ejemplo de lucha civil contra los transgénicos pues demostraron que durante años fueron expuestos a un cóctel de contaminantes como consecuencia de los plaguicidas que se aplican en los campos de soya transgénica.

Y entre las múltiples aristas del impacto de los transgénicos en América Latina, Germán Velez del Grupo Semillas de Colombia, no puede dejar de mencionar que el modelo soyero está destruyendo las economías familiares campesinas y está provocando el desplazamiento de los trabajadores rurales y la pérdida de las semillas tradicionales. 

Recordó que el ejemplo más claro de la devastación transgénica se verificó durante la cosecha de algodón 2008/2009 cuando “La semilla de algodón transgénica ocasionó pérdidas millonarias a los cultivadores que demandaron a Monsanto por la información errónea, engañosa e insuficiente con la que la empresa publicitó la semilla de algodón, conocida técnicamente como DP 164 B2RF. Las pérdidas no se compensaron con la sanción por 515 millones de pesos a la Compañía Agrícola Colombiana (Coacol), representante de la multinacional Monsanto”, puntualizó.

La expansión de la soya en América Latina está también relacionada con la biopiratería y el poder de las multinacionales. En los primeros años de la liberación comercial de la soya transgénica, Monsanto no cobraba a los agricultores por utilizar la tecnología transgénica en sus semillas. Una vez que la soya transgénica y el glifosato se han instalado como insumos estratégicos, los agricultores quedaron atrapados  pues la multinacional está presionando por el pago de sus derechos de propiedad intelectual.

Esto puede impactar de manera particular en los pequeños productores que históricamente suelen guardar semilla para uso propio en campañas agrícolas siguientes. La tendencia en el control de las semillas que utilizan los agricultores está creciendo, a pesar que las compañías prometían a principios de los noventa no cobrar cargos por patentes a los agricultores.

“Se nos ha declarado la guerra y se necesita una estrategia de guerra”, afirmó de manera contundente el Dr.  Andrés Carrasco, jefe del laboratorio de Embriología Molecular de la Facultad de Medicina de Buenos Aires, Argentina, a tiempo de presentar los resultados de sus investigaciones que demuestran que “El glifosato usado en cultivos transgénicos es un potente teratógeno (causante de malformaciones) y posible cancerígeno en humanos”.

El glifosato es el agrotóxico que se utiliza como herbicida en los cultivos transgénicos tolerantes al mismo. La gran mayoría de los cultivos transgénicos comerciales tienen el gen de resistencia a este herbicida junto con otros.
El Dr. Carrasco mostró evidencias epidemiológicas y médicas que apuntaban contundentemente a una asociación clara entre la exposición al glifosato y la creciente aparición de malformaciones al nacer (teratogenias) o efectos en la fertilidad y abortos anómalos en las poblaciones que están cerca de los campos de soya transgénica tolerante a este herbicida en Argentina.

En medio de este panorama, la situación en Bolivia no deja de ser preocupante.  El informe que me tocó presentar a nombre del Foro Boliviano sobre Medio Ambiente y Desarrollo –FOBOMADE– advierte de un crecimiento sostenido de la soya transgénica desde que el 2005 se aprobó el primer evento que autoriza este cultivo.  Al 2012, la soya transgénica ha cubierto una superficie que ha superado el millón de hectáreas, la mayoría (66 %) en manos de empresas extranjeras - principalmente menonitas, brasileños y japoneses- que amplían la frontera agrícola a un ritmo  de desmonte y deforestación de 60 mil hectáreas anuales.

Todo hace ver que para el 2013, es un hecho que las empresas trasnacionales van redefiniendo el mapa de la agrobiodiversidad de América Latina, mientras que los gobiernos no hacen más que sumarse a la dinámica de la desregulación, privatización y apertura de fronteras que favorecen la penetración y operación del capital transnacional, contribuyendo de esa manera –queriéndolo o sin querer – a la conformación de la hipotética “República de la Soya”.

El oro verde, como transnacionalmente se conoce a la soya, está transformando los países de América Latina, ha cambiado los sistemas productivos de las pequeñas unidades familiares de agricultores, ha extendido la frontera agrícola por donde antes había pastos o selva, ha expulsado a los agricultores de sus tierras y está contaminando las tierras productivas, y las áreas urbanas cercanas a los cultivos, puntualiza Elizabeth Bravo de Acción Ecológica del Ecuador y encargada de la coordinación de la RALLT.

Si no hacemos algo “nuestros hijos nos van a demandar”, como advierte el llamado del movimiento contra las fumigaciones en la Argentina.

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LA GENTE VERDADERA

Zulema Alanes Bravo

Jiyi, es el nombre que Manuel Dosapeí recibió al nacer en su jogasui –su familia unida, su clan, su red de parentela ayorea.  No recuerda cuándo empezaron a llamarlo Manuel, y tampoco conserva en su memoria las historias que sus abuelosle contaron sobre el significado de su nombre ayoreo.

Como él, muchos ayoreos empezaron a ser nombrados con nombrescriollos como consecuencia de la ocupación de sus territorios y del proceso de dominación religiosa, social y económica que les arrebató su mundo simbólico, sus creencias, su manera de nombrar las cosas, su identidad, sus formas de vida. Lo que no pudieron aniquilar es la lengua ayorea, una lengua viva que comunica a los ayoreode de la selva, de la ciudad y más allá de las fronteras.

Jiyi, nació una década después que la Misión Nuevas Tribus fundara Tobité, el primer asentamiento permanente de ayoreos en Bolivia, y que la Misión Sudamericana creara Zapocó y Rincón del Tigre, en 1948 y 1950, respectivamente.  Es probable que su nombre y los nombres de los niños y niñas de su generación sean una expresión de cómo las mujeres  ayoreas se las ingeniaron para resistir la invasión de los cojñone– palabra en ayoreo que denomina a los blancos comolos que hacen cosas sin sentido – que continuó  en 1957 cuando la iglesia católica creó Santa Teresita y que culminó con la fundación de Puesto Paz, en 1972.

En esos años de resistencia a la invasión, la única manera de no sucumbir al etnocidio fue escapando selva adentro.  De esos tiempos datan los clanes ayoreo en aislamiento voluntario que, según las evidencias que se conocen, hoy habitan en la región del agreste Chaco, entre el sudeste boliviano y el norte paraguayo.

Jiyi, nació en esos duros periodos en los que las misiones evangélicas y católicas sacaron a los ayoreos del monte y los obligaron a asentarse en comunidades  a la usanza de la civilización occidental.Pasaron forzosamentede una vida nómada  a una vida sedentaria.

Muchas cosas cambiaron para los ayoreos misionados.  Aunque él no sucumbió ante la dominación religiosa, admite que desde que tiene memoria el evangelio fue impuesto como la fuente de espiritualidad a los clanes conquistados.
A muy temprana edad Jiyiempezó a formar parte del grupo de vaqueros que cuidaba el ganado  y ordeñaba las vacas en los establos de los misioneros.  También cumplía su parte en las faenas que su clan organizaba para la siembra y la cosecha de joco, maíz, melones, zapallos, frijoles y tabaco. La caza y la pesca dejaron de formar parte de sus actividades principales, y con los años perdió la destreza para el arco y la flecha, saber que sus abuelos cultivaron comograndes cazadores-cuchisoyuñoi- tanto en el monte como en la batalla.

Les impusieron nuevos sistemas económicos y de trabajo.  Se abandonó la economía de subsistencia para ingresar a la dinámica del mercado.  Fueron tiempos de bonanza, los misioneros aseguraron mercados para exportar algunos productos, especialmente frijoles, el dinero llegaba a las familias ayoreas, recuerda Jiyi.

Su vestimenta se tornó paulatina y definitivamente occidental, se impusieron las telas y se abandonaron los tejidos de fibra de caraguatá, que también servía para las enormes mantas con las que se cubrían en invierno, y atrás quedaron los calzados de piel de tapir por cuya forma rectangular se los caracterizaba como pytajovai (doble talón).  Los hombres y mujeres empezaron a vestir camisas, vestidos y pantalones jean, y cubrieron sus cuerpos desnudos que sólo eran pintados de negro para la guerra y de rojo para el amor.

Cambiaron también sus formas de organización social. Antes del contacto, su organización se regía por el dinamismo, la alta movilidad social y la capacidad de adaptación a las circunstancias de la vida.  La unidad de organización social y económica más importante era el jogasui, la familia extensa, que incluye a otras familias amigas. La etnia estaba dividida en clanes cuyosnombres dan hasta hoy el apellido a cada integrante de la etnia, que adopta una diferente declinación de acuerdo con el sexo de la persona. Así por ejemplo, los varones del Clan Dosaporeode, al que pertenece Jiyi, apellidan Dosapeí y las mujeres, Dosapé.

Dosapeode, es uno de los siete clanes que habitan el universoayoreo. Los otros seis son los Jnuruminone, PicanerenemChiquenone, Etacorone, Cutamurajnane y Posarajnane.

Su actual estructura organizativa se rige por directivas comunales que se articulan en la Central Ayoreo Nativa del Oriente Boliviano (CANOB), fundada en 1987.  Fue precisamente por mandato de su comunidad que hace 29 años JiyiManuel Dosapeí abandonó la selva para cumplir tareas en su organización matriz.   Desde entonces vive junto a su familia en Villa Bolívar, uno de los nueve asentamientos ayoreos establecidos en la ciudad de Santa Cruz.

Como dirigente indígena contribuyó en las luchas en defensa de su territorio y en el proceso de saneamiento y titulación de las cuatro tierras comunitarias de origen que en conjunto suman más de 250.000 hectáreas y que se encuentran en cinco provincias cruceñas: Chiquitos, Ñuflo de Chávez, Andrés Ibáñez, Cordillera y Germán Busch.

Hoy JiyiManuel Dosapeí tiene 54 años, aunque la dinámica de la lucha por los derechos de su pueblo pareciera que le han cargado más años sobre sus espaldas. Además lamenta que su vida en la ciudad, lejos del monte que lo recibió al nacer, le haya pasado la factura de una enfermedad que sólo se explica porque cambió sus hábitos y su alimentación: la diabetes.

A punto de cumplir tres décadas como dirigente indígena, ha decidido renovar su compromiso con la que considera una de las causas más nobles para rendir tributo a sus antepasados y a la resistencia que opusieron frente al etnocidio que estuvo a punto de exterminarlos: la defensa de los pueblos indígenas en aislamiento voluntario.

Conocí a Manuel Dosapeí, en el viaje a Asunción, Paraguay, rumbo a una reunión de organizaciones indígenas para abordar la situación de los pueblos en aislamiento, específicamente ayoreos que se encuentran en extensas regiones del Chaco en territorio boliviano y paraguayo.

Es un hombre que brilla como el sol que según la mitología envío a los ayoreos a poblar la tierra, y hace honor al ser ayoreo, palabra que designa a la gente verdadera.   Compartió algunos pasajes de su vida y de la vida de su pueblo, desvirtuó algunos mitos, apenas unas pinceladas sobreun pueblo guerrero que, con coraje y valentía, resistió hasta el final el encuentro con los blancos.

A la sombra de frondosos árboles en una céntrica plaza en Asunción, compartiendo tereré –yerba mate fría – en los entretiempos del encuentro, con un buen vino argentino traído de la frontera a precio rebajado en los descansos nocturnos, nos habló de su pueblo, de sus seis hijos, de su vida repartida entre la selva y la ciudad, compartió sus sueños, y deslizó sus frustraciones.

Dejó sentado su compromiso de organizar una misión para certificar la existencia de clanes ayoreos en estado de aislamiento voluntario, pero advirtió que será una tarea difícil no sólo por las tensiones que experimenta las dirigencia indígena en la actual coyuntura, sino también por las presiones que despliegan grupos de poder para explotar las riquezas que sigue escondiendo el Chaco.

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NUESTROS MUERTOS NO SON NUESTROS

Zulema Alanes Bravo

Desde hace 20 años, el 3 de mayo se celebra el Día Mundial de la Libertad de Prensa.  Este año, se centra en el tema: "Hablar sin riesgo: Por el ejercicio seguro de la libertad de expresión en todos los medios”.

Garantizar la seguridad de los periodistas constituye un complejo desafío en tiempos en que los asesinatos de periodistas, trabajadores de los medios y productores de medios sociales van en aumento. El 2012, fueron asesinados 121 periodistas, casi el doble de 2011 y 2010, la mayoría de estos crímenes continúan en la impunidad. A más del acoso, intimidación, detenciones arbitrarias y ataques a través de Internet contra periodistas en muchas partes del mundo.

Así fue siempre.  Lo comentábamos entre colegas periodistas durante un encuentro casual en el MUSEF, a propósito de algunos datos históricos sobre los protagonistas de la revuelta laboral más importante del Siglo XIX que inicióla conquista de la jornada laboral de 8 horas.  Andrés Gomez me sugirió que lo destaque en esta columna, porque muchos no lo sabían.

Tres periodistas –Adolf Fischer y August Vincent Thoedore Spies y Albert Parsons– y dos tipógrafos –George Engel y Michael Schwab–-, figuran en la lista de los Mártires de Chicago en cuyo homenaje se instituye el 1ro de Mayo como el Día Internacional del Trabajo. Junto a ellos, otros tres sindicalistas anarquistas fueron acusados de encabezar las protestas por la conquista de la jornada de 8 horas de trabajo, iniciadas el 1 de mayo y que culminaron el 4 de mayo de 1886 en la Revuelta de Haymarket.

El 11 de noviembre de 1887, murieron en la horca:George Engel (alemán, 50 años, tipógrafo), Adolf Fischer (alemán, 30 años, periodista), Albert Parsons (estadounidense, 39 años, periodista, que no estuvo presente en las protestas pero se entregó en solidaridad con sus compañeros), AugustVincentThoedoreSpies (alemán, 31 años, periodista) y, Louis Lingg (alemán, 22 años, carpintero que para no ser ejecutado se suicidó en su propia celda).

Además fueron condenados a cadena perpetua Samuel Fielden (inglés, 39 años, obrero textil) y Michael Schwab (alemán, 33 años, tipógrafo) y, Oscar Neebe (estadounidense, 36 años, vendedor) a 15 años de trabajos forzados.
En el 2013, encuentro una sola explicación para esas muertes – las históricas y las más recientes–  y todos los  delitos que vulneran el ejercicio seguro de la libertad de expresión: el periodismo basado en la libertad, la verdad y la justicia indefectiblemente pone  a periodistas como combatientes de primera línea, en un campo de batalla en el que muchas veces se juega la vida.

Añado además, en ausencia de compromiso, el mejor oficio del mundo pierde el encanto, y casi siempre termina sirviendo a los intereses del poder.  Honor y gloria a nuestros muertos que no son sólo nuestros, son universales.

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TIPNIS, MÁS ALLÁ DEL DESARROLLO

Zulema Alanes Bravo

 

Dos informes – uno oficial y otro paralelo – sobre la post consulta en el TIPNIS, desacuerdos en esferas oficialistas respecto de su carácter vinculante, postergación hasta el 2014 de una nueva ley para ese territorio indígena y el anuncio de un plan de desarrollo integral, son algunos de los elementos que caracterizan los últimos capítulos de una historia que empezó mal, muy mal.

Fue, a no dudar, una consulta inconsulta. Irreflexiva, alocada, desconsiderada… son algunos de los sinónimos del término inconsulta, que utilizamos para caracterizar un proceso que lejos de garantizar el derecho a la consulta previa de los pueblos indígenas, se constituyó en un ensayo de la esquizofrenia política: aquella que no reconoce hechos, sino que inventa, imagina, desquicia la realidad.

Se afirma que históricamente el TIPNIS, representa el empeño de los pueblos indígenas de la Amazonía por encontrar la Loma Santa, ese espacio libre de la opresión karayana en cuya búsqueda se desplazaron los pueblos mojeño trinitario bajo la conducción de sus guías espirituales.  Aunque hoy en día, no queda espacio a donde huir del acoso constante que sufren por parte de depredadores de toda laya, la búsqueda de la Loma Santa continúa pero ya no como la idea de un lugar específico, sino como la  utopía que inspira su lucha por la recuperación y defensa de sus territorios originarios, de sus recursos naturales, de sus formas de manejo espacial, y de su organización social y cultural.

Ese paradigma no fue comprendido por quienes se lanzaron en la aventura de la consulta inconsulta, tal vez por ello comenzó mal y terminó peor.

Vulneración de derechos consagrados en la constitución y en la normativa internacional, represión gubernamental, criminalización de las dirigencias indígenas, divisionismo con métodos prebendales, estrategias de  (in)comunicación y (des)información, entre otros, han caracterizado a las sucesivas y desacertadas acciones gubernamentales que fueron respondidas por dos marchas y una prolongada resistencia en el territorio indígena, a más de multitudinarios recibimientos urbanos.

Al cabo de la post consulta, se ha anunciado que la prioridad del gobierno es erradicar la extrema pobreza en el TIPNIS.  Asumiendo que el anuncio se formula de buena fe, se podría decir que el Ejecutivo debió asumir esta tarea sin necesidad de adentrarse a la selva con regalos que, por lo visto, terminaron siendo una broma pesada frente a las carestías de los pueblos en resistencia.  Sin embargo, no se puede pasar por alto que hasta ahora el plan integral de desarrollo es sólo un anuncio, no se conocen sus alcances, y hasta donde se sabe tampoco es producto de una construcción colectiva con los pueblos indígenas.

A estas alturas y dado el secretismo estatal sobre ese plan de desarrollo sólo hay que recordar que siempre se enarboló la idea de liberar a los indios de la vida salvaje porque la selva los condena a la miseria y la desgracia, y porque hay que integrarlos plenamente al desarrollo y asegurar que gocen de sus beneficios.  Y no se puede menos que anotar que el desarrollo que sólo se centra en la explotación de los inmensos recursos de los territorios indígenas puede terminar siendo depredador y entnocida. 

Parece pertinente citar a  Pierre Clastres  que, entre muchas otras cosas, nos recuerda que  “A finales del siglo pasado los indígenas de la pampa argentina fueron totalmente exterminados para permitir la crianza extensiva de ovejas y vacas que hicieron la riqueza del capitalismo argentino. A principios de este siglo cientos de miles de indios amazónicos murieron bajo los golpes de los buscadores de caucho. Actualmente, en toda América del Sur, los últimos indios libres sucumben bajo el enorme peso del crecimiento económico” (“Sobre el etnocidio”; Investigaciones en Antropología Política, Gedisa, Barcelona 1996).

 

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DEFENSA DE LA CASA GRANDE

Zulema Alanes Bravo

Este 2012 se cumplirán 30 años de la creación de la Confederación de Pueblos Indígenas de Bolivia, CIDOB.  Fue en octubre de 1982 cuando el movimiento indígena terminó de colocar los cimientos de la Casa Grande, que originalmente agrupó a cuatro pueblos del oriente boliviano – Guaraní-Izoceños, Chiquitanos, Ayoreos y Guarayos – y que actualmente cobija a los 34 pueblos indígenas de las tierras bajas de Bolivia.

La creación de la CIDOB exigió un largo proceso de unificación de los pueblos indígenas del oriente que se inició en los años 70, bajo la conducción del Capitán Grande guaraní, Mburuvichaguasu Bonifacio Barrientos Iyambae, llamado también Sombra Grande.

Viajero constante, en conexión genuina con la naturaleza, Sombra Grande, tenía un sólido criterio de la realidad de sus pueblos, y absoluta claridad respecto de los desafíos y problemas que debían enfrentar para alcanzar las metas trazadas.
A 30 años del sueño realizado del “indio” Bonifacio – como solían llamarlo con desprecio las élites del oriente boliviano – la Casa Grande está bajo amenaza.  Como lo hicieran en el pasado las élites racistas del oriente, hoy desde el occidente se ha trazado un plan para ocuparla, dividirla y ponerla al servicio del poder de turno.

La ocupación fue diseñada bajo la lógica de una guerra de alta intensidad: atacar por todos los flancos posibles y con todas las armas imaginables.  Mientras la dirigencia y las bases de la CIDOB – niños, niñas, jóvenes, hombres y mujeres –transitaban los caminos en defensa de su territorio y reclamando por su dignidad, esta estrategia desplazó la violenta acción policial, insultó a través de voceros oficiales, desprestigió a la dirigencia, desplegó millonarias campañas mediáticas para tergiversar la realidad, pactó acuerdos signados por la prebenda, y planificó el desconocimiento a las autoridades legítimas.

No es la primera vez que se apunta a la destrucción del tejido organizacional del movimiento indígena de tierras bajas. Para sólo mencionar los hechos más recientes, el 11 de septiembre de 2008, también se desató la violencia política y racial contra las sedes de la Confederación de Pueblos Indígenas de Bolivia, CIDOB y de la Coordinadora de Pueblos Étnicos de Santa Cruz, CPESC.  Entonces, los edificios fueron intervenidos violentamente y su dirigencia fue amedrentada y perseguida por miembros de la Unión Juvenil Cruceñista (UJC),dependiente del Comité Cívico de Santa Cruz que veía en las sedes indígenas el botín de guerra que simbolizaba el avance para el logro de su pretendida  autonomía.

¿Paradojas del proceso de cambio? Hoy la arremetida proviene del gobierno dizque encabezado por un indígena que se ha propuesto dar un golpe a la institucionalidad de la Central de Pueblos Indígenas de Bolivia (CIDOB).   Se quiere la cabeza de Adolfo Chavez y, a partir de ello, iniciar el proceso de cooptación del movimiento indígena del oriente boliviano y, como todo se trama bajo la inspiración militar de la más alta autoridad que colabora con la presidencia, no está por demás sospechar que se quieren reditar viejos y trágicos pasajes de la historia, aquellos que fueron escritos por los años 60, cuando el gobierno del MNR, que había empezado a transitar el camino de la contra revolución, proyectó su propia crisis  hacia las organizaciones campesinas, alimentando las pugnas internas por la hegemonía entre los principales líderes del agro.  Primero armó la ch'ampa guerra en el Valle Alto, entre Cliza y Ucureña, de 1959 a 1964, que cobró cientos de vidas y, luego, con la estrategia de dividir para reinar, diseñada al igual que ahora desde el poder estatal, facilitó el Pacto Militar Campesino que terminó trágicamente en 1974, luego de la Masacre de Tolata y Epizana que cobró un saldo de 70 muertos.

Esos hechos no se borran de la memoria del pueblo, están presentes para discernir las estrategias que se trazan en el afán de someterlo.

Pero la arremetida frontal, la violencia física y verbal, la indiferencia estatal, es respondida con dignidad y tolerancia y, tal vez sea la palabra de Bertha Bejarano, presidenta de la IX Marcha Indígena la que exprese mejor el sentido de la ética indígena.

Al anunciar el repliegue estratégico de los marchistas – niños, niñas, jóvenes, hombres y mujeres – que esperaron infructuosamente la apertura del diálogo con el gobierno, dijo que se van de La Paz, porque tras dos semanas de vigilia y después de 62 días de marcha, no hubo diálogo y lo único que recibieron fueron gases, mojazón y represión.

Con su bebé en brazos, con lágrimas en los ojos, pero con una fortaleza contagiante, anunció que la tarea de urgencia que les impone la coyuntura es la defensa de la “Casa Grande”, lo que los obliga a irse a Santa Cruz, para proteger la sede de la CIDOB que simboliza la preservación de la unidad de los pueblos indígenas sobre la base de la solidaridad, la autonomía y la tolerancia que reivindica la independencia político partidaria y religiosa, y el rechazo a todo tipo de injerencia externa.

Luego de librar esa batalla, lo dijo Bertha Bejarano, su próxima trinchera será el territorio, desde donde defenderán al TIPNIS de la consulta del gobierno.

Dejó en claro que en esta fase de la lucha, no sabe si la defensa será pacífica, pero que al gobierno le debe quedar claro que “así como a nosotros no nos dejaron entrar a la Plaza Murillo, nosotros, NO LOS VAMOS DEJAR ENTRAR EN EL TIPNIS”.

El TIPNIS ya ganó, la historia del denominado proceso de cambio tiene un antes y un después de las dos marchas indígenas en defensa del Territorio Indígena y Parque Nacional IsiboroSécure.

Terminó una etapa. Empieza otra. Tal vez la decisiva.

 

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DEFENSA DE LA CASA GRANDE

Zulema Alanes Bravo

Este 2012 se cumplirán 30 años de la creación de la Confederación de Pueblos Indígenas de Bolivia, CIDOB.  Fue en octubre de 1982 cuando el movimiento indígena terminó de colocar los cimientos de la Casa Grande, que originalmente agrupó a cuatro pueblos del oriente boliviano – Guaraní-Izoceños, Chiquitanos, Ayoreos y Guarayos – y que actualmente cobija a los 34 pueblos indígenas de las tierras bajas de Bolivia.

La creación de la CIDOB exigió un largo proceso de unificación de los pueblos indígenas del oriente que se inició en los años 70, bajo la conducción del Capitán Grande guaraní, Mburuvichaguasu Bonifacio Barrientos Iyambae, llamado también Sombra Grande.

Viajero constante, en conexión genuina con la naturaleza, Sombra Grande, tenía un sólido criterio de la realidad de sus pueblos, y absoluta claridad respecto de los desafíos y problemas que debían enfrentar para alcanzar las metas trazadas.
A 30 años del sueño realizado del “indio” Bonifacio – como solían llamarlo con desprecio las élites del oriente boliviano – la Casa Grande está bajo amenaza.  Como lo hicieran en el pasado las élites racistas del oriente, hoy desde el occidente se ha trazado un plan para ocuparla, dividirla y ponerla al servicio del poder de turno.

La ocupación fue diseñada bajo la lógica de una guerra de alta intensidad: atacar por todos los flancos posibles y con todas las armas imaginables.  Mientras la dirigencia y las bases de la CIDOB – niños, niñas, jóvenes, hombres y mujeres –transitaban los caminos en defensa de su territorio y reclamando por su dignidad, esta estrategia desplazó la violenta acción policial, insultó a través de voceros oficiales, desprestigió a la dirigencia, desplegó millonarias campañas mediáticas para tergiversar la realidad, pactó acuerdos signados por la prebenda, y planificó el desconocimiento a las autoridades legítimas.

No es la primera vez que se apunta a la destrucción del tejido organizacional del movimiento indígena de tierras bajas. Para sólo mencionar los hechos más recientes, el 11 de septiembre de 2008, también se desató la violencia política y racial contra las sedes de la Confederación de Pueblos Indígenas de Bolivia, CIDOB y de la Coordinadora de Pueblos Étnicos de Santa Cruz, CPESC.  Entonces, los edificios fueron intervenidos violentamente y su dirigencia fue amedrentada y perseguida por miembros de la Unión Juvenil Cruceñista (UJC),dependiente del Comité Cívico de Santa Cruz que veía en las sedes indígenas el botín de guerra que simbolizaba el avance para el logro de su pretendida  autonomía.

¿Paradojas del proceso de cambio? Hoy la arremetida proviene del gobierno dizque encabezado por un indígena que se ha propuesto dar un golpe a la institucionalidad de la Central de Pueblos Indígenas de Bolivia (CIDOB).   Se quiere la cabeza de Adolfo Chavez y, a partir de ello, iniciar el proceso de cooptación del movimiento indígena del oriente boliviano y, como todo se trama bajo la inspiración militar de la más alta autoridad que colabora con la presidencia, no está por demás sospechar que se quieren reditar viejos y trágicos pasajes de la historia, aquellos que fueron escritos por los años 60, cuando el gobierno del MNR, que había empezado a transitar el camino de la contra revolución, proyectó su propia crisis  hacia las organizaciones campesinas, alimentando las pugnas internas por la hegemonía entre los principales líderes del agro.  Primero armó la ch'ampa guerra en el Valle Alto, entre Cliza y Ucureña, de 1959 a 1964, que cobró cientos de vidas y, luego, con la estrategia de dividir para reinar, diseñada al igual que ahora desde el poder estatal, facilitó el Pacto Militar Campesino que terminó trágicamente en 1974, luego de la Masacre de Tolata y Epizana que cobró un saldo de 70 muertos.

Esos hechos no se borran de la memoria del pueblo, están presentes para discernir las estrategias que se trazan en el afán de someterlo.

Pero la arremetida frontal, la violencia física y verbal, la indiferencia estatal, es respondida con dignidad y tolerancia y, tal vez sea la palabra de Bertha Bejarano, presidenta de la IX Marcha Indígena la que exprese mejor el sentido de la ética indígena.

Al anunciar el repliegue estratégico de los marchistas – niños, niñas, jóvenes, hombres y mujeres – que esperaron infructuosamente la apertura del diálogo con el gobierno, dijo que se van de La Paz, porque tras dos semanas de vigilia y después de 62 días de marcha, no hubo diálogo y lo único que recibieron fueron gases, mojazón y represión.

Con su bebé en brazos, con lágrimas en los ojos, pero con una fortaleza contagiante, anunció que la tarea de urgencia que les impone la coyuntura es la defensa de la “Casa Grande”, lo que los obliga a irse a Santa Cruz, para proteger la sede de la CIDOB que simboliza la preservación de la unidad de los pueblos indígenas sobre la base de la solidaridad, la autonomía y la tolerancia que reivindica la independencia político partidaria y religiosa, y el rechazo a todo tipo de injerencia externa.

Luego de librar esa batalla, lo dijo Bertha Bejarano, su próxima trinchera será el territorio, desde donde defenderán al TIPNIS de la consulta del gobierno.

Dejó en claro que en esta fase de la lucha, no sabe si la defensa será pacífica, pero que al gobierno le debe quedar claro que “así como a nosotros no nos dejaron entrar a la Plaza Murillo, nosotros, NO LOS VAMOS DEJAR ENTRAR EN EL TIPNIS”.

El TIPNIS ya ganó, la historia del denominado proceso de cambio tiene un antes y un después de las dos marchas indígenas en defensa del Territorio Indígena y Parque Nacional IsiboroSécure.

Terminó una etapa. Empieza otra. Tal vez la decisiva.

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