Potosí

Regional
Los cívicos consideraron que a través de la Conade se deben determinar medidas de presión en todo el país, y garantizaron que cumplirán con las protestas que emanen de esa entidad.
Regional
Varias hectáreas de cultivos de papa, maíz y cebada fueron dañadas. Hay árboles frutales afectados por el granizo y ganado muerto por las riadas. Unidad de Gestión de Riesgos analiza asistencia a damnificados.
Regional
Según el jefe distrital del Senasag, Alfredo Cayhuara, se realizó el operativo después de que se recibió denuncias de que los socios de COTAP, que consumieron los jugos, sufrieron daños en su salud.
Política
“Una vez más el pueblo potosino está en las calles para que nuestras autoridades respeten nuestra Constitución Política del Estado, respeto al referendo del 21F", dijo Jhonny Llally.

Gesta Bárbara

Juan José Toro Montoya

Entre 1917 y 1918, dos grupos de jóvenes irreverentes dedicados, entre otras cosas, a escribir poemas y cuentos, se reunieron en Potosí alrededor de una mesa, o varias, y empezaron a debatir libremente sus ideas.

En el grupo destacaba un veinteañero, Carlos Medinaceli, que congenió de inmediato con un recién llegado, el peruano Arturo Peralta, quien vivía su exilio político, el primero de por lo menos tres, en la Villa Imperial.

Las charlas, debates, lectura de textos y poemas debieron ser tan interesantes que sus protagonistas decidieron publicar lo más relevante de sus noches de tertulia. El nombre que se eligió para la revista marcó a toda una generación: Gesta Bárbara.

En el trabajo que hizo expresamente para este encuentro, el escritor e investigador Adolfo Cáceres Romero señala que Gesta Bárbara surgió “como una respuesta a la realidad histórica y social de la Bolivia vapuleada y desmembrada por sus vecinos. Todavía estaban frescas, en la memoria de esa generación, la mutilación de nuestro extenso litoral, por parte de Chile (1879), y la de los gomales del Acre, territorio que nos arrebataron peruanos y brasileños (1903)”.

Ante la proximidad de los cien años del lanzamiento del número fundacional de esa revista, la Alcaldía de Potosí declaró el Año del Centenario de Gesta Bárbara y constituyó un comité interinstitucional para tal fin. Sus primeras actividades fueron la publicación de un libro y la organización del Primer Encuentro de Escritores e Historiadores sobre Gesta Bárbara.

Casi todos los convocados asistieron y sus charlas confirmaron la influencia que Gesta Bárbara tuvo en las letras bolivianas. Se ratificó, también, que esa influencia persiste por cuanto los conferencistas tenían bien presentes a figuras de ese grupo cultural como José Enrique Viaña, Armando Alba, María Gutiérrez y Peralta, cuyo seudónimo más conocido fue Gamaliel Churata. Los escritores estuvieron a la altura de sus antecedentes ya que presentaron trabajos magistrales, dignos no de una memoria sino de una antología. La carrera de Literatura de la Universidad Mayor de San Andrés (UMSA) demostró por qué está entre las mejores del continente en la enseñanza académica de ese arte ya que tres de sus docentes participaron con trabajos que permitieron llenar muchos vacíos sobre Gesta Bárbara.

Las charlas fueron ilustrativas y esclarecedoras. Se escuchó la voz experta de Mariano Baptista Gumucio y la optimista de Ramón Rocha Monroy. La visión poética estuvo a cargo de Gabriel Chávez Casazola y Gaby Vallejo habló de las mujeres de Gesta Bárbara ya que la influencia del grupo dio lugar a la formación de otros, con el mismo nombre, en Cochabamba, Oruro, La Paz, Tupiza y Santiago de Huata.

El protagonista de las charlas fue, aunque con escaso margen, Medinaceli y la obra más comentada su famosa “La Chaskañawi”.

La importancia de Gesta Bárbara trascendió un siglo y marcó varias páginas de la historia nacional. Es una muestra de cuán lejos puede llevar la práctica artística.

Los asistentes al encuentro ponderaron el esfuerzo que la Alcaldía de Potosí hizo al reunirlos y reconocieron que pocas autoridades fomentan la cultura como lo hace su actual ejecutivo, Williams Cervantes.

Si el apoyo institucional se mantiene, podrá hacerse realidad proyectos como la fundación de una nueva revista con el nombre de Gesta Bárbara y la creación de la Editorial Municipal que publicaría a los nuevos autores y posibilitaría un nuevo amanecer para la literatura potosina que actualmente sigue cubierta por una larga noche.

 

 

 

 

 

 

 

 

 

(*) Juan José Toro es Premio Nacional en Historia del Periodismo.

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Cronistas de Potosí

Juan José Toro Montoya

Más allá de las desgracias que le acarreó su legendaria riqueza, Potosí es la ciudad que puede preciarse de tener más de un cronista para registrar su pasado y presente.

El más conocido es Bartolomé Arsanz de Orsúa y Vela, reconocido como “cronista mayor de la Villa Imperial de Potosí” mediante la Ordenanza Municipal No. 26/74, y sobre el que ya ha corrido bastante tinta.

Arsanz es extraordinario, entre muchas otras cosas, por el hecho de que no esperaba que se publique su obra. Primero escribió los “Anales de la Villa Imperial de Potosí” como una maqueta de lo que después fue su monumental “Historia de la Villa Imperial de Potosí…” que solo se publicó completa en 1965, cuando la Universidad Brown de Providence, Rhode Island, Estados Unidos, la editó en sus tres tomos con un estudio crítico de Gunnar Mendoza y Lewis Hanke.

Hasta antes de ese año, los manuscritos —porque hubo más de uno— estuvieron desaparecidos y ocasionalmente eran publicados por pedazos, ya sea en Buenos Aires o por obra y gracia de algún investigador avispado.

Uno de los mayores estudiosos de la obra de Arsanz es Mariano Baptista Gumucio que, no obstante su cuna cochabambina, están tan enamorado de Potosí que no se esfuerza en ocultarlo. Al referirse a las muchas ocasiones en las que Miguel de Cervantes se refirió a Potosí —en “La entretenida”, “El rufián viudo”, “El rufián dichoso” y “El ingenioso hidalgo Don Quijote de la Mancha”—, Baptista no duda en afirmar que la máxima figura de las letras en español “quiso ser corregidor de La Paz para estar cerca de Potosí”. 

Fue él quien publicó los “Anales…” en 1970, cuando era ministro de educación y cultura y, pese a que estos ya habían visto la luz antes —con Vicente Ballivián, en 1873— solo entonces alcanzaron la difusión que convirtieron a Arsanz en el escritor emblemático de Bolivia.

Fascinado con el cronista mayor de Potosí, Gumucio lo estudió al punto de publicar todo un estudio sobre él, “El mundo desde Potosí, vida y reflexiones de Bartolomé Arsanz de Orsúa y Vela (1676-1736)”, cuya virtud es describir, por primera vez, al misterioso hombre que estuvo escondido detrás de la “Historia…” durante más de dos siglos.

Pero Baptista no se contentó con eso. Infatigable en su labor investigadora, sorprendió con otra antología en 2011, “La ciudad de Potosí vista por viajeros y autores nacionales del siglo XVI al XXI”, que es uno de los más extraordinarios y variopintos documentos sobre la Villa Imperial.

Al margen, cada vez que tiene que realizar algún estudio historiográfico, o simplemente un artículo, incluye siempre a Potosí, como en la reciente “Un río que crece, 60 años en la literatura boliviana, 1957-2017”. En esta antología, publicada por la Asociación de Bancos Privados de Bolivia, el historiador es el único de los seis coautores en incluir a autores potosinos, en el periodo entre 1957 y 1967.

Por ello, no está lejos de la verdad el afirmar que Mariano Baptista Gumucio logró alcanzar la importancia de su personaje de estudio, Arsanz, y, sin haber nacido en la ciudad del Cerro Rico, se convirtió en el cronista del Potosí actual.

Por si fuera poco, a él se sumó su esposa, Beatriz Rossells Montalvo, que es autora del mayor libro sobre gastronomía boliviana publicado hasta la fecha, “La gastronomía en Potosí y Charcas, siglos XVIII, XIX y XX”, que, como se ve, gira, también, en torno a la Villa Imperial.

Ambos merecen un reconocimiento que espero ver algún día. Don Mariano estará en Potosí este fin de semana. Tengo curiosidad en ver cómo lo recibirán.

 

 

 

 

 

(*) Juan José Toro es Premio Nacional en Historia del Periodismo.

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Potosí: su gente

Juan José Toro Montoya

 La Villa Imperial siempre fue una montaña rusa en cuanto a su población. Antes del descubrimiento de sus yacimientos de plata era un cenagal ubicado en territorio qaraqara, después pasó a ser un asiento minero con un crecimiento tan acelerado que a principios del siglo XVII era una de las ciudades más pobladas del mundo.

El censo de 1611 reveló que tenía 160.000 habitantes; es decir, más gente que Londres o Sevilla en esa época. La historia oficial dice que la mayoría de sus habitantes no eran nacidos en la ciudad sino provenientes de otros lugares, incluso de otros continentes.

Para aquel entonces, Potosí ya no era un asiento minero sino que había ascendido al rango de villa. Se había independizado de La Plata, hoy Sucre, en lo que fue el primer movimiento autonomista de Charcas, hoy Bolivia, mediante la denominada Capitulación de Potosí que el virrey Diego López de Zúñiga y Velasco emitió el 7 de noviembre de 1561. Su nombre oficial era —y es— Villa Imperial de Potosí y en ella no solo vivían españoles sino también originarios de otros países de Europa, además de una variedad de musulmanes, africanos y hasta asiáticos.

Era, según refieren la totalidad de los autores, una ciudad cosmopolita debido al imán de sus minerales. La abundancia y alta ley de sus minerales, durante los primeros años de la explotación del Cerro Rico, atrajeron a gente de todo el mundo que llegaba hasta la villa con la ilusión de hacerse ricos fácilmente.

Los más buscaban fortuna en la minería pero quienes no conseguían acceso a los yacimientos, cuyo control estaba en manos de ciertas naciones españolas, se dedicaban al comercio y a un sinfín de actividades que resultaban más o menos lucrativas en una ciudad donde la plata corría, literalmente, a manos llenas.    

Los datos son ciertos pero resultan incompletos.

Llama la atención, por ejemplo, que la población potosina sobrepase la cifra de los 160.000 habitantes en otras fuentes. Ahí está el caso de fray Diego de Ocaña quien señala que, alrededor de 1600, los sacerdotes habían registrado hasta a 200.000 indios en las 14 parroquias existentes en Potosí, con prescindencia de la población europea.

Que la cifra no concuerde con la del censo no es extraño ya que este, como todo recuento oficial, mostraba lo que a los mineros de Potosí les interesaba. La contratación de mano de obra —en realidad una esclavitud disimulada— estaba normada por las Leyes de Indias así que oficializar cifras sobre indios al servicio de los mineros era visibilizarlos, exponerse a pagos indeseables. Por tanto, lo mejor era ocultarlos y dar cifras falsas.

Se trata de un dato poco manejado que; sin embargo, ya es tomado en cuenta por historiadores actuales como Pablo Quisbert, que se ha especializado en el pasado prehispánico potosino y los primeros años de la colonia.

El destino de Potosí estuvo —y, lamentablemente, todavía está— ligado a la actividad minera. Cada vez que la minería prospera, la población de la ciudad aumenta.

Por ello, sus fluctuaciones poblacionales también están vinculadas a esa actividad económica. Cada vez que la población decrece es porque la minería cede terreno a consecuencia de las bajas cotizaciones.

En las cifras oficiales, su población actual no llega a las 200.000 personas. La realidad, como la historia, muestra otra cosa. En realidad, en Potosí viven miles de migrantes del área rural que, a la hora de los censos, viajan a hacerse contar a sus tierras de origen. Es un acto de traición a la tierra que los recibe y les da de comer y que en este noviembre vuelve a celebrar otro aniversario sumida en la minería.

 

  

 

 

(*) Juan José Toro es Premio Nacional en Historia del Periodismo.

 

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Regional
El caso sigue en investigación y la Policía toma declaraciones a los compañeros de trabajo del fallecido.
Seguridad
La Policía regional de Norte Potosí informó que durante el fin de semana se registró dos accidentes de tránsito, cuyo saldo fue de una persona fallecida y cuatro heridas.
Regional
El ministro Ortuño señaló que este proyecto de La Palca permitirá garantizar el suministro de agua para Potosí durante el periodo de sequedad.

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