A quien corresponda

NOS ESTAFARON Y LO QUIEREN SEGUIR HACIENDO

Jenny Ybarnegaray Ortiz

Evo Morales y Alvaro Garcia Foto: Los Tiempos (Cochabamba)

Los últimos días, la prensa nacional y las redes sociales están plagadas de notas, noticias, comentarios y especulaciones (también) en torno a la aparición de una señora a quién la periodista Amalia Pando vino a bautizar como “la dama de azul”.

No me interesa saber con quién se relaciona sentimentalmente Evo, ni cuántos hijos ya tiene (él mismo dice que "Evo cumple" con relación a ello, muy "bromista", claro, como si ir por la vida "sembrando" hijos por aquí y por allá fuese chiste).  Pero, si resulta que la dama con quien está o estuvo involucrado sentimentalmente, termina manejando ingentes recursos del erario público (incluidos mis impuestos, que son una bicoca frente a las cantidades de las que se habla, por supuesto), vía licitaciones chuecas, sí me molesta, y me molesta mucho. 

Amalia Pando es una periodista seria, merece mi atención; Carlos Valverde no es "santo de mi devoción" ni me inspira confianza. Si alguien armó el culebrón por razones políticas o menos “santas” aún, y sin mayor fundamento, tendrá que asumir su responsabilidad. Pero, si todo esto es verdad, Evo nos debe una explicación, alguna más convincente de la que dio hoy, esa que se parece tanto al “aquí la puse y no aparece”, que dizque “desde el 2007 no la volví a ver”, que “no sabía qué era de su vida”.

Si tuviésemos un poder legislativo que mínimamente cumpliese con su misión de fiscalizar al ejecutivo -como es su mandato constitucional- tendría que tomar cartas en el asunto e investigar las acusaciones que hoy pesan sobre Evo (tráfico de influencia, por lo bajo). Lamentablemente, la falta de independencia de los poderes públicos y la arrolladora mayoría del MAS en el legislativo, hace imposible que esto suceda. La prueba más fehaciente de ello es que ya vimos salir ovacionada a Nemesia Achacollo de allí después de presentar su informe sobre el FONDIOC, una estafa más al país que, al parecer, no es sino la punta del iceberg de una danza de millones manejados a discreción durante los últimos diez años, además que todo hace suponer que nunca llegaremos a saber a dónde fue a parar tanto dinero, al menos mientras el MAS siga a cargo de todos los poderes el estado.

Lo que de veras indigna de todos estos asuntos, destapados casi por casualidad, es constatar que el "proceso de cambio" resultó en una estafa más al país. Peor me resulta escuchar la burda excusa de que “antes” era igual o peor, que la corrupción es consubstancial al manejo del poder, que no hay nada que hacer al respecto, que quienes roban son unos cuantos, que “Evo y Álvaro son incorruptibles” (lo dijo hace poco el propio Álvaro), que si Bolivia tuvo (porque parece que ya no lo tendrá en la misma proporción) ingresos extraordinarios en los últimos diez años, fue gracias a ellos y a sus políticas económicas. ¿Y por eso creen  que pueden hacer lo que les venga en gana con el dinero del país?

Nada de lo que sucede me llamaría la atención ni merecería mi asombro si quienes estuviesen conduciendo los destinos del país fuesen los mismos de “antes”, esa partidocracia parasitaria que vendió a precio de gallina muerta las empresas del estado  -la mayoría en situación de quiebra técnica o económica, gracias al manejo prebendal y clientelar de las mismas durante décadas, por cierto- a título de “privatización” o “capitalización”. Pero, viniendo de quienes viene, de aquellos que nos prometieron “cambio”, “cero corrupción”, “recuperación de los recursos naturales a favor del pueblo boliviano”, me provoca una profunda indignación, porque veo que nos estafaron y que lo siguen haciendo. 

La única diferencia que veo entre los de antes y estos, es que aquellos no tenían tanto qué robar y lo hacían con “discreción” (al menos, no se “hacían pillar”), en cambio estos tienen mucho de donde robar y lo hacen de frente (encima, se “hacen pillar”) y, como si esto fuese poco, además nos dicen que lo hacen por nuestro bien, que están construyendo el socialismo del siglo XXI, que con estos actos están compensando a los pueblos indígenas/originarios por cinco siglos de despojo y ¡¡que se quieren quedar en el poder hasta 2025!! dizque para completar su “agenda patriótica”. 

Su lenguaje me resulta tan familiar, tan parecido al de los dictadores de los setenta y ochenta, que me genera pánico. Cuando escuché hace poco a Evo ofreciendo a las fuerzas armadas la administración de las empresas del estado, mis mayores temores se vieron confirmados: tienen un absoluto desprecio por la historia de este país y por la democracia que conquistamos con tanto sacrificio en 1982. Para disimular este desprecio, tiene la osadía de presentarnos a Froilán Molina, “el Killer”, un delincuente avezado que participó en la toma de la COB en 1980 y que fue condenado por delitos varios a 30 años de reclusión sin derecho a indulto,  que durante los últimos 10 años se estuvo paseando por calles y plazas, y que hasta cobraba su renta en la banca con el mayor desparpajo, dizque “aprehendido” en un operativo policial digno de un mal thriller, como una gran hazaña de sus aparatos de inteligencia.

Es que todo esto es ¡¡demasiado!!, demasiado de todo, demasiado cinismo, demasiado vicio por el poder, demasiada arrogancia, demasiada impostura. A pocas semanas del referendo, mediante el cual pretenden modificar el artículo 168 de la CPE para poder habilitar al mismo binomio a la candidatura presidencial en 2019, les decimos NO, no señores, ya es bastante y suficiente. Y que les quede claro que este NO (al menos el mío y de la mayoría de la gente que así se pronunciará el 21 de febrero), NO es obra de conspiración alguna, de la “derecha”, del imperialismo norteamericano, de los “neoliberales”, de “los de antes” (a que ellos asumieran el poder, se supone),  este NO es el resultado de su propia obra, y es lo que merecen como respuesta frente a la constatación de que nos estafaron y que NO queremos que lo sigan haciendo.

 

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OTRO 11 DE OCTUBRE, DÍA DE LA MUJER BOLIVIANA

Jenny Ybarnegaray Ortiz

Nicasia Choque

Hoy, 11 de octubre, en homenaje a Doña Adela Zamudio, se "celebra" el día de la Mujer Boliviana. Para quienes dedicamos los 365 días de año para recordar al mundo que las mujeres de este país viven una violencia cotidiana, si no en carne propia, en la de muchas otras, éste es un día más.

Para ver cómo vamos, de los titulares de la prensa de hoy, destaco:

Página Siete: "Se incrementa el acceso de la mujer a estudios superiores"  y "Nuevo caso de feminicidio en El Alto. Una joven mujer y su hija pequeña son asfixiadas" (por Javier M. B. (23 años)) (Página Siete, edición Impresa, 11 de octubre de 2015 (p.9))

La Razón: "Prejuicios y tabú, barreras para la anticoncepción en la adolescencia. En un experimento, 16 adolescentes buscaron preservativos en 21 farmacias"  (y ni les cuento cómo les fue) y "Evo quiere ampliar a nueve meses el subsidio prenatal" .

ERBOL: "Registran casi cuatro mil casos de violencia económica (en Cochabamba)"  y "Tránsito sancionó a 8 mujeres y 606 varones ebrios".

Así vamos, la violencia (en todas sus formas) no cesa, se ha convertido en noticia tan cotidiana que ya a casi nadie “sorprende”. Mientras se incrementa el acceso de las mujeres a la educación superior, las oportunidades laborales para los jóvenes en general y las mujeres en particular, no mejoran sustancialmente. Mientras se demuestra que el acceso de adolescentes (seguramente no es menos para jóvenes y adultos/as) a medios de barrera a la concepción es dificultosa, las iglesias lanzan el grito al cielo cada vez que una mujer (niña. adolescente, joven o adulta) toma la decisión de interrumpir un embarazo no deseado, y Evo se empeña en promover subsidios destinados a incrementar la población, aunque de los vástagos no se haga cargo el Estado después del nacimiento.

Como nota curiosa, la policía de tránsito hace ver que, contra prejuicios tan arraigados como ese que señala “mujer al volante, peligro constante”, las estadísticas dicen lo contrario, sólo 1,3% de las personas sancionadas por conducir en estado de ebriedad en La Paz y El Alto, de enero a octubre de este año, fueron mujeres.

En pequeña nota, Página Siete informa “ONU sugiere la creación de un ministerio sectorial” (de Asuntos de la Mujer u otra entidad similar) y yo le digo a la ONU que quizás tenga mejor recepción a su sugerencia que nosotras, quienes desde 2006 venimos exigiéndolo a este gobierno que lo haga, aunque lo dudo (con conocimiento de causa), porque ya sabemos que para este gobierno (como para los que lo precedieron) esos son “asuntos” sin importancia.

En fin, en este día, mi primer homenaje va para doña Nicasia Choque, que está de cumpleaños, una hermana de mi corazón que trabajó en mi casa durante casi dos décadas y para quien guardo un enorme cariño, además de todo mi agradecimiento por su trabajo y por las largas horas de confidencias, risas y lágrimas, que tuvimos en ese tiempo y que seguimos teniendo cuando viene a visitarme con sus nietos (foto).

También va mi homenaje a todas las compañeras que no se cansan de hacer de su vida un emblema de lucha a favor de los derechos humanos de las mujeres y, cómo no, mis sentidas condolencias a 89 familias boliviana que hoy están privadas de hijas, hermanas, nietas, primas o amigas a quienes otros tantos 89 miserables osaron quitarles la vida solo en lo que va de este año.

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POR CADA MUERTA, TRES MUJERES CULPABLES

Jenny Ybarnegaray Ortiz

Marcha por Andrea AramayoFoto: Sepelio de Andrea Aramayo Álvarez, La Razón

La semana pasada, en Bolivia, tres hechos de inocultable violencia machista en contra de mujeres han suscitado la atención de los medios, de las redes sociales y del público en general. En La Paz, Andrea Aramayo Álvarez murió aplastada por las ruedas del vehículo que conducía su expareja William Kushner Dávalos; en Cochabamba, María Lizeth Carvajal murió después de haber recibido 25 puñaladas de manos de su concubino “Johnny V.A”[1]; en Tarija, Olga Natividad Solano se debate entre la vida y la muerte, tras haber sido arrollada y arrastrada por el vehículo conducido por su esposo Godofredo Ruiz Sánchez[2]. Tres “casos” que conducen hacia una conclusión inobjetable: más temprano que tarde, el machismo mata, irreversiblemente, indefectiblemente.
Lo curioso de esto es que, al parecer, en el imaginario colectivo –transmitido por los medios, por mujeres y hombres, y por eventuales autoridades públicas– por cada muerta siempre aparecen tres (o al menos dos) culpables: 1) la propia muerta, en primer grado; 2) la madre de la muerta, en segundo grado; y/o 3) la madre del agresor, también en segundo grado. Así, los agresores, hechura de madres que los criaron con tal fin, provocados por mujeres suicidas que los eligieron para que las matasen, criadas a su vez por madres irresponsables, resultan ser las verdaderas víctimas de estos hechos; víctimas de las circunstancias y del destino quizás, pero culpables ¡jamás! Y, como dicen los curas al final de las misas, “hermanos, podemos ir en paz”, el orden patriarcal ha sido perfectamente restituido. Pues bien, indaguemos en las culpas de las “verdaderas” culpables.
La culpa de la muerta: ni bien se conoce de un hecho de violencia hacia una mujer, niña o adolescente, la primera pregunta que surge en la mente de la gente –incluso en las indagaciones de la “inteligencia policial”– es ¿qué hizo para merecerlo? Si la agredida está en la morgue, no tiene manera de responder a la pregunta, pero su cuerpo yerto seguro que la delatará, y su historia, escudriñada hasta en sus más recónditos resquicios, responderá por ella. Porque la gente no puede siquiera imaginar que ella no lo provocó de alguna manera. Si lo denunció, porque lo denunció, y si no lo hizo, por “haberlo permitido”, por elegir justamente a esa pareja violenta, por “no comportarse”, o por lo que sea. Si vestía ropas ligeras, porque se lo estaba buscando, y si no las vestía, porque “algo ocultaba”. Si ella era pobre y el tipo es rico, porque quería su dinero, y si viceversa, porque tenía una calentura, un capricho, un algo que esconder.
La culpa de la madre de la muerta: ésta tiene, necesariamente, que cargar también con parte de la culpa, ¡claro que sí! La de Andrea porque la crio en libertad y las de María Lizeth y Olga Natividad quizás porque las enseñaron a ser sumisas y obedientes. Por no haber enseñado a su hija a “defenderse” o por haberla enseñado a defenderse demasiado, da igual, no hay manera de escaparse de esa culpa. Y es que la gente piensa que sólo las madres educan a las hijas, sólo ellas les rebelan las verdades de la vida, ya que sus padres, por sanción divina, estaban condenados a trabajar y nada tuvieron que hacer en la crianza, educación y formación de sus hijas.
La culpa de la madre del agresor: ésta es tan o más culpable que la anterior, por haber criado a un macho agresor, porque nadie duda de que ese hombre, adolescente, joven o viejo, ha sido criado por una madre, quien lo ha instruido desde la cuna en las artes de la agresión sutil o categórica, de palabra, obra u omisión. Y si no lo instruyó de exprofeso, quizás también “se dejó” agredir por el padre del inocente, de esa manera, le enseñó su derecho a “sentar la mano” a su pareja. Si lo mimó, porque lo mimó, y si no lo hizo, por “mala madre”. Si estuvo presente en la vida de su hijo, porque lo sobreprotegió, y si tuvo que salir a trabajar –como hombre, según sentencia bíblica– porque lo abandonó. De una u otra manera, ella tampoco puede liberarse de la culpa.
¿Qué hay detrás de este imaginario tan rigurosamente arraigado en mentes simples y complejas, incluso de gente que se aprecia de su propia sensatez? Escarbo en mis remotas lecturas y encuentro que aquí se expresa el mito de “Eva”. Eva la pecadora, esa Eva casquivana que se dejó tentar por una serpiente de lengua viperina, quien la convenció de probar y hacer probar a su pareja del fruto prohibido, “el fruto de la ciencia, del bien y del mal”. Dice el mito que la consecuencia de esa desobediencia fue la expulsión del paraíso y la sentencia “A la mujer dijo: «En gran manera multiplicaré tu dolor en el parto, con dolor darás a luz los hijos; y con todo, tu deseo será para tu marido, y él tendrá dominio sobre ti. Entonces dijo a Adán: Por cuanto has escuchado la voz de tu mujer y has comido del árbol del cual te ordené, diciendo: «No comerás de él, maldita será la tierra por tu causa; con trabajo comerás de ella todos los días de tu vida»” (Génesis 3:16 y 17)… por los siglos de los siglos, amen. De ahí, desde el remoto origen de la culpa, las mujeres la cargamos como sanción y condena.
En este siglo XXI corren aires de libertad para las mujeres, ha transcurrido más de un siglo en el que las sucesivas “olas feministas” vienen abriendo brecha para romper siglos de opresión patriarcal. Sin embargo y no obstante, al parecer, tendrán que suceder otras tantas olas, para provocar un verdadero tsunami que logre arrancar de raíz los arquetipos (Carl Gustav Jung) incrustados en el inconsciente colectivo de nuestras sociedades; arquetipos como la sentencia “y con todo, tu deseo será para tu marido, y él tendrá dominio sobre ti”, para que todo esto que venimos observando con doloroso asombro, deje de ser moneda corriente.
Cuando los hombres al fin logren despojarse del mandato masculino que les impulsa a obtener y sustentar “el dominio” sobre todo cuanto les rodea –empezando por su pareja y terminado en los bienes que la naturaleza brinda para alegría de todos los seres que habitan el planeta– sucederá en ellos tan grande alivio que ya no necesitarán plantarse en el mundo como los verdugos que, en su impotencia vana, algunos suelen convertirse. A su vez, cuando las mujeres logren despojarse de la culpa de Eva y de la sentencia “tu deseo será (sólo) para tu marido”, devendrá en ellas el deseo por ellas mismas, el deseo de ser independientes, libres y soberanas, el deseo de ir por la vida “ligeras de equipaje”. Así, mujeres y hombres, podrán vivir vidas más plenas, vidas con horizontes más abiertos que el que ofrece la sentencia bíblica.
Yo no lo veré, de eso estoy segura, pero abrigo la esperanza que las futuras generaciones –a condición de que la nuestra no acabe con el frágil planeta que habitamos, como parece ser la tendencia del presente– podrán lograrlo. Entre tanto, al menos intentemos mirar las cosas con otros ojos, intentemos apuntar certeramente a los agresores como a los verdaderos responsables de las muertes de estas mujeres. Andrea, Lizeth y Olga, si alguna culpa tuvieron es quizás la de haberlos amado más de lo que merecían.

[1]     Ref.: http://www.opinion.com.bo/opinion/articulos/2015/0822/noticias.php?id=168944
[2]     Ref. http://www.elpaisonline.com/index.php/2013-01-15-14-16-26/cronica/item/183707-mujer-queda-en-estado-grave-tras-intento-de-feminicidio

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GOLPE ARTERO CONTRA LA DEMOCRACIA

Jenny Ybarnegaray Ortiz

 

"Si eres neutral en situaciones de injusticias, has elegido el lado del opresor"
(Desmond Tutu)

El comité Ejecutivo de la FSTMB encabezando una manifestación en La Paz, en los años ochenta

Foto tomada de DERPIC, Graciela. En LIBERtad. Charlas con aquel que está aquí. La Paz, El Cuervo, 2015

He debido dejar pasar un par de días para poder reaccionar ante la “sorpresa” que  dio el gobierno con el anuncio del Decreto Supremo Nº ¿2348 o 2349? el “Primero de Mayo”, día internacional de los trabajadores.

El “decreto 2348, abarca las personalidades jurídicas de sindicatos, federaciones, confederaciones y centrales obreras, que a partir de la fecha solo podrán ser tramitados ante el ministerio de Trabajo y que serán reconocidas con el visto bueno del presidente Evo Morales. Se busca evitar la ramificación de las representaciones1.  Mientras que el “decreto 2349 [se refiere a la] otorgación de personalidades jurídicas. Establece que las personalidades jurídicas de Sindicatos, Federaciones, Confederaciones y Centrales Obreras, cuyo objeto sea la defensa de sus derechos laborales, deberán ser tramitadas únicamente ante el Ministerio de Trabajo, Empleo y Previsión Social, concluyendo con la emisión de la Resolución Suprema correspondiente2.  Esta norma aún no ha sido publicada en la Gaceta Oficial, por lo tanto, no tenemos acceso al texto completo para poder analizarla plenamente. Sin embargo, su sólo anuncio provoca una intensa preocupación, más allá de una profunda y justa indignación.

Ya se sabe que cuando se trata de medidas antojadizas, el gobierno hace caso omiso de la CPE que, para los efectos de este decreto, vale lo mismo que papel mojado. No obstante, no está por demás recordarles que, sin lugar a interpretaciones graciosas, el Artículo 51 de la Carta Magna señala, que “(I) Todas las trabajadoras y los trabajadores tienen derecho a organizarse en sindicatos de acuerdo con la ley; (II)  El Estado respetará los principios sindicales de unidad, democracia sindical, pluralismo político, autosostenimiento, solidaridad e internacionalismo”; (IV) “El Estado respetará la independencia ideológica y organizativa de los sindicatos. Los sindicatos gozarán de personalidad jurídica por el solo hecho de organizarse y ser reconocidos por sus entidades matrices3.

Ahora resulta que este artículo de la CPE había sido de pura y dura inspiración “imperialista” y, de yapa, seguramente “neoliberal”, ya que al momento de anunciar el estrafalario decreto, por el que Evo Morales se atribuye la potestad de suscribir la personería jurídica de las organizaciones sindicales, éste argumentó que “somos un país antimperialista”. Al parecer, Morales ya se olvidó de su no tan antigua militancia sindical. Los dictadores militares que se sucedieron en el poder entre los años sesenta y ochenta, se “limitaron” a proscribir la actividad sindical; pero, desde la fundación de la Central Obrera Boliviana, ningún presidente se había tomado tan audaz como arbitraria facultad. En este momento quisiera verlo del otro lado, como dirigente de las federaciones de cocaleros del Chapare, frente a un presidente cualquiera anunciando este decreto; no me cabe la menor duda que, desde esa posición, convocaría a una insurrección popular, con bloqueo de caminos y huelga general e indefinida “hasta las últimas consecuencias”.

En el acto de presentación de éste y otros decretos no estuvo presente la dirigencia de la COB. Las indagaciones periodísticas señalan que esa ausencia no fue señal de disconformidad con este atropello, sino por el hecho de que el presidente no había emitido otros decretos esperados y “previamente consensuados”, según dirigentes del ente matriz, como el referido a la “imprescriptibilidad” (vaya, palabrita más complicada la que se buscaron) de las vacaciones de los trabajadores formalmente asalariados, se supone, porque de los otros –es decir, de la mayoría– ni para qué hablar, si ni siquiera existen.

Si la desvergüenza de vocales electorales, transparentemente proclives al partido de gobierno, ya no sorprende a nadie ¿por qué debiera de sorprendernos este decreto? No debería, nos están acostumbrando a pasar de colmo en colmo con tanta ligereza que ningún colmo ya es ¡el colmo! Este decreto no es más ni menos que un ladrillo agregado al muro del proyecto “hegemónico” que vienen construyendo sin prisa ni pausa desde hacen varios años. Una hegemonía que, en la perspectiva de ciertos intelectuales del “proceso de cambio”, queda reducida al simple y llano dominio coercitivo de la sociedad, sin más trámite que el arbitrario uso del poder; pero que, en este caso, pasa por el filtro de una democracia formal desdibujada hasta en sus básicas normas éticas, ya que ni las formas guardan para hacernos creer que todavía vivimos en un “estado de derecho”.

Este decreto, me agarró en medio de la lectura de un precioso libro que acaba de publicar Gisela Derpic, intitulado “En LIBERtad. Charlas con el que está aquí”, una semblanza biográfica de LiberForti, quien fuera secretario de culturas de la antigua COB. Al final de sus días, ya retirado del quehacer político, Liber veía con claridad meridiana la tendencia autoritaria de este gobierno; pero, creo que nunca llegó a imaginar que pudiese llegar a este extremo.

Hoy, más que nunca, pienso en Liber, el libertario, y en decenas de dirigentes sindicales que hicieron de la Central Obrera Boliviana el más robusto bastión de defensa de los derechos humanos del pueblo boliviano, no sólo de las y los trabajadores asalariados. Con luces y sombras, con tropiezos y aciertos, con dirigentes más o menos esclarecidos, esa COB ha desaparecido del escenario político del país. La que hoy conocemos es apenas una triste sombra de lo que fue, con una burocracia cooptada hasta la médula, incapaz de representar los intereses de sus bases, inclinada de bruces ante el poder que los ha seducido con la ilusión de ser poder sin serlo. Los actuales dirigentes de la COB han perdido todo atisbo de dignidad, se venden a precio de gallina muerta, por un triste curul parlamentario donde apenas sí alcanzan a levantar la mano para aprobar las leyes que proyecta el poder ejecutivo, en medio de bostezos, porque sólo para eso están ahí.
Al conculcar la  independencia sindical este Primero de Mayo, el gobierno ha dado un artero golpe a la democracia. Pero, lo más lamentable de este asunto no es el golpe mismo, sino el silencio cómplice y ladino de la dirigencia sindical actualmente encaramada en la Central Obrera Boliviana que ni siquiera ha tenido un gesto de protesta frente a este golpe, lo que lleva a la triste conclusión de que es co-autora de este decreto supremo.

A pesar de todo esto, quizás ésta sea la oportunidad que estábamos esperando para emprender el camino de construcción de un instrumento político capaz de retomar la senda de la histórica COB, un instrumento político capaz de proyectarnos hacia los anhelos de justicia, igualdad, equidad, democracia y buen vivir para todo el pueblo boliviano y no sólo para unos pocos oportunistas. ¡Tomemos el reto, estamos aún a tiempo!

1 Fuente: El Deber http://www.eldeber.com.bo/economia/sepa-dicen-cuatro-decretos-del.html y otros trascendidos de prensa
2 Fuente: Presidencia http://www.presidencia.gob.bo/fuente/noticia.php?cod=3148
3 CPE, Art. 51, subrayado nuestro.
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MITOS QUE SE DERRUMBAN Y MENTIRAS QUE SE EVIDENCIAN

Jenny Ybarnegaray Ortiz

Desde hace varias semanas vengo siguiendo con atención las noticias relacionadas con los malos manejos de recursos económicos que fueron asignados a “proyectos” del Fondo Indígena.

Mi primera sorpresa –porque ya me había olvidado de su existencia– fue ver reaparecer al contralor Gabriel Herbas  quien si para algo salió en las noticias de los últimos años, fue para presentar acusaciones contra cualquiera que no fuese un allegado al partido de gobierno. ¿O quizás sí, pero no lo recuerdo? De pronto, el contralor pareció despertar de un largo y pesado letargo para decir “esta boca es mía”. Mi segunda sorpresa fue precisamente esa, que apareciera en los medios para poner en conocimiento público que “la Contraloría detectó, tras una primera fase de auditoría, un daño económico al Estado por Bs 71 millones en 153 proyectos que administradores del Fondo Indígena nunca llegaron a ejecutar”, con una lista de 253 “implicados” (e implicadas, claro).

Con esta aparición pública, el señor Herbas no hizo otra cosa que “prender el ventilador”, a medida que pasaron los días, llovieron acusaciones y contra-acusaciones. Quién sabe cuánto más veremos y escucharemos, porque todo indica que nunca llegaremos a ver el fondo del Fondo. Si bien se debe respetar el principio de que “todas las personas son inocentes (frente a la ley), hasta que no se demuestre lo contrario”,  lo cierto es que mucha gente resultó pringada con esta denuncia. No voy a abundar en comentarios que ya se hicieron al respecto, sólo me voy a referir a tres cuestiones sustanciales.

La primera de ellas es la desmitificación de la “inocencia”. Desde hace bastante tiempo venimos escuchando frases repetidas hasta el cansancio como “los indígenas son la reserva moral de la humanidad” y “las mujeres son más honradas y manejan mejor el dinero que los hombres”.  Este escándalo ha puesto en evidencia que ni ser indígena es garantía de portar una moralidad sin tacha, ni ser mujer es garantía de honradez a toda prueba. Nadie que tenga un mínimo de sentido común podía tragarse sin aceite esas “máximas”; pero, hacía falta un escándalo de estas proporciones para poner en evidencia que vivimos construyendo hologramas cargados de ideología (en su acepción de “falsa conciencia”) que no resisten la menor prueba de “verdad”.

Lo que devela el escándalo que estoy comentando es que, al parecer, no es cuestión de “esencias”, sino de “oportunidades”. Nunca antes como ahora las organizaciones indígenas-originarias-campesinas (el “trencito” IOC introducido en la CPE) habían tenido tanta oportunidad para acceder a los recursos públicos, ni las mujeres (de la mismas identidades) habían logrado alcanzar tanto nivel de poder como ahora, lo cual fue y sigue siendo un enorme avance en las relaciones de poder a las que nos habíamos “acostumbrado” en la vieja (y no fallecida) “República de Bolivia”.

Frente a semejante mazmorra de acusaciones, salió al frente el vicepresidente con otra frase que seguramente se hará célebre: “… no me toquen a la organización, la organización es sagrada…el Fondo Indígena es una conquista del pueblo boliviano, del movimiento indígena” . Su personalísimo “no ME toquen” ya dio mucho de qué hablar ¿desde cuándo las organizaciones LE pertenecen? Más allá de esto, lo que más me llamó la atención de estas declaraciones fue la sacralidad que otorgó a SUS organizaciones (IOC).

Esto me da pie a la segunda cuestión a la que me quiero referir. Estas declaraciones traen a la mente otra frase muy redundada: “las personas pasan, las instituciones quedan” o, dicho de otra manera, “las personas son culpables, las instituciones son inocentes”. Esto no es verdad, las instituciones no existen en abstracto, son las personas que las componen, más aun las que las dirigen, quienes en su paso por ellas les imprimen un “sello personal”, quienes construyen hábitos que luego se convierten en normas (aunque no terminen inscriptas en papel), son personas las que generan, construyen y destruyen las instituciones.

Si bien es cierto que el FONDIOC nació como reivindicación, teniendo como base un principio de justicia difícilmente rebatible –el reclamo de compensación a los pueblos preexistentes en este territorio antes de la colonización, por el despojo incalculable al que fueran sometidos por centurias– lo sucedido pone en serias dudas la creencia de que su fundación fuera la mejor idea para honrar ese principio de justicia. Además, lo que sus dirigentes hicieron con los recursos puestos a su disposición durante todos estos años, ha puesto en serio cuestionamiento la idea de que el dinero compensa tanta pérdida. La creación del FONDIOC ofreció la oportunidad a mucha gente para que haga a su favor lo que tanto reclamaba a “los otros”: despojar al país, con un apestoso aditamento, despojar a los suyos propios. Cada moneda del FONDIOC que “alguien” se metió al bolsillo, fue una moneda menos en ese intento de hacer justicia.

Finalmente, “la cereza en la torta” fue puesta nada más ni nada menos que por la Asamblea Legislativa Plurinacional, otra “sagrada” institución de “la patria”. La interpelación a la ministra Nemesia Achacollo estuvo burdamente armada para que saliera favorecida de la misma con un “voto de confianza”. Lo que quienes armaron el teatral acto aparentemente no saben todavía es que pusieron en evidencia algo que quizás podía dejar algún beneficio de duda, y es  que la tan cacareada “lucha inclaudicable contra la corrupción” del régimen no es más que una grosera patraña. Si la máxima entidad pública encargada de fiscalizar al gobierno y representar a los intereses de la ciudadanía le otorga su “voto de confianza” a una autoridad que, teniendo bajo su responsabilidad velar por el buen manejo de los recursos públicos, no lo hace, lo que nos están diciendo es que las “sagradas” instituciones de la patria están denigradas, que la corrupción forma parte de la hermenéutica del poder (como siempre) y que cualquier discurso que emitan de ahora en adelante en sentido opuesto, podrá ser tomado por cualquiera como una mentira descarada.

En suma, ni los (pueblos) indígenas habían sido por esencia la reserva moral de la humanidad, ni las mujeres más honradas que los hombres, ni las instituciones incorruptibles o las organizaciones “sagradas”, así como tampoco la corrupción había dejado de ser una clave consustancial a la hermenéutica del poder. Con todo lo cual, la “derecha” debe estarse sintiendo profundamente aliviada, porque esta “izquierda” les ha igualado con creces. ¿Vamos bien?

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AQUELLARRE SUBVERSIVO (UN 8 DE MARZO DIFERENTE)

Jenny Ybarnegaray Ortiz

Los días 5, 6 y 7 de marzo, más de cien mujeres (feministas) se juntaron en La Paz, auto-convocadas por sus urgencias, sus deseos, sus sueños, sus cotidianidades. No sé exactamente quiénes tuvieron la iniciativa, quizás eso no importe mucho, lo importante es que ¡lo lograron! Se juntaron sin auspicio alguno, con suspropiosrecursos, porque tenían ganas de tejer, cocinar, hablar, sintonizar, o simplemente porque les dio la gana; llegaron de Cochabamba, Santa Cruz, Oruro, Sucre, hasta de Chile, Ecuador y Argentina, para responder a la invocatoria:

“Indignadas hasta el hartazgo de este brutal patriarcado naturalizado cuya máquina de dominación continúa invadiendo nuestros territorios, invisibilizando nuestra sabiduría, criminalizando y mercantilizando nuestros cuerpos y que quiere convertirnos en un dato, en una noticia sensacionalista, en una consigna electoral, en una ley que no funciona, en postales folclóricas despolitizadas, en asesinas inmorales, en víctimas, en instrumentos aparentes de “participación equitativa” funcionales a las repugnantes prácticas que protegen y encubren esta violencia machista con la impunidad. Gritamos ¡BASTA! Gracias a todas por estar presentes. ¡¡¡JallallaWarmis!!!”

Casi a media noche del miércoles 5 de marzo, S.R.P, publicó en la página (Facebook) del grupo unas hermosas fotografías con el siguiente comentario:

“Hoy nos encontramos, nos vimos, nos conocimos y confirmamos que no estamos solas, desde nuestra K'oita donde celebramos y le pedimos a la pachita que nos acompañe en este encuentro. Desde nuestra charla donde viejas brujas nos hablan de lo que se perdió, pero que lo estamos recuperando, esa lucha de hermanas rebeldes con mucha rabia y valentía, más juntas que nunca. Desde esa olla común, donde todas aportamos, desde ese ají de trigo que compartimos. Bienvenidas sean hermanas a nuestro Aquelarre... ¡¡¡Somos las nietas de las brujas que no pudieron quemar!!!

Una convocatoria, a todas luces, oportuna y necesaria, más aún en estos tiempos que parecen detenidos en la confusión discursiva que se esgrime desde el estado, hoyrehénde una corriente ideológica que no admite disidencias y que pretende despojarnos de nuestras más profundas rebeldías. De un estadovoraz, patriarcal y misógino, cuyas máximas autoridades tienen la desfachatez de auto-proclamarse “feministas”, siendo así que cotidianamente hacen gala de un machismo aberrante, sórdido y perverso que no deja el menor atisbo a la confusión, salvo, claro, la de sus incondicionales que hasta aplauden tamaña impostura.

Las pocas horas que las estuve acompañando, el viernes por la tarde, justo cuando compartían las conclusiones de las mesas de trabajo en las que debatieron temas tan urgentes como aborto, violencia, extractivismo, descolonización/despatriarcalización de nuestros cuerpos, pude atestiguar que las ahí presentes son todas mujeres con enorme talento, con muchísimas ganas de sortear obstáculos, de construir vínculos, de armar redes de afecto y sororidad que ¡tanta falta nos están haciendo!

Las feministas de mi generación hicieron (y todavía hacen) mucho para revertir el orden patriarcal que nos domina. Recién inaugurado el proceso democrático, en los años ochenta, apostamos por la democracia y confiamos en que, en la medida en que ésta madurara, obtendríamos condiciones auspiciosas para todas las mujeres de este país. Y ahí están los resultados, docenas de normas, planes, proyectos, ensayos, debates, la mayoría destinados a irrumpir en el Estado, como escenario de dominio masculino, para hacer sentir nuestra presencia, para demandar reconocimiento, para exigir igualdad de derechos y de oportunidades.

Sin embargo, quizás el mayor extravío de mi generación fue que, salvo contadas excepciones, la mayoría de nosotras nos subsumimos en esa vorágine de demandas y nos acostumbramos a solazarnos en nuestros logros -por muy pírricos que fueren- diciendo “¡a nada!”. Fue así comoterminamos“institucionalizándonos”, perdiendo autonomía y capacidad de soñar en grande, en suma, terminamos envejeciéndonos.

Es por todo ello que celebro con tanto entusiasmo este encuentro de una nueva generación -donde caben mujeres de todas las edades- que está tomando un nuevo rumbo. Esta es una generación que toma la posta desde otro lugar, en otro momento, desde la subversión de los símbolos, las imágenes, las prioridades. Esta generación no pierde de vista que el estado, en tanto garante de derechos, nos debe mucho; pero, al parecer, demandarle no es su prioridad, la suya está marcada por un horizonte de emancipación colectiva que se origina en esa “olla común” en la que han puesto a cocinar sus diversas y hondas intuiciones, sus indocilidades, sus saberes.

Nadie, ni ellas mismas, sabe qué saldrá de esa “olla”, qué sabor tendrá elpuchero que está en pleno proceso de cocción; por ahora, las une el placer de cocinar juntas, y eso es maravilloso. Creo que de eso se trata,precisamente, de encontrar placer en el hacerlo juntas, de tejer redes capaces de accionar dispositivos que interpelen la normatividad existente y de reaccionar frente a las injusticias.

Definitivamente, el “Aquelarre Subversivo” ¡fue un evento inspirador! Agradezco desde lo más hondo de mis afectos a estas imillas atrevidas, insurrectas, desobedientes, vitales y amorosas que me hicieron sentirque pueden venir tiempos mejorespara todas nosotras, que el ocho de marzo puede ser un día de celebración de nuestras vidas y no sólo de llanto por nuestras queridas e inolvidables muertas.

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VUELVE "LA LOCA DEL MINIBÚS"

Jenny Ybarnegaray Ortiz

Lunes 16 de febrero, lunes de carnaval para ser más precisa. Ya pasé un domingo estruendoso, gracias al favor que me hicieron los dueños del club vecino, con música “thecno” a todo volumen durante ocho horas, hasta las 02:00  a.m.
12:30 De pronto escucho “Aló, alóoooo, uno, dosss, tresss, sssí, sssiii… ¿ya? Sssiii…” ¡Y empieza el musicón! Música chicha y un locutor que compite estridencias con el fondo musical, anuncia: “fulano, zutano, mengano y perengano, la mesa directiva del sindicato de transportistas, a la cabeza de Felipe Choque, secretario general, da la bienvenida a sus invitados”…

¿Perdón? A mí no me invitaron; pero eso no importa… El musicón incrementa el volumen del aparato hasta decibeles insoportables… Instalan sus vehículos en fila, en diagonal, la calle cerrada y comienza la repartija de alcoholes…
14:30 Llamo al número del módulo policial más próximo, nadie responde. Llamo al siguiente y me responde un oficial, el diálogo va como sigue:

-    Yo: “buenas tardes, señor, vivo en tal calle; en la esquina hay una parada de minibuses, hace dos horas han instalado un musicón, y han bloqueado el ingreso a la calle; le pido, por favor, su intervención”.
-    Oficial: “me va a disculpar, señora, pero mi puesto queda lejos y no tengo movilidad para acudir al lugar que indica”.
-    Yo: “¿y a quién puedo pedirle que intervenga”?
-    Oficial: “llame al número tal”.
-    Yo: “ya llamé a ese número y nadie responde”.
-    Oficial: “¿en serio?, ¿no se habrá equivocado de número”?
-    Yo: “No, no señor, no me he equivocado, he llamado insistentemente a ese número”.
-    Oficial: “ah, ya, voy a ver qué puedo hacer”…
-    Yo: “Gracias”

Yo, rogando a “san pedro” que mande una granizada de a de veras, a ver si una buena lluvia pudiese persuadir a los entusiastas carnavaleros para apagar el musicón… Y ¡oh, sí, milagro, llovizna, llueve, graniza! Pero, no, nada los persuade… La lluvia pasa, la farra sigue…

17:30 Vuelvo a llamar al teléfono del módulo policial más cercano… esta vez respondeel oficial a cargo:

-    Yo: “buenas tardes, señor, hace tres horas he llamado para hacer un reclamo… [repito el cuento] pero la fiesta continúa y no hay señales de que vayan a pararla…”.
-    Oficial: “sí, señora, hemos recibido llamadas de varios vecinos molestos y hemos ido a dar una vuelta por ahí. Les hemos pedido que por lo menos bajen el volumen de la música. Nos han dicho que tienen permiso de la alcaldía”.
-    Yo: “¿¿¿de la alcaldía??? ¿y le han mostrado el permiso?
-    Oficial: “no, me han dicho que lo iban a buscar…”.
-    Yo: “¿y…?”
-    Oficial: “y nada, no me han querido mostrar el permiso”.
-    Yo: “¿Y usted no podía hacer valer su autoridad?”
-    Oficial: “No, pues, señora, nosotros sólo podemos intervenir cuando hay riñas y peleas… además, qué podíamos hacer, ellos son hartos, nosotros entre dositos no más erábamos”.
-    Yo: “ah, bueno, entiendo, dos policías nada pueden hacer contra una tropa de transportistas abusivos que decidieron tomar la calle”.
-    Oficial: “sí, pues, señora, me va a disculpar, un poquito de paciencia va a tener que tener…”.
-    Yo: “sí, claro, un poquito de paciencia… Gracias y buenas tardes”.

18:00 El locutor anuncia “seguimos, seguimos, morenada, kullaguada, merengue y salsa vamos a bailar… ¡¡salud, salud!!…”.

Listo el pollo, a la “loca del minibus” sólo le quedan dos opciones: unirse a la fiesta (a la que no fue invitada) o ponerse tapones en los oídos… Opto por la segunda, no vaya a ser que, encima, me echen a patadas de su fiesta privada-pública…
¡Ah, eso sí! como vivo el país donde todo el mundo tiene derechos y nadie tiene obligaciones, mañana voy a bloquear la calle, me voy a crucificar en la esquina, me voy a coser los labios en huelga de hambre pura, dura y seca, hasta las últimas consecuencias, es decir, hasta que logre “arrancar” del gobierno (a cualquier nivel que corresponda) una determinación inapelable para que, donde alguna gente haga uso de su derecho a gozar de su joda o su protesta, instale un puesto donde se distribuya tapones de oído gratis… los míos, que son muy buenos, ya están bastante usaditos…

Así termina el cuento, por ahora ¡¡eso espero!!

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CUANDO EL PODER SE DESCONTROLA

Jenny Ybarnegaray Ortiz

No sé si ésta sea mi última nota del año, es lo que hoy me toca decir, a pesar de que ya me dijeron que por favor tenga cuidado de no exponerme demasiado ante el poder...

En estas últimas semanas del año estamos asistiendo a un escenario que bien podría calificarse como “teatro del absurdo”. Una suma de hechos que aparecen como casos aislados, que nada tienen que ver entre sí, pero que vistos en conjunto dan cuenta del deterioro de la institucionalidad pública, un deterioro que colude a los tres poderes del estado: ejecutivo, legislativo y judicial, y que ponen en evidencia la indefensión de la ciudadanía frente a éste. Voy a hacer mención sólo a algunos casos que cobran notoriedad hoy día, sin olvidar que existen decenas de casos parecidos que por ahí se quedaron archivados en la memoria de la opinión pública y de la prensa.

Está ante la vista del público el “juicio” que ha instaurado el senado nacional contra tres magistrados del Tribunal Constitucional Plurinacional, a quienes acusan de “incumplimiento de deberes” y no sé qué otras figuras jurídicas inventadas. El trato que están dando a las dos magistradas "acusadas" denota extremos de aversión insospechada en su contra por parte de quienes debieran de honrar su investidura, misma que fue legitimada por un acto electoral (cuestionable) que ellos mismos impulsaron. Pero, lo que me deja particularmente perpleja e indignada es el trato cruel e inhumano que están dando al magistrado Gualberto Cusi, quien ya lleva un largo y penoso tratamiento médico, debido a un problema de salud que cada día se agrava. La orden de aprehensión a este ciudadano, emitida por un juez oficioso, no hace otra cosa que confirmar la colusión entre poderes del estado para ejercer acciones que desconocen los más elementales derechos humanos y, en este caso en particular, el derecho a la vida. Y todo esto, sólo para justificar un proceso que, en palabras del propio presidente de esta cámara, no es otra cosa que un “juicio político”, ordenado con el fin de “poner en su lugar” a quienes –en su particular visión de las cosas– no debieran hacer más que “constitucionalizar” normas surgidas de la Asamblea Legislativa Plurinacional, sin chistar y sin poner una sombra de duda sobre sus actos. Es decir, un juicio político que pretende amedrentar a los miembros de ese tribunal a fin de que en el futuro ni siquiera se les ocurra deliberar frente a demandas de inconstitucionalidad interpuestas por quién sea, y tengan así las “manos libres” para cometer cualquier arbitrariedad que se les ocurra. Más valdría, entonces, que inventen una ley mediante la cual hagan desaparecer a ese tribunal y así dejar de aparentar la supuesta constitucionalidad de las normas que emanan del órgano legislativo.

Otro es el caso del bebé Alexander quien falleció por causa aún no esclarecida en un hospital, luego de haber sido conducido al mismo en estado de extrema gravedad. Las noticias de prensa dan cuenta de que el bebé habría sido vejado en el Hogar Virgen de Fátima, dependiente de la Gobernación de La Paz. En este caso, la fiscalía determina la aprehensión del personal médico que lo atendió y dio cuenta del estado en que llegó al nosocomio donde finalmente falleció, mientras que ninguna acción penal efectiva se realiza en contra del personal de ese hogar en busca del culpable de tan espantoso crimen contra la humanidad de un indefenso. Apenas se conoce de la intervención de una delegada de la gobernación quien termina señalando responsabilidades administrativas, pero nada dice sobre lo que sucedió con este bebé en el hogar donde estaba acogido.

Paradójicamente, en Cochabamba, Ariel Román se encuentra en su cuarta semana de huelga de hambre, denunciando y exigiendo que se regularice el trámite de adopción de una niña a quien él y su esposa acogieron amorosamente en su hogar, una niña cuyos padres biológicos acusan serios problemas psiquiátricos y que en su momento entregaron voluntariamente a la niña a la pareja adoptante. Actualmente, esta pareja es acusada de “trato y tráfico” de personas y el estado que –por lo que se deriva del anterior caso– no es capaz de brindar cuidados ni garantizar la seguridad ni la vida de quienes alberga en sus hogares, pretende retornar a la niña a uno de estos lugares. Ni la intervención de organizaciones de la sociedad civil y la defensoría del pueblo han logrado colocar el asunto en el plano de un mínimo de racionalidad para hacer que la niña esté donde debe estar, con sus padres adoptivos. Según denuncian éstos, el motivo de tanta ignominia estaría relacionado con su filiación ideológica como “trotskistas”.

Finalmente, el 9 de diciembre, el abogado Juan Perelman, hace pública una carta en la que denuncia haber sido visitado por “los servicios de inteligencia del MAS” para recibir amonestaciones y chantajes que colindan en amenazas de muerte. Los visitantes, cuya identidad no ha sido revelada por el autor, profirieron amenazas que en nada se diferencian de las que podrían hacer los más avezados delincuentes comunes. Esta carta ha sido ampliamente difundida por las redes sociales debido a que, según expresa su autor, la policía no quiso recibir su denuncia.

¿A qué conclusión podemos llegar frente a todos estos hechos? Que cada quien extraiga las suyas propias. Yo pienso que estamos frente a un escenario de extrema gravedad. En enero próximo se inaugurará el tercer mandato consecutivo de Evo Morales y, si las cosas continúan por este camino, es evidente que cualquier ciudadano o ciudadana de este país debería caminar nuevamente “con el testamento bajo el brazo” –como lo señaló Arce Gómez en 1980– porque nadie estará amparado por el estado que debería garantizarnos el ejercicio pleno de nuestros derechos humanos.

Al escribir esta nota, tengo en cuenta las voces cautas de amigos y amigas que me aconsejan tener cuidado, evitar expresarme abiertamente frente a estos atropellos y dedicarme a mis labores cotidianas sin ocuparme de asuntos como los que menciono, porque todo esto “resulta peligroso”. Agradezco sus advertencias, pero no puedo hacer menos que escribir sobre todo esto porque me temo que, de lo contrario, sólo estaría jugando al juego al que pretenden meternos a todos, el juego del miedo y el silencio cómplice que sólo lleva al incremento desproporcionado y descontrolado del poder del que difícilmente saldremos airosos si no somos capaces de, al menos, ponerlo en evidencia.

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NO LAS OLVIDAMOS

Jenny Ybarnegaray Ortiz

No existe persona en este mundo que no tenga un ser querido a quien rendir tributo en el Día de Difuntos y no existe cultura que no tenga algún tipo de producción de sentido de la muerte, ese indefectible destino, esa única certeza que nos regala la vida al momento de nacer. Cuando nacemos nada está dicho, nada está escrito acerca de la vida misma que tendremos, de lo que sí Podemos tener certeza es que, de una u otra forma, moriremos algún día. Mientras tanto, solemos vivir como si eso no fuese a ocurrir y es por eso, quizás, que la muerte siempre nos sorprende, nos provoca dolor, nos arrebata, nos visita con marca de dolor y pérdida.

Hoy, en el Día de Difuntos, recordamos a nuestros tan preciados y "propios" difuntos que en la vida venimos juntando ¡cómo no! Sin embargo, tampoco podemos dejar de recordar a aquellas que si bien no nos “pertenecen” en sentido que no fueron ni formaron parte de nuestro íntimo entorno, ahí estuvieron, cerca o lejos de nosotras, viviendo vidas que fueron violentamente arrebatadas por personas que, por lo general, sí pertenecían a los suyos propios, cuando no por sujetos que simplemente las “escogieron” para marcar en sus cuerpos sus propias y ajenas frustraciones, su odio misógino, su indolente y cruel machismo.

La iniciativa de este homenaje no provino de la institucionalidad pública ni privada, sino de dos amigas que de tanto sobrellevar su impotente dolor ante las noticias cotidianas que dan cuenta de muertes violentas de mujeres, decidieron que “algo” había que hacer y se pusieron “manos a la obra”. Rosario Baptista y Elizabeth Machicao nos convocaron a través de las redes sociales, se acercaron a las organizaciones que trabajan a favor de los derechos de las mujeres, juntaron flores, panes, adornos, nombres y apellidos, convocaron a cantautores y crearon una bella instalación en el atrio de la UMSA para poner en evidencia que esas muertas, de alguna forma, también son nuestras, tan propias como cualquier otra que en vida conocimos, porque cada una de ellas podría ser, al fin de cuentas, cualquiera de nosotras.

En este día no voy a presentar ningún reclamo ante el estado, me hago eco de la pancarta que portaban ayer los manifestantes mexicanos que no cesan de demandar “vivos se los llevaron, vivos los queremos” (a los 43 estudiantes normalistas “desaparecidos” en el estado de Guerrero): “el Estado ha muerto”. Voy a presentar mi reclamo ante la sociedad boliviana que parece estar produciendo una gruesa costra de abulia frente al feminicidio.

Mucho se ha escrito en este tiempo sobre lo que viene aconteciendo en nuestro país en relación con la violencia hacia las mujeres. Cada vez que nos enteramos de la muerte violenta de una mujer, algunas personas nos llenamos de indignación, protestamos, denunciamos, exigimos justicia. Sin embargo, esto se ha convertido en un fenómeno tan cotidiano que ha empezado a generar una indiferencia atroz en la sociedad que habitamos. Ayer mismo, mientras participábamos en la instalación del atrio de la UMSA, veíamos pasar a decenas de personas por la acera de en frente, algunas se acercaban por curiosidad, otras ni siquiera eso. Si una muerte provoca sorpresa, 175 deberían movilizarnos como sociedad, porque lo que parece que la mayoría de la gente no se da cuenta es que, en la medida en que suben las cifras, más se acerca esa horrenda posibilidad  a nuestro vecindario y a nuestras propias casas.

Todas las personas que vivimos en este país conocemos de alguien, de alguna mujer que sufre o ha sufrido violencia, en consecuencia, también de algún perpetrador que podría meterse en nuestro patio trasero con artes seductoras o sin ellas, de la manera más agresiva y violenta, de alguien que podría arrebatarle la paz, la autoestima, la capacidad de reaccionar a algún ser querido, cuando no la vida misma. ¿Qué estamos esperando? Si “el Estado ha muerto” porque no tiene la más mínima capacidad de detener el feminicidio, de hacer justicia ni de dar señales de intolerancia imperiosa ante lo que tanto nos duele y lastima, no olvidemos que la sociedad sigue viva, y es a ella a la que le toca levantar la voz para decirles a todos los violentos ¡ya, basta, no los toleramos!

de Difuntas, en homenaje a las 173 mujeres que en 2014 perdieron la vida violentamenteMesa de Difuntas, en homenaje a las 173 mujeres que en 2014 perdieron la vida violentamente
(Foto: Jenny Ybarnegaray)

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VOTAR O NO VOTAR

Jenny Ybarnegaray Ortiz

A dos semanas de las elecciones generales y desde la primera vez que acudí a las urnas (1978), nunca antes había abrigado esta desazón, esta sensación de vaciamiento del sentido del voto.

Por entonces éramos aún jóvenes, estábamos saliendo del periodo dictatorial banzerista y, a pesar de todos los pesares, cualquier posibilidad de elegir nos provocaba entusiasmo. Esas primeras elecciones fueron un fraude anunciado, llenaron las ánforas de papeletas verdes y el benjamín del dictador resultó “ganador” con más votos de los que registraba el padrón electoral.

Luego, entre 1978 y 1980, vino el periodo golpe-elección-golpe, marcado por dos fuerzas en disputa: la de los milicos que se resistían a dejar el poder absoluto y la de las diversas manifestaciones democráticas que pugnaban por abrir los espacios de la participación política. La resistencia popular al último golpe militar (el de García Meza y sus secuaces) y los nuevos aires democratizadores que soplaban desde el norte y en todo el continente, contribuyeron a generar las condiciones de posibilidad para que toda una generación (la nacida en los años ochenta) nunca más supiese lo que significaba “caminar con el testamento bajo el brazo”, como mandaban los gorilas.

Desde la instalación del primer gobierno civil post-dictatorial (1982) se han sucedido siete elecciones generales y vamos camino a la octava. Al menos en cuatro de ellas (1989, 1993, 1997 y 2001) testificamos alianzas viciadas, tan espurias como incongruentes, antes y después de las elecciones, que tenían el único fin de permitir que alguno de los candidatos llegase a ocupar la silla presidencial, así fuese “cruzando ríos de sangre” o inventando un “triple empate”, a condición de repartirse los espacios de poder y desde ahí favorecer a sus íntimos amigos y familiares. Sin embargo, a pesar de lo insólitas que pareciesen esas alianzas, en verdad no existían diferencias de fondo entre ellos, sino apenas de forma, ya que todos los partidos con opción de ocupar el poder legislativo, se adscribían al “neoliberalismo” como único proyecto político “viable”. Fue un largo periodo en el que paulatinamente se produjo la pérdida de credibilidad en el sistema de partidos (la “partidocracia”), hasta que llegamos a 2004 y apareció en el horizonte una posibilidad de “cambio” que logró la adhesión inédita de más del cincuenta por ciento del electorado.

Evo Morales obtuvo lo que ninguno de los candidatos había logrado hasta ese entonces, arribó al palacio con su chompa a rayas y su cara de “todavía no lo puedo creer”, derribó símbolos y erigió otros, quienes nunca antes habían osado (o no se les había permitido) traspasar la acera de la plaza Murillo, entraron al palacio del gobierno portando sus banderas, sus sueños, sus esperanzas. Tuvo un primer periodo de gobierno muy dificultoso, marcado por la Asamblea Constituyente como el espacio demandado para producir un nuevo país imaginado donde cupiésemos todos los habitantes de este país, sin distinción alguna. Por entonces, sus voceros afirmaban “tenemos el gobierno, pero no tenemos el poder”; por lo tanto, tuvieron que negociar con otras fuerzas políticaspara producir un texto constitucional ampuloso y plagado de contradicciones o, visto desde otro lado, un texto de “consensos” que refleja muy disímiles visiones de país.
Para su segundo periodo de gobierno obtuvo más aún, con dos tercios de la Asamblea Legislativa Plurinacional tenía las condiciones más favorables, jamás imaginadas, para poner en vigencia esa Constitución tan resistida como deseada. Pero, de esa representación variopinta que arribó al primer órgano de poder del estado no nos queda recuerdo grato alguno. Un oficialismo levanta-manos y con muy poca capacidad de debate al que se le ordenó votar “orgánicamente” (vale decir, sin discutir) una tras otra las leyes que llegaban del órgano ejecutivo, frente a una oposición arrinconada, con baja capacidad de propuesta y, por supuesto, ninguna capacidad de fiscalización.

Fue así como lograron hacerse del “poder total” y sucedió lo que Lord Acton enunció en 1887 “el poder tiende a corromper y el poder absoluto corrompe absolutamente”. Se olvidaron de la historia que los condujo ahí, se emborracharon de soberbia, campeó la discrecionalidad sobre el manejo de los recursos públicos, cometieron todo tipo de atropellos, torcieron la interpretación del párrafo segundo de la primera disposición transitoria de la CPE1 para permitir la segunda reelección de Evo Morales, condecoraron los estandartes de las fuerzas armadas (en los hechos, reivindicaron las dictaduras militares) y, entre sus actos más inconsecuentes, jamás olvidaremos la ruptura indolente del “pacto de unidad” en Chaparina.

Así llegamos a estas octavas elecciones generales, con un oficialismo arrogante que cuenta con todo el aparato del estado y los cuatro órganos de poder (incluido el electoral) a su favor, y una oposición dispersa y esmirriada que apenas alcanza a aspirar a unos cuantos curules para, al menos, detener la divulgada aspiración presidencial a la “reelección indefinida”. En esta etapa pre-electoral, todavía los opositores anuncian “sorpresas” (¿ilusiones?) en las que alguna gente creerá y otra no, para ir a depositar su voto por uno u otro candidato, probablemente con más temor a la consolidación del absolutismo que con auténtica convicción política a favor del elegido.

Votar o no votar, esa es la cuestión. Votar sabiendo que estamos acudiendo al acto electoral más ilegítimo de los últimos treinta años y, con ese acto, convertirnos en cómplices del circo en el que han transformado el momento emblemático  de la constitución de los poderes; o no votar a sabiendas que nuestra rebelde abstención no repercutirá en el curso de los acontecimientos, porque a la sazón no existe norma alguna que establezca, por ejemplo, que si más del cincuenta por ciento del electorado no acude a las urnas, esa elección quedará anulada, como debiera ser.

En suma, nos encontramos frente a un típico conflicto evitación-evitación (K. Lewin) en el cual nos enfrentamos ante dos opciones indeseables y debemos tomar una decisión. Ante este tipo de conflicto, la solución razonada debiera ser por la salida “menos mala”, aun a riesgo de que resultare la peor.

Todavía tenemos dos semanas por delante para aquilatar las no-opciones. En este periodo, lo más aconsejable es no escuchar la propaganda electoral, de ninguno, y bucear en el silencio de nuestras conciencias para elegir qué hacer.

[1] Estado Plurinacional de Bolivia (2009). Constitución Política del Estado. DISPOSICIONES TRANSITORIAS. Primera. Párrafo II. “Los mandatos anteriores a la vigencia de esta Constitución serán tomados en cuenta a los efectos del cómputo de los nuevos periodos de funciones”.

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