Julia Yana, una faceta de voluntad se pone a derecho entre el aimara y el latín
Con dos hojas de papel en la mano, una mujer desliza las puertas de vidrio para dejar una carta en la que pide al director de carrera un cambio de horarios por choque de materias; mientras espera la respuesta, de su bolsa de mano saca un libro y comienza a leer. Era viernes 13 de septiembre de la semana pasada, vestía una pollera color rosado intenso, una chompa lila, manta beis y al ritmo de una lectura lenta empieza a concentrase sin tomar atención a lo que ocurre en sus alrededores.