ABORTO

Seguridad
En el estudio forense se determinó que la mujer falleció por shock hipovolémico, provocado por una hemorragia debido a la retención de placenta en el útero.
Seguridad
Los estudiantes fueron detenidos infraganti cuando vendían el medicamento denominado cytotec a una joven.
Social
La Conferencia Episcopal reafirmó que el aborto es un tema de colonización externa porque en la cultura del pueblo boliviano no hay lugar al aborto.

Soy Pro Vida… ¿Y Ud.?

Gary Antonio Rodríguez Álvarez

¿Cuántas veces ha escuchado Ud. como algo distintivo del “proceso de cambio” que vive Bolivia desde el 2006, aquello de que “somos de la cultura de la vida”?

En momentos en que la Asamblea Legislativa Plurinacional debate la despenalización del aborto, esta proclama del sector indígena-campesino-originario de la cultura de la vida adquiere una enorme trascendencia.

Multitudinarias manifestaciones Pro Vida a través de diferentes plataformas ciudadanas civiles en todo Bolivia se vienen expresando de manera contundente en contra de la posibilidad de que -una vez modificado el Código Penal por encima de la Constitución Política del Estado, las Leyes y Tratados Internacionales sobre la materia- el día de mañana alguien llegue a tener la potestad de poder extinguir la vida de un indefenso niño en el vientre de su madre amparado en diferentes causales.

Frente a tales expresiones que podrían considerarse de sectores tradicionales, se conoció la sorprendente visión del sector indígena que debería ser bien considerada: la Concejal Municipal de La Paz, Beatriz Alvarez, aseveró que el aborto es una práctica del neocolonialismo e instó a que se tenga en cuenta el sentir de las mujeres indígenas, al momento de legislar sobre ello (Urgentebo.com, 25.5.17).

Explicó que desde la visión indígena, el ser humano es considerado tal desde el momento mismo de su concepción, por tanto, no depende del desarrollo fetal o si es un embrión, y el aborto es considerado una afrenta a la vida, pero además, causante de males de orden climatológico -como sequía y granizo- pero también de enfermedades para los que lo realizan: el aborto acarrea una maldición.

Sentenció que las consecuencias del aborto vienen tanto sobre la mujer como el varón y quien lo practica, a través de una enfermedad llamada “Llimphu”, de ahí que “las parteras no se animan a su interrupción. Otra de las consecuencias es que afecta a la economía de la familia”, por lo que en las comunidades, ayllus o markas se castiga drásticamente a quien cometa este delito, explicó Alvarez.

Tal vez esto explique por qué una reciente encuesta de la revista Poder y Placer mostró que EL 76% EN BOLIVIA DICE NO AL ABORTO.

¿Será que más de 150.000 cartas con firmas contra la despenalización del aborto podrán serán ignoradas? ¡Sería un grave error!

Más de 350.000 personas -citadinos, indígenas y campesinos- marcharon en mayo pasado en contra de tal iniciativa. Yo fui una de ellas, porque soy temeroso de Dios.

Respecto a Ud…¿es Pro Vida, también?

(*) Economista y Magíster en Comercio Internacional

 

Santa Cruz, 14 de junio de 2017

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Política
Una diputada le dice a Arce que va a tener que aguantarse la sentencia constitucional que exhorta a la Asamblea a emitir normas sobre el aborto. Montaño plantea buscar una solución salomónica. Ministro dice que resultaría pertinente una resolución vía referendo.
Política
El reconocido comunicador criticó que el gabinete decida sobre el aborto, cuando a su criterio tiene en sus filas a divorciados y gente "dezplazada por la vida". El MAS respondió que no se puede juzgar a nadie por su estado civil.

ABORTO LEGALIZADO

Juan José Toro Montoya

La polémica por la ampliación de las causales del aborto en Bolivia permite evidenciar que existe bastante desinformación sobre este tema.

Por lo que pude leer, y me escribieron a raíz del artículo de la semana pasada, todavía existe gente que cree que el aborto está prohibido en Bolivia y lo que ahora se busca es legalizarlo.

Entre los cuestionamientos que recibí está el de la violación. Una mujer me escribió preguntándome cómo se podía obligar a una mujer que fue violada a tener el hijo resultante de esa acción criminal. La pregunta tiene sentido si se toma en cuenta que existe una gran cantidad de países en los que se prohíbe abortar, aun si el embarazo es producto de una violación. Sin ir lejos, cuatro de 11 países en Sudamérica lo prohíben y en Chile la prohibición es total ya que no se permite abortar ni siquiera cuando está en riesgo la vida de la madre.

Bolivia, en cambio, ha legalizado el aborto porque existe todo un capítulo en el Código Penal que se dedica al tema no solo para sancionarlo sino también para determinar las causas por las que esa práctica se puede realizar de manera impune.

El artículo 266 de esa norma se llama precisamente “aborto impune” y señala que “cuando el aborto hubiere sido consecuencia de un delito de violación, rapto no seguido de matrimonio, estupro o incesto, no se aplicará sanción alguna, siempre que la acción penal hubiere sido iniciada”. Como se ve, se toma en cuenta situaciones en las que el embarazo se produjo en contra de los deseos de la mujer y también la posibilidad de que su perpetrador, con violencia o no, haya sido un pariente cercano.

“Tampoco será punible si el aborto hubiere sido practicado con el fin de evitar un peligro para la vida o la salud de la madre y si este peligro no podía ser evitado por otros medios”, continúa el artículo que remata con esta prevención: “en ambos casos, el aborto deberá ser practicado por un médico, con el consentimiento de la mujer y autorización judicial en su caso”.

Desde luego que no es un artículo perfecto sino perfectible. Su principal defecto es la pesada burocracia judicial que pone en riesgo la vida de la madre o hace inviable un aborto por el transcurso del tiempo. Mientras el proceso tarda, el embarazo avanza.

¿Existen otras causales válidas para justificar un aborto impune? El artículo 157 del proyecto de ley del Código del Sistema Penal Boliviano no introduce causales sino permisibilidades como, por ejemplo, autorizar el aborto por única vez durante las primeras ocho semanas de gestación pero sin mediar razón alguna, a simple pedido de la mujer.

En este caso el argumento es que la mujer es quien debe decidir sobre su cuerpo pero hasta ahora no se ha demostrado que el feto sea parte de su organismo. Lo que dice la ciencia es que un cigoto de ser humano es tal si tiene la cantidad de cromosomas correspondiente a su especie, 46, y eso es desde el momento de la concepción.

Por tanto, el hecho de que el feto esté en el cuerpo de la madre, y se alimente de este, no lo convierte en parte de su organismo. Aunque no tenga conciencia, el neonato tiene 46 cromosomas y es un ser humano. La madre, por su parte, tiene sus propios 46 cromosomas. Si ambos serían uno, la suma daría 92 cromosomas que ya no corresponden a un ser humano sino a una especie llamada Anotomys leander cuyo nombre común es rata acuática.

Entonces, el feto es un ser humano y así lo reconoce el artículo 1 del Código Civil. Matar a un ser humano, sin causal válida, es homicidio. Así es la norma y esa es la teoría del aborto.

 

 

(*) Juan José Toro es Premio Nacional en Historia del Periodismo.

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Social
Celebró que el Legislativo desarrolle normas para garantizar el ejercicio de los derehcos reproductivos. Recordó que en Bolivia actualmente registra y una tasa de 169 muertes maternas por cada 100.000 nacidos vivos.

ABORTEROS

Juan José Toro Montoya

Para evitar el aborto hay que evitar el embarazo. Parece una fórmula sencilla, simplista, y hasta insensible, pero está cargada de verdad.

Los debates que se han armado en torno al tema se ubican a partir del momento en que el embarazo existe. Entonces, la mujer, que es la que debería decidir qué hacer con su cuerpo, se ve ante la disyuntiva de abortar o no. 

La disyuntiva no existiría sin el embarazo y, por tanto, el fondo del asunto debería ser ese.

No se trata de asumir poses moralistas o ser políticamente correcto. Si la educación que se imparte en las escuelas sería la adecuada, los bolivianos deberíamos saber cómo funcionan nuestros cuerpos incluso antes de la pubertad.

Así, al alcanzar la edad para la procreación, mujeres y hombres no solo deberíamos saber copular sino también evitar los embarazos.

Se ha llevado el debate al plano religioso y eso es tan estéril como enfocarlo desde el punto de vista sociológico.

Desde el punto de vista de la Iglesia Católica, el ser humano ha sido dotado de libre albedrío; es decir, puede elegir entre hacer las cosas bien o hacerlas mal.

En la sociología, la libertad tiene diferentes connotaciones, dependiendo incluso de las escuelas, pero, al final, es la posibilidad de elegir entre uno o varios caminos.

Por tanto, el hombre es libre de decidir si tiene sexo o no y, cuando lo hace, debería considerar la posibilidad del embarazo así que tendría que tomar medidas para evitarlo a menos, claro está, de que tenga la intención de procrear.

Por su parte, la mujer también tiene la libertad de decidir si tiene sexo o no, cuándo, con quién y cómo lo hace. Pero, al igual que el hombre, tendría que tomar medidas para evitar el embarazo a menos que quiera quedar encinta.

Eso es libre albedrío. Aquí no hay discursos sobre virginidades ni castidades ya que estos no son tiempos para eso.

El problema es que el embarazo no se evita y, cuando sucede, y no es deseado, entonces se piensa en abortar y salen, recién entonces, los discursos sobre la libertad y la libre disposición del cuerpo.

Un detalle sobre el que pocos han hablado es que la legislación boliviana actual considera que la personalidad comienza en el vientre de la madre. El parágrafo segundo del primer artículo del Código Civil dice que “al que está por nacer se lo considera nacido para todo lo que pudiera favorecerle” así que, jurídicamente, ese nonato ya es una persona.   

Por tanto, desde el punto de vista legal, abortar es quitar la vida a una persona y, dependiendo de las circunstancias, eso puede ser homicidio o asesinato.

En el debate sobre el aborto, mucha gente ha dicho que el feto no es persona ya que carece de personalidad. Esa observación es tan antigua como la sociedad y ha dado lugar a las teorías de la vitalidad y la viabilidad. La ciencia ha resuelto el asunto señalando que las especies se definen por su cantidad de cromosomas. Organismos simples, como los eucariontes, son diploides y pueden llegar a tener hasta 30 millones.

Plantas como el moral negro tienen 308 cromosomas y la viscacha es el mamífero con la mayor cantidad, 102. El ser humano, y solo el ser humano, que es haploide, tiene 46 cromosomas. La mitad viene del óvulo y los restantes 23 del espermatozoide. Cuando se juntan, formando un cigoto, este llega a los 46 cromosomas y, sin considerar si razona o no, se configura biológicamente un ser humano.

Por tanto, el feto es, biológica y legalmente, una persona. Matarlo, con el agravante de que no tiene posibilidad de defenderse, no es solo libre albedrío sino crimen, homicidio, asesinato…

 

   

 

 

 

 

 

 

 

 

(*) Juan José Toro es Premio Nacional en Historia del Periodismo.

 

 

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EL ABORTO, UN DERECHO…

Hernan Cabrera

Cifras vergonzosas el 2016: Más de 10.000 casos de violencia contra la mujer, 17 feminicidios,  casi 700 delitos sexuales a niñas y adolescentes. Un año difícil de digerirlo y de hacer balances, mucho más cuando estamos hablando de derechos humanos y de sistemas de protección a los derechos de las niñas, adolescentes y las mujeres.

¿Acaso en el país no hay instituciones que deben impulsar programas, actividades, planes que fortalezcan esta lucha, no hay una estructura jurídica que protege a la mujer, a las niñas, a las adolescentes, o acaso, esas estructuras institucionales y legales no están funcionando? Preguntas que seguramente se hará usted, y en su situación cómoda le echará la culpa a las instituciones, a las autoridades, a las leyes. Pues bien, es parte de las responsabilidades, porque las leyes se hacen a granel, sin tener la suficiente institucionalidad ni los recursos económicos. Pero no solo con leyes vamos a cambiar el país o pretender acabar con la violencia de género y con los delitos sexuales. Es una responsabilidad de usted, de ellos, de ellas, de nosotros, de mi, de vos.

Las cifras son calientes, no solo son datos fríos o para los informes oficiales. Sino que nos indica que algo está fallando en la sociedad cruceña, de esta sociedad en la que abundan los concursos de belleza, los festivales de bikinis, las fiestas carnavaleras, los encuentros juveniles a full trago, en esta sociedad de doble moral que disfruta que a la mujer se cosifique, se la muestre como objeto de consumo al lado de una bebida alcohólica, y que lanza un grito al cielo cuando una niña violada que quedó embarazada decide no tener ese bebé, y se rasga las vestiduras, al lado de algún sacerdote u obispo. O un evangélico.

Esos datos, esa realidad nos debe hacer saltar de nuestros cómodos asientos, nos debe provocar hasta la última célula de nuestros organismos, nos debe interpelar hasta el fondo de la conciencia nuestra y sin duda, cuestionarnos y lanzarnos a hacer parte de mecanismos y de acciones que logren contener esta espiral de violencia contra la mujer y de delitos sexuales contra niñas y adolescentes.

El Estado boliviano ha asumido una serie de compromisos nacionales e internacionales, a través de leyes, tratados de derechos humanos, recomendaciones de la ONU, que ya hace algunos años señalaron que el país debería contar con instrumentos legales de protección a la mujer, y uno de ellas es la Sentencia Constitucional 0206/2014, que establece la interrupción legal del embarazo, o en su caso el “aborto impune”, que a dos años de su vigencia, hay resistencias o falta de conocimiento de la población. Esta sentencia protege la integridad, la dignidad, la vida, la salud de las niñas y adolescentes que han sido víctimas de violación, en el sentido de que si ellas quedaran embarazadas, con el solo consentimiento personal y ha pedido en algún centro médico, se le debe practicar el aborto. Pero hay todavía sesgos o frenos para que esta sentencia se cumpla en gran escala.

Se lo viene practicando, pero como si fuera clandestino o prohibido, lo que no debe suceder. El aborto es posible hacerlo en Santa Cruz, y en Bolivia, pero en el marco de lo que establece la Sentencia Constitucional 206. El Papa Francisco dijo en Santa Cruz: “Dejen que los niños y niñas vivan felices su infancia”, de eso se trata, de que ellas no lleven el peso de ser madres a sus 10, 12, 13 años, sino que sean niñas plenamente.

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