Opinion

CONTRADICCIONES EN EDUCACIÓN
A ojos vista
Mario Mamani Morales
Jueves, 29 Agosto, 2013 - 12:22

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La política educativa, dentro del proceso de cambio, propugna una educación sociocomunitaria y productiva  y deja por sentada que se está realizando una revolución para transformar la sociedad, lo que no se precisa o no se ha entendido, es qué tipo de sociedad se quiere construir a través de lo “holístico” que se ha puesto de moda.

Mientras que dentro del modelo del “vivir bien” se insiste en la armonía con la naturaleza, la reciprocidad entre culturas y la vida misma, entendida como el valorar y recuperar lo ancestral, las raíces culturales, nuestros saberes y conocimientos –que no es malo por cierto- la realidad en nuestras comunidades es que se aprecia más e insiste en tener bienes de consumo tecnológicamente sofisticados, sin ir más lejos, inclusive en la indumentaria nativa.

Sucede que más bien cada vez el país se convierte en dependiente de estas tecnologías, ahí están por ejemplo los celulares, ya no es posible concebir la vida sin estos aparatos cada vez de “última generación” y que orgullosamente porta nuestra juventud, sea cual sea su origen social y económico, paralelamente nuestro pueblo troca el sombrero de lana de oveja por gorras con logotipos de cualquier cosa y en inglés, pantalones que ayer eran de bayeta y hoy jeans a medio uso, lo sociocultural, espiritual, político y económicos, (holístico) huele a sólo a ideal, el consumismo nos invade.

Ocurre que la indumentaria de nuestras raíces aparecen hoy como en escenarios de horas cívica de escuela, cuando se tenía que actuar se recurría al poncho, al chulu, la ojanta o la aymilla, sin conocer siquiera el origen de las prendas, hoy, nuestros más acérrimos sustentadores del Cambio, se muestran galanes en actos festivos de las ciudades y en público; hasta hace poco, jamás hubieran imaginado usarlos.

Pasada la ceremonia se vuelve a la realidad: tener los más sofisticado  de los electrodomésticos en casa, equipos de sonido con karaoke incluido, la sala amoblada con lo último del mercado, viajes jamás en los camiones en los que realmente transitan los que verdaderamente visten la indumentaria de nuestras raíces. Una cosa es el disfraz y la teoría, otra distinta es la realidad.

En educación hay que predicar lo contrario: ritualizar el trabajo del campesino que no tiene acceso a la tecnología, ir a sus parcelas para calcular áreas, recoger datos sobre producción para motivos estadísticos, medir distancias de caminata y tiempo y otras actividades; pero ¿dónde queda la explicación económica de explotación y engaño de los que se disfrazan con su indumentaria nativa en los actos públicos y luego se apropian de su producción a precios irrisorios?

La educación continúa reproduciendo las desigualdades y no es una acción liberadora de antiguas formas de relación económica y social del verdadero productor y sus explotadores, el contenido ideo-político que se predica no tiene convicciones profundas en los que falsamente las sustentan.

Cuando la educación no estaba avasallada con todo cuanto hoy la rodea, tanto tecnológico, político, ideológico y de mercado, la escuela era parte central de la vida de la comunidad, allí se organizaban las actividades sociales, se planteaban y programaban los problemas cívicos, económicos, hasta de salud y familia, era posible hacer una formación verdaderamente comunitaria; hoy no es más que un pequeño punto dentro del universo producto también del avance del desarrollo humano, por tanto, es necesario rediscutir las contradicciones de la práctica real  en la sociedad y la teoría.

Dentro de la dinámica social, cuando se proyectaba el modelo comunitario y productivo, hace algo más de seis años, se tenía un escenario de país donde la población mayoritaria estaba en el campo, hoy los resultados del Censo último nos echan en cara que son las ciudades las que están atestadas de gente, entonces, ¿cómo explicar de manera convincente la aplicación del modelo sociocomunitario y productivo en las ciudades?

Las contradicciones también radican en que sus promotores y sustentadores, en su mayoría, tienen su sentido de pertenencia a los grupos dominadores de las políticas capitalistas anteriores. La justificación de su conducta actual es que el “vivir bien” nunca propuso reemplazar al capitalismo por otro modelo, sino simplemente aplicar una corriente de pluralismo económico.

Una educación que se sustenta en proposiciones de convicción falsa, es como una pirámide de naipes.